Un año más hemos podido asistir a este clásico del motor extremeño, el Rallye de la Vendimia, que en esta su 52ª edición venía con premio, nada más y nada menos porque vuelve a ser puntuable para el campeonato nacional.

Una vez más pudimos disfrutar de un día de motor; estuvimos en la primera prueba que se celebró el viernes y vimos el tramo de Feria, donde como siempre era difícil encontrar un hueco donde meter el coche, ya que estaba todo a tope, y eso que era viernes, cuando se presupone que la mayoría está trabajando, pero este Rallye tiene tan buena fama que es digno de pedirse un día libre en el trabajo para no faltar al espectáculo.

Y eso, espectáculo, es el que nos dieron todos y cada uno de los participantes, que se les notaba con ganas de darlo todo. Unos por arañar un punto en la general, otros por verdadera pasión, otros por correr en casa, y todos por querer llegar y alcanzar la cima quedando los primeros. El caso es que poco nos pudimos aburrir, cuando hacían su pasadas, hubo dos, e incluso cuando hacían los otros tramos teníamos ratos de descanso, pero poco, ya que, como siempre, haces amistades con todos los que tienes alrededor, y entre chistes, risas, comidas y demás andaba el juego. Y sin darte cuenta ya empezabas a oír el rugir de esos motores y sus derrapes, para hacer su segunda pasada.

Una vez finalizó el tramo del viernes, de Feria, nos dirigimos para ver las otras dos pasadas del día siguiente, sábado, cuando decidimos irnos al tramo de Tentudía. Para ahorrar en tiempo y combustible, una vez acabada la prueba de Feria, sobre las nueve de la noche, no nos merecía la pena volver a Badajoz para al día siguiente desplazarnos hasta Tentudía y de madrugada, ya que desde bien temprano cerraban el tramo y no te dejaban entrar. Es por ello que optamos por llevarnos tienda de campaña e irnos directamente al tramo de Tentudía, montar tienda y descansar para estar allí al día siguiente. Con eso aprovechábamos igualmente para disfrutar de una acampada a la vez que del rally, juntando así mis dos pasiones. Y cuál fue nuestra sorpresa que en Feria nos cayeron unas gotas, pero nada de importancia; justo cuando empezamos a montar la tienda, que ya lo teníamos algo crudo por cómo era el terreno, nada más poner las primeras piquetas, comenzó a llover; como era poca cosa continuamos, pero en el momento de tener la tienda montada, nos cayó toda el agua posible, y con un viento que nos ponía en alerta. Claro, que ni por esas se nos quitaron las ganas de pasárnoslo bien, y a pesar de todas estas inclemencias pudimos dormir y descansar algo, para disfrutar al día siguiente de las últimas pasadas de este rallye.

Bien, pues una vez superada la noche nos despertaron los ruidos de los coches de los particulares que empezaban a llegar para situarse en esa curva y ver las dos pasadas, así que ya desde bien temprano, y gracias a nuestros vecinos, que nos dieron un café, repusimos fuerzas y manos a la obra, a desmotar todo el chiringuito, que por cierto, todo lo recogimos en bolsas porque estaba empapado. Ya tocó después en casa sacarlo, lavarlo y secarlo todo. Mucho trabajo, pero como se dice, sarna con gusto no pica.

Bueno, ahora paso a informar en el plano deportivo y os dejo por aquí los cinco primeros clasificados de este rallye:

1. Jorge Cagiao / Javi Martínez, Alpine A110 R-GT
2. Álvaro Muñiz / Néstor Casal +42,1seg, Skoda Fabia R5
3. Eduardo Noriego / Daniel Canelo +2:16,6, Skoda Fabia Rally2 EVO
4. Carlos Gallardo / Francisco Izquierdo +8:46,6, Ford Fiesta Rally4
5. Luis Jesús Fernández / Lorenzo Fernández +11:20,5, Ford Fiesta Rally3

En total hubo más de 70 vehículos participantes, que realizaron un total de 540 kilómetros, de los cuales 105 fueron cronometrados; el resto de kilómetros van neutralizados hasta llegar a sus tramos. Además, estos fueron repartidos en cinco secciones y dos etapas por tramo de competición.

Al igual que todos los años, una vez finalizadas las pruebas se dirigen todos hasta Almendralejo, donde está la sede, ya que son los organizadores y también es desde donde partieron, ya que el día anterior permanecen todos los coches en parque cerrado, para posteriormente tomar la salida hasta los tramos donde se les cronometran los tiempos. Como decía, una vez finalizadas las pruebas todos vuelven a este punto de partida, donde no les falta la gran afición de Almendralejo. Un pueblo con mucha cultura del motor, y donde se dejan el pellejo para apoyar a sus compatriotas. Unos llegan más cansados que otros, unos más contentos que otros, pero estoy segura de que, una vez están allí, recibiendo el calor del público, todos se sienten contentos y satisfechos por su participación.

Por último, una vez en Almendralejo se reúnen para recibir los premios de las distintas categorías, y precisamente este año hubo uno muy especial, lo digo también porque en parte me toca, ya que es un buen y queridísimo amigo, tanto el piloto Claudio Sánchez como su señora Marina y el resto de su familia. Por cierto, una de ellas es su hija, que a su corta edad ya sale de copiloto con su padre, se le nota que lo ha mamado desde bien pequeñita y ahora es la que acompaña a papá en sus competiciones. Pero eso lo dejamos para otro artículo, donde la vamos a conocer un poquito más. El caso es que a Clau, como bien se le conoce en su pueblo natal, Almendralejo, le dieron una buena sorpresa, ya que no se lo esperaba para nada. Dicha sorpresa es un premio homenaje como reconocimiento a su dilatada trayectoria. Clau empezó a correr cuando aún no tenía edad para tener el carnet de conducir, y para ello tuvo que obtener un permiso especial de su padre. Por eso hoy, 30 años después, no podía ser de otra manera que recibir este más que merecido homenaje y reconocimiento, algo emocionado como era de esperar, pero muy merecido. Una persona luchadora, que no se achanta ante nada ni ante nadie, y que con sus recursos, sufriendo en algunos casos, sacrificándose en otros, pero como quiera que sea, siempre está ahí para no faltar a las competiciones que tanto le apasionan. Por eso, desde aquí, desde este escrito, va también para mi buen amigo Clau mi humilde reconocimiento y homenaje, para un gran luchador, un mejor amigo y todo un ejemplo a seguir por las siguientes generaciones, como son, entre otras, su propia hija, dejando así un listón muy alto y sentando las bases de todo un precedente.