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Desde la Torre Lucía. Mis marchas andando por Extremadura (II)

Desde la Torre Lucía. Mis marchas andando por Extremadura (II)
Foto: Cedida
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La frustración que sufrimos al no poder realizar la ‘Marcha andando’ a Olivenza en mayo de 1988 nos hizo seguir manteniendo el mismo programa para el curso siguiente 1988-1989, nada más que cambiando el itinerario, porque la sede de la convivencia, en mayo de 1989, iba a ser Valencia de Alcántara.

De nuevo cartas a maestros y alumnos de las nuevas localidades por las que pasaríamos, estudio de nuevas comarcas y sus características geográficas, productivas, etnográficas, etc.

Antes de decir definitivamente adiós a Olivenza les agradecimos la feliz estancia de dos días. El viernes entregándoles la bandera de Extremadura con los 10 escudos de las localidades que habían sido sedes de la Semana de Extremadura en la Escuela desde 1978, y asistiendo por la noche en la plaza de toros a un festival en el que recuerdo a un Carlos Cano muy joven, entre otros artistas que actuaron; y el sábado en el acto institucional, escuchando al presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que nos animó a llevar ese entusiasmo regionalista a todos nuestros hogares y familias.

En septiembre de 1988 estábamos con el desarrollo del nuevo programa, cuyo itinerario iba a ser: Galisteo, Holguera, Torrejoncillo, Portezuelo, Acehúche, Ceclavín, Zarza la Mayor, Piedras Albas, Alcántara, Membrío, Valencia de Alcántara. En total siete jornadas andando, empapándonos de la comarca extremeña de Alcántara y la frontera con Portugal. Distancia recorrida: 150 kilómetros, con una media de 21,5 kilómetros diarios.

Tuvimos la gran suerte de no sufrir ningún percance y de ser recibidos magníficamente en todas las localidades por donde pasamos y en las que nos alojamos. Esto dio origen a lo que aún perdura 35 años después, a relaciones amistosas entre las familias que alojaron a los alumnos galisteños y las familias de estos.

En Valencia de Alcántara nos recibieron los escolares del colegio público General Navarro, con mi compañero y coordinador de la Semana, Ricardo Hilandera, a la cabeza. Y el sábado en la mañana en el gran acto institucional, que ya era tradición, nos reunimos más de diez mil escolares extremeños haciendo región.

Por fin lográbamos llevar el espíritu de la Semana por los caminos de nuestra región, andando, ‘pateando’ nuestros suelos, respirando nuestro aire, recibiendo el cariño de nuestros paisanos, estrechando lazos de afecto y amistad entre localidades dispersas por nuestra amplia geografía.

El ‘gusanillo’ de la Marcha caló en la comunidad educativa de Galisteo, y ya a la vuelta de Valencia de Alcántara, en el autobús, comenzamos a pensar en la del próximo curso, que, siguiendo la alternancia de provincia, al ser año par, tocaría en Badajoz, más concretamente en Montijo.

En el curso 1989-1990 el reto se complicaba más por la distancia, Montijo quedaba más lejos. Pero no hubo pega, lo enfocamos con el mismo entusiasmo y las marchas de entrenamiento a localidades próximas como Riolobos, Carcaboso, Montehermoso, Puebla de Argeme, Alagón del Río (entonces Alagón del Caudillo), etc. resultaban cada vez más gratificantes. Nuestros escolares, los entre 15 y 20 que formaron las distintas expediciones, mejoraron mucho en el cuidado de los pies, parte fundamental del cuerpo para la marcha, en sus relaciones sociales y de trato con otros compañeros y personas en general, y sobre todo en conocimiento de nuestra región. Los objetivos se iban cumpliendo de manera natural.

El itinerario hacia Montijo se fijó pasando por las siguientes localidades: Galisteo, Riolobos, Holguera, Cañaveral, Talaván, Cáceres, Aldea del Cano, y por descampado a La Nava de Santiago y Montijo.

A lo largo del curso el director del colegio público Gabriel y Galán de Cáceres, en Aldea Moret, se puso en contacto conmigo manifestando el deseo de sus alumnos de acompañarnos también en la Marcha hacia Montijo, uniéndose cuando pasáramos por Cáceres. Y así lo concretamos.

Llegó el momento de la celebración de la décimo tercera Semana de Extremadura en la Escuela, del 7 al 12 de mayo de 1990.

Para los galisteños fueron ocho días de marcha y un total de 188 kilómetros, sacando una media de 23,5 kilómetros al día. Tuvimos que salir de Galisteo el viernes 4 de mayo para estar en Montijo el viernes 11 de mayo.

En esta ocasión sí tuvimos alguna incidencia, y fue en el trayecto entre Aldea del Cano y La Nava de Santiago; hicimos parte del recorrido por caminos entre fincas y cuando estábamos a mitad de la etapa nos cayó una fuerte tormenta con mucho aparato eléctrico, peligrosa máxime cuando estábamos ascendiendo a una zona montañosa donde hay instaladas antenas de comunicación. La suerte fue que en La Nava de Santiago se percataron de nuestra situación y salieron con varios vehículos todoterreno para recogernos. Aquel día caminamos unos 10 kilómetros menos, que era la distancia que nos separaba ya de la meta.

Otra vez miles de escolares extremeños se reunieron bajo la bandera verde, blanca y negra, manifestando así su regionalismo.

Y llegó el siguiente curso, el 1990-1991 y de nuevo la convivencia de la XIV Semana regresó a la provincia de Cáceres, a Tornavacas. Y allí también fuimos andando. En esta ocasión era recorrer el valle cuyo río, el Jerte, riega Galisteo y desemboca en el Alagón pocos kilómetros después.

La marcha se proyectó de manera que se pasara por el mayor número de localidades del Valle, y por eso se hizo en zigzag: Galisteo, Carcaboso, Plasencia, El Torno, Piornal, Rebollar, Navaconcejo, Jerte y Tornavacas, en seis jornadas, con un total de 123 kilómetros, 20,5 diarios.

Como siempre, el acto fue multitudinario, y en aquella mañana primaveral de mayo, desde lo alto del Valle, se lanzó un mensaje de regionalismo coreado por miles de escolares procedentes de los cuatro puntos cardinales de Extremadura.

Conclusión: En septiembre de 1991, por concurso de traslado, me hice cargo de la dirección del colegio de educación especial Ponce de León de Plasencia, dando por concluidos mis siempre recordados 16 años de destino en el colegio público Nuestra Señora de Fátima de Galisteo, pero no mis ‘Marchas andando’ por Extremadura, que, aunque con otro cariz, siguieron formando parte de mi vida.

Os lo contaré en próximos artículos.

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