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Desde la Torre Lucía. En septiembre desde la Torre Almenara de Isla Canela

Desde la Torre Lucía. En septiembre desde la Torre Almenara de Isla Canela
Foto: Cedida
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Pasando todo el estío en mi ‘cuartel de verano’ en Isla Canela, lógicamente he tenido que subirme a la Torre Almenara de ‘la barra del Guadiana’, ‘del Pino Seco de la Canela’, ‘de los tres Pinos junto a la barra vieja’, ‘de la Isla Cabeza Seca’ o ‘de la Isla de los dos Pinos’, que de todas estas formas se nombra en documentos históricos el lugar donde se encuentra ubicada esta torre.

Es una torre más moderna que la titular de mis trabajos, la Torre Lucía, que data de los últimos años del siglo XII, mientras que la Almenara, proyectada en el siglo XVI, no se culminó hasta el XVII.

Las aventuras y desventuras de su construcción y puesta a punto nos las cuentan con todo detalle Antonio María Toscano y Juan Villegas Martín en su comunicación ‘La Torre de Canela, una Almenara del siglo XVII’, presentada en noviembre de 2008 a las XIII Jornadas de Historia de Ayamonte.

Resumiendo y sintetizando, ahí va su historia. Dada la inseguridad que vivía la costa onubense del Marquesado de Ayamonte debido a los piratas bereberes y a las flotas inglesa y holandesa, que amenazaban continuamente a los navíos españoles que venían de América cargados de minerales preciosos y mercancías valiosas, se tomó la decisión real en 1574, reinando Felipe II, de levantar desde Gibraltar hasta la desembocadura del Guadiana 17 torres de vigilia y defensa. En 1577 se recibió en Ayamonte al comisionado de Felipe II para la construcción de las torres. Luis Bravo de Lagunas informó a la Villa de Ayamonte y al marqués Antonio de Guzmán y Sotomayor de la obligación de costear las torres. Los regidores de Ayamonte formularon alegaciones referentes a la pobreza del vecindario y a la imposibilidad de afrontar el gasto; el marqués también entabló un pleito contra la Corona, que no había de resolverse hasta bien iniciado el siglo siguiente, el XVII.

En 1580 muere sin herederos Enrique I de Portugal, y Felipe II hizo valer sus derechos al trono portugués; el 16 de abril de 1581 prestó juramento como rey de Portugal, logrando la unidad ibérica. Este hecho incide en el proyecto de las torres, al tener que cubrir toda la costa atlántica desde el Guadiana hasta el cabo de San Vicente, lo que suponía ampliar el número de torres.

Continuemos con nuestra torre, que está marcada en el sitio de ‘Cabeza Seca’ (Isla Canela), haciendo hincapié que su construcción ha de ser “gruesa” y debería tener artillería. Como nada avanza en sentido de construirla, en 1584 la Corona da un golpe de autoridad nombrando un nuevo comisionado, Gilberto de Bedoya, quien ahora plantea dudas sobre su ubicación y, por consiguiente, sobre su construcción. Pero tiene que ser con un nuevo comisionado, el ingeniero Juan Pedro Labrador, en 1588, cuando aparezca otra vez la Almenara en la desembocadura del Guadiana. En 1590 se ordena que se construya una Atalaya en la ‘Isla de los dos Pinos’, en la barra del Guadiana, tasada en 11.300 ducados, a costa del Marqués de Ayamonte.

Pero tampoco esto fue definitivo, cruzándose por medio otro proyecto con su correspondiente gasto, hacer tres baluartes en la Villa de Ayamonte para su defensa. En 1595 la Corona envía a un juez, Fernando Álvarez de Bojórquez, para ocuparse del proyecto ni siquiera iniciado de la Torre. No llega a Ayamonte hasta el verano de 1597.

Antes, en julio de 1596, Cádiz había sido ocupada por la flota inglesa, demostrando una vez más la indefensión de la costa. Pero más paradójico es que, dos días después de visitar el lugar donde construir la Torre, se volvió a comprobar la vulnerabilidad e indefensión del litoral ayamontino cuando unos piratas bereberes apresaron a dos muchachos y 20 hombres de una hacienda de la costa.

Muere Felipe II en 1598 y su proyecto tiene un pobre balance. El impulso decisivo lo dio su hijo Felipe III cuando, en 1604, se pronuncia la sentencia obligando a pagar el coste de la Torre al Marqués de Ayamonte. El rey encarga a Yáñez de Ovalle que ejecute la sentencia, pero tampoco logra su cometido, siendo el licenciado Juan De la Fuente Hurtado el que por fin puso en funcionamiento este sistema defensivo del litoral onubense. Transcurría el año 1610, y en 1616 se la dotó de artillería y personal de guarda.

En 1618, en una relación del Capitán Mexia, se lee: “la Torre del Pino Seco de Canela, en el término de Ayamonte, es muy fuerte y está bien acabada, siendo la más alta de las almenaras onubenses”. En 1651 se realizaron reparaciones, y hasta 1739 no hay problemas en los cimientos.

En Isla Canela no hay fondo sólido en el suelo, luego la Torre, como todos los edificios que allí se construyen, se cimientan sobre ‘pilotis’. La torre presenta en la actualidad una zapata que tal vez fue añadida posteriormente para frenar su inclinación hacia el sur.

En 1756 se la describe “cuarteada y trasplomada”. Pero no fue su progresivo deterioro e ineficacia defensiva la que motivó su abandono, sino la evolución de su entorno geográfico. La Torre, construida tan cerca del agua que llegó a recibir daños por la acción del mar, sufrió un alejamiento de la barra que entorpecía su utilidad como defensa. En 1739 distaba ya del mar “un cuarto de legua”. El crecimiento de la Isla y su posterior unión a tierra originando marismas y tierras pantanosas hace que en la actualidad la Torre Almenara de Isla Canela se encuentre a unos tres kilómetros de la línea de playa más próxima, la de Isla Canela.

Desde lo alto de sus almenas he escrito este artículo.

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