Hay ocasiones en que no sabemos qué decisiones tomar por miedo a la incertidumbre, a la crítica y al rechazo de los demás.
Muchas veces cuesta decir que no por no defraudar a alguien, porque nos exigimos más de la cuenta, por reconocimiento social, o incluso porque siempre adquirimos un sentimiento de vida o forma de vivir que esta argumentado de la siguiente manera: “si están los demás bien yo también lo estaré”.
Esto se debe a un problema de inseguridad y de autoestima personal que se debe trabajar, debido a que, a la larga, no poner límites nos hará enfermar.
Debemos darnos dignidad y debemos hacernos justicia con nuestras acciones, no solo con los pensamientos.
La vida viene cargada de alternativas y caminos que coger, por lo que un futuro incierto nos provoca ansiedad, estrés, pensamientos a veces negativos por nuestra manera de percibirlo de manera catastrófica, así como que este pensamiento destructor nos machaque ante las decisiones cogiendo la menos acertada.
Debes ser valiente y pararte para tomar cualquier decisión. Desde la tranquilidad, debes planificar una lista de opciones, así como de obstáculos que te puedas encontrar; esto te ayudará a tomar la decisión, si no la adecuada, la menos mala.
Dentro de una vida hay muchas vidas y a veces no nos decidimos a dar el paso. Te animo a que, con consciencia y coherencia, actúes en consecuencia con tus pensamientos. A veces no es ir en contra de tu entorno, es hablarle y, desde una comunicación sensata, explicarle por qué te planteas actuar de ese modo.