No solamente ‘las bicicletas son para el verano’, por supuesto también lo son ‘los libros’. Por la costa del sur donde me refugio durante el estío también me subo a una Torre, desde donde oteo el devenir y aprovecho para leer. Esa torre es la Torre Almenara de Isla Canela.
Las lecturas de este verano, el 81º de mi existencia, han fluctuado desde un título de la colección de los años 90 de narrativa moderna, de la colección RBA, que tengo en el apartamento, y que me gusta ‘repasar’, en esta ocasión con Milan Kundera y su obra ‘La inmortalidad’; pasando por las ponencias de las XXV Jornadas de Historia de Ayamonte; para terminar con dos libros extremeños que me han remitido sus autores, José Antonio Ramos Rubio y José Luis Pérez Mena, buenos amigos: ‘San Gil, un pueblo cacereño de colonización de la Vega del Alagón’ e ‘Historia de los Reyes Católicos. Su presencia y protagonismo en Extremadura’.
Comenzando por el final, quiero agradecer a los autores de ambos trabajos su envío y la tarea que se han planteado de llenar nuestras estanterías de libros para mejor conocer nuestra historia regional, sus pueblos, sus gentes y sus costumbres de una manera divulgativa y accesible.
El dedicado a San Gil, publicado por la Diputación de Cáceres, recoge en sus 221 páginas la historia de los 50 años de existencia de este poblado de colonización, situado entre Plasencia y Galisteo, en el mismo borde de la Vía de la Plata y en el límite de la diócesis placentina con la de Coria-Cáceres. Aprovechan los autores para dedicar varias páginas al origen de los pueblos de colonización y al organismo que los impulsó, el Instituto Nacional de Colonización. Cierra la publicación un extenso álbum de fotografías familiares de los primeros colonos. El interés de este libro ha sido conseguir una recopilación de imágenes, escritos y referencias personales, para que la historia de San Gil no se pierda y que el esfuerzo de los primeros colonos no caiga en el olvido.
‘Historia de los Reyes Católicos. Su presencia y protagonismo en Extremadura’ nos sumerge en un viaje fascinante por los senderos que recorrieron los Reyes Católicos por Extremadura, desde Cáceres hasta Trujillo, sin olvidar Guadalupe, y sus pasos por Llerena, Castuera, Medellín, Miajadas, Zalamea, Quintana de la Serena, Alcántara, Puebla de Alcocer… y Plasencia, donde estuvo el rey Fernando el 20 de octubre de 1488 y tomó posesión de la Ciudad y su Tierra, haciendo juramento público en su Catedral de no enajenar esta ciudad de la Corona. Esta publicación nos recuerda que el pasado es un tesoro que merece ser preservado.
Las ponencias de las XXV Jornadas de Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Ayamonte me han aportado ampliar mi conocimiento sobre la que puedo catalogar como mi segunda ciudad, en la que he vivido más tiempo después de Plasencia. Es digno de encomio para el Ayuntamiento de Ayamonte estar manteniendo estas jornadas ya más de un cuarto de siglo, y publicando sus ponencias, consiguiendo así un ‘corpus’ bibliográfico sobre su historia. Se celebran bien entrado el otoño, en noviembre, con el patrocinio de la Diputación de Huelva, la Universidad de Huelva y el Ayuntamiento de Ayamonte. El sumario de las Jornadas que menciono comprende 11 ponencias, que abarcan las 286 páginas del texto.
Para terminar, ‘La inmortalidad’, del escritor checoslovaco Milan Kundera, publicada en 1988, fue la última novela que el autor escribió en su lengua materna; a partir de entonces empezará a escribir en francés, dado que Francia le había concedido la nacionalidad unos años antes, en 1981. Está considerada una novela filosófica, en la que los distintos aspectos del mundo moderno se transforman en cuestiones metafísicas. Inmersos en este mundo contemporáneo en el que se rinde culto a la tecnología y a la imagen, los personajes ya no consiguen ser dueños de sus propias iniciativas y caen en las trampas que es la vida para el autor. Siete partes o capítulos, que suman 408 páginas intensas y reflexivas que no dejan indiferente a quien las lee.
Y así, con lecturas, bicicleta, natación, playa, paseos y tertulias matutinas alrededor del café con churros, he ocupado mis días de estío en esta Costa de la Luz que toma una perspectiva especial desde la Torre Almenara de Isla Canela.