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Cuando el mejor jardín de Europa estaba en Extremadura. Grada 143. Jaime Ruiz Peña

Cuando el mejor jardín de Europa estaba en Extremadura. Grada 143. Jaime Ruiz Peña
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Cuando el turista espiritual viaja le encanta perderse en jardines y parques. Los parques, su fisionomía, sus fuentes, lagos, árboles, determinan la manera de ser de los países y de sus habitantes.

Recuerdo especialmente mis paseos por el parque de María Luisa de Sevilla, mi espacio favorito cuando adolescente. Pasaba horas allí, especialmente en la glorieta de Bécquer. Allí me sentaba a leer, ver y vivir.

Jardines del mundo. Versalles para perderse entre sus fuentes y avenidas alrededor del inmenso palacio. Nueva York no es Nueva York si no te has perdido por Central Park. En París recuerdo vagar por los jardines del museo de Rodin; me cautivó durante horas, con el impresionante pensador situado en su centro.

Me gustan más los jardines japoneses, como el que en su día hicieron en la Hospedería del Jerte, llenos de paz y armonía. Algunos son jardines secos, es decir, no hay ninguna planta, arena bien labrada y piedras. Representan su universo taoísta.

Un dato sorprendente es que el mejor jardín de rosas de occidente no está en Inglaterra, sino en mitad de una finca cerca de Malcocinado. La finca es de don Carlos March, se llama ‘Altarejos’ y como curiosidad tiene un lago con nenúfares del Nilo en mitad de una dehesa extremeña. Lo confieso. Yo lo he visto.

Pero el caso más curioso es que Extremadura tuvo el jardín más impresionante de toda Europa en el siglo XVI, en un sitio muy especial. Primero fue una fortaleza templaria, luego fue una abadía de monjes cistercienses, hasta que pasó a ser propiedad de la casa de Alba.

Entonces don Fernando Álvarez de Toledo decidió que aquel espacio se convertiría en el centro que inspirara a los mejores literatos italianos, flamencos o españoles como Lope de Vega o Garcilaso, que hablan de su estancia en aquel paraíso tan cercano a Hervás en el pueblo de Abadía.

Estucos, fuentes, plantas y una plaza llamada de Nápoles con restos romanos de la cercana Cáparra. Monumento Nacional desde 1931 hoy solo se puede visitar los lunes de 10.00 a 11.30 horas, y se encuentra muy deteriorado. Una reciente tesis doctoral ha conseguido recuperar el plano.

Y yo me pregunto. ¿No se podría recuperar? ¿No podríamos conseguir tener uno de los jardines más atractivos y destino turístico en el mágico valle del Ambroz?

El turista espiritual está convencido que debe hacerse. Al ser una propiedad privada hay que sumar la iniciativa pública para hacerlo viable.

En los jardines, bosques humanizados, el ser humano deja su mejor impronta. La magia de las fuentes, los humedales, los laberintos. Sentarse a meditar o leer. Dejar al espíritu vagar.

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