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Beethoven y la IA

Beethoven y la IA
Foto: Pixabay. Vilius Kukanauskas
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Ya en la Edad Media se daba gran importancia a la música, no solo como simple entretenimiento y medio para enumerar las grandes gestas de la época, sino como una de las cuatro artes fundamentales del aprendizaje; junto a la aritmética, la geometría y la astronomía formaban el ‘Quadrivium’ (‘cuatro vías’ en latín). Tanta importancia se le dio que fue considerado el trabajo preparatorio para el estudio de la filosofía y la teología. Fue en la antigua Grecia donde se acuñó el término ‘música’, que proviene de ‘musa’, las divinidades inspiradoras de las artes.

La música expresa sentimientos, emociones, circunstancias y pensamientos, y se ha demostrado que cumple una importante función terapéutica a través de la musicoterapia.

En el Clasicismo el compositor alemán Ludwig van Beethoven nos dejó un gran legado musical, como otros tantos compositores de la época. Pero no pudo acabar la que sería su décima sinfonía, pues falleció antes de concluirla; de hecho, a esta obra se le llamaba ‘La inconclusa’. Gracias a algoritmos de la inteligencia artificial se ha podido terminar dicha obra a partir de unos compases y manuscritos incompletos; la partitura ha llegado a su fin gracias a un trabajo conjunto entre la inteligencia artificial y los musicólogos.

Resulta, como poco, desconcertante que una inteligencia artificial logre recrear una obra musical completa partiendo de unos simples bocetos, decidiendo dónde incluirlos según la estructura habitual de una obra de este tipo y añadiendo nuevas melodías a la composición que imitan el estilo original del autor. El resultado es tan sorprendente que casi ni los expertos pueden saber dónde empieza y acaba la aportación del algoritmo y la del propio Beethoven.

Beethoven no ha sido el único compositor del que la inteligencia artificial ha concluido obras inacabadas; otro ejemplo es el austriaco Schubert, ya que su inacabada Sinfonía número 8 se ha concluido 197 años después gracias a un algoritmo de Huawei, que usó variables como la métrica y la tonalidad de la propia sinfonía para completarla.

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