Nunca se está completamente exento de riesgos en la red, por lo que se aconseja tomar toda precaución que se pueda asumir.
Uno de los puntos más peligrosos de la compraventa de productos es abandonar los métodos de pago oficiales de un servicio. Por ejemplo, si tratas de comprar un producto por Amazon, y el vendedor te envía un enlace o una cuenta bancaria a la que hacer la transferencia, si se trata de una estafa no contarás con el respaldo de Amazon, que sí suele defender a los usuarios cuando estas situaciones de abuso se dan dentro de su ecosistema de transacciones.
Nunca hagas clic en enlaces desconocidos. Esta es una de las reglas más básicas dentro de internet, pero no por ello deja de ser importante. Si tienes dudas sobre la cuenta que te haya podido enviar ese enlace dudoso lo mejor es olvidarse de ello y no entrar en él. Muchas veces, accediendo a estos enlaces, se podrá activar una descarga de malware, o incluso suplantar el diseño y logos de una página web que normalmente es de confianza.
Una de las prácticas delictivas que más se ha desarrollado recientemente es el ‘spoofing’ bancario, un salto más allá del ‘phising’ en la suplantación de identidad. Y es que algunos cibercriminales son capaces de duplicar el número de teléfono de sucursales bancarias reales para que la gente, con la guardia completamente baja, caiga en la estafa de “transferir urgentemente el dinero a esta otra cuenta”, ya que, a priori, es el número del banco quien te lo dice.
Otro aspecto importante y que se debe tener en cuenta es que, muchas veces, los criminales que tratan de robar tus datos bancarios, o cuentas de otro ámbito que tengan tarjetas de pago vinculadas a su servicio suplantando identidades oficiales, te solicitan educadamente tus datos de usuario o contraseña, y si se los das ya has caído. Cuando recibas comunicaciones de este tipo lo mejor que puedes hacer es borrar el mensaje en cuestión.