De nuevo con vosotros, los lectores de Grada, para hablaros de algo que nos afecta a todos, a unos de forma directa como enfermos, a otros de forma indirecta en la dolencia, pero directa en el dolor humano como familiares y amigos, y un tercer grupo a los que les incumbe de un modo colateral, pero también les implica de un modo directo en cuanto a la responsabilidad de hacer lo que esté en sus manos para atajar el problema, este último grupo se llama sociedad.
Y ese algo del que quería hablaros se llama ELA (siglas de Esclerosis Lateral Amiotrófica), una enfermedad que afecta en España a unas 4.000 personas; cada día se diagnostican tres nuevos afectados, y cada año mueren en nuestro país mil personas por esta enfermedad.
Se caracteriza porque las células nerviosas motoras del organismo (neuronas) envejecen o mueren de forma prematura y dejan de enviar información a los músculos para su movimiento; esto lleva al debilitamiento muscular de todo el organismo, con la consiguiente incapacidad para mover las extremidades de todo el cuerpo y, posteriormente, al avanzar la enfermedad, puede llegar la muerte precoz de las personas que lo padecen.
Como veis el panorama es crudo, triste, dramático para quien lo sufre y en consecuencia para sus familias, que sobrellevan el día a día de sus seres queridos con la impotencia de ver acortarse su tiempo de vida sin poder hacer nada para alargar su horizonte temporal y por mejorar sus condiciones vitales.
Ahí es donde entra el tercer grupo de protagonistas indirectos de esta dolencia, pero con responsabilidad directa en intentar que la enfermedad sea más llevadera y que se prolongue el tiempo de vida de los enfermos; ese grupo se llama sociedad, y dentro de él podemos distinguir dos grupos: uno, los líderes sociales y políticos de cada país; y otro, la gente de a pie.
Ambos grupos deben complementarse en implementar soluciones con rapidez. Los líderes sociales y políticos articulando leyes capaces de combatir el problema y dotando de medios y capacidad de acción a corto plazo; y el ciudadano común, demandando de forma permanente medidas a las instituciones y al mismo tiempo con solidaridad, para que el empuje conjunto ayude a este grupo de enfermos, que viven su drama con pocas ayudas y poca atención social, a que tenga el mejor horizonte posible.
Yo no estoy aquí para enjuiciar quién o quiénes no ponen el énfasis suficiente en acelerar las soluciones, pero a todas luces el proceso de apoyo a estos enfermos es tortuoso, lento y muchas veces mirando para otro lado por parte de quien tiene el deber y la obligación de asumir el protagonismo de acción en la sociedad.
Es por ello que mis letras van dirigidos hoy a este colectivo, a los afectados de ELA, para intentar concienciar a todos (a toda la sociedad), en el sentido de que promuevan soluciones rápidas y eficaces, aunque eso signifique relajar otros asuntos menos relevantes para la vida de las personas.
Quiero acabar con las siguientes palabras: La vida está por encima de todo; si la vida tuviera una bandera, esta debería estar la primera y ondear más alta que las demás.
Un fuerte abrazo a todos los enfermos, que personalizo en la grandeza de Juan Carlos Unzué, enfermo de ELA y voz principal de este colectivo. ¡Que tu lucha no sea en vano!, te mando mis palabras y mis versos por si te ayudan en esta batalla.
Me gustaría que este mensaje de apoyo pudiera llegarle al señor Unzué y a la asociación de afectados de ELA; seguro que alguno de los lectores de Grada sabe cómo hacerlo.
Un millón de gracias.
Con los enfermos de ‘ELA’
¡Sí, escribí yo para el campo!
¡Sí, defendí a los pescadores!
es justicia y alto rango
que los enfermos de ELA
recojan hoy los honores,
y más que nunca por ‘principios’
empapados de valores
¡Señorías y más ‘lores’!
reciban cuando acontezca
en despachos y hemiciclos
a estas gentes admirables
¡No consientan que fallezcan!
No son hombres ‘afamados’
ni gente de ‘lo mediático’
ni doctores ni fanáticos
ni políticos ‘de grado’
ni deportistas triunfantes
ni del ‘arte’ engominados
ni eruditos ‘laureados’
ni cantores relevantes,
tampoco son ‘comisiones’
de iluminados ‘con fuste’
ni tantos y tantos que llegan
con boato y relaciones
a que les froten el ‘lustre’.
No tienen el ‘postín’
que se ‘alaba’ en estos casos
para recibir aplausos
cuando llegan de invitados
para contar su ‘trajín’.
¡Tengan en cuenta los líderes
que enarbolan mil banderas
que aparecen por doquier!
que estas personas quebradas
cambiaron el ‘lustre’ por lastre
por una enfermedad malsana
que los mata sin dolor
y les roba las semanas.
Ni la fama ni el dinero
ni los trajes ‘de banquero’
solo el sufrimiento y la atrofia
les distingue por entero.
No están aquí
por lucir de mil ‘estrellas’
aunque a pesar de lo dicho
muchos de ellos si las tengan.
Están con sus demandas
para reclamar el derecho
a recibir el provecho
de justicia, en su balanza.
¡¡Van con carritos de inválido!!
que se mueven ‘con ayuda’
para contar su presente
¡Esa realidad tan cruda!
no se tornen en ausentes
sin motivo ni cordura.
¡¡Atiendan sus peticiones!!
que merecen tal ‘tutela’
es de justicia y nobleza
que los que ’empujan dos ruedas’
con los enfermos de ELA
se vayan con la certeza
¡¡De que les llegó, su estela!!
Es urgente y menester
que quien legisla y lidera
dé con urgencia ‘lo suyo’
¡A los enfermos que esperan!
señor Unzué,
señores con ELA
con humildad e impotencia
van para ustedes mis letras
y que pronto su dolencia
sea pasto de la ciencia
porque a vosotros consuela
y de todos es competencia.