En una mañana otoñal pero luminosa he subido a la Torre Lucía a reflexionar sobre el ‘tiempo cronológico’, sobre el paso de los años. De todos es sabido que la adquisición del concepto del ‘tiempo’ es mucho más tardía que la del concepto del ‘espacio’. Y que, llegando a una edad avanzada como la mía, el ‘tiempo’ pasa volando.
Cualquier cosa que se recuerda, al rememorarla, han pasado años e incluso lustros y sin embargo nos parece que sucedió ‘ayer’. Por eso un siglo, 100 años, desde mi actual punto de vista, ha perdido su ‘contundencia’, y lo sucedido hace un siglo se me antoja más próximo.
Hace un siglo estábamos en 1924, año triste porque España estaba enzarzada en una guerra muy cruenta y en ciertos aspectos innecesaria e inútil, la Guerra de África.
El año 1924 estaba solo a 19 años de mi nacimiento, luego muchos de los que vivieron en esas fechas y sufrieron esa guerra cohabitaron conmigo.
Y en aquel noviembre de 1924, entre otros muchos, tuvo lugar un acontecimiento luctuoso en la citada contienda que dejó huella en Extremadura y que, gracias a Fernando Parcero Collado y su trabajo publicado en la Revista de Estudios Extremeños de mayo-agosto de 2021, puedo dar cuenta de él. El estudio tiene por título ‘Teniente coronel Claudio Temprano Domingo. Un héroe laureado en el cementerio de Ceclavín’.
Claudio Temprano nació en La Habana (Cuba) el 10 de abril de 1880, en el seno de una familia militar. Su padre fue destinado a Cuba con el empleo de médico del Cuerpo de Sanidad Militar, y allí conoció a María Josefa Domingo Ibarra, que era oriunda de la zona de Guantánamo (Cuba). Tuvieron cuatro hijos, siendo el primogénito Claudio. La familia regresó a la Península y el padre fue destinado al Hospital Militar de Carabanchel. Claudio ingresó en la Academia de Infantería de Toledo con solo 14 años. En 1896 finalizó su estancia, ascendió al empleo de segundo teniente y comenzó los dos primeros cursos de Estado Mayor.
Tras distintos destinos y ascensos, en 1902 solicita licencia de dos meses por asuntos propios para desplazarse a Zarza la Mayor (Cáceres) donde su abuelo, José Temprano, era médico titular. En 1906 ingresa de nuevo en la Escuela Superior de Guerra para completar los estudios de Estado Mayor. Y en 1910 realiza las prácticas en Melilla, donde un año después es destinado en el Estado Mayor. Allí se le concede la Cruz de Primera Clase al Mérito Militar con distintivo rojo por sus méritos contraídos en el levantamiento del plano de los territorios ocupados en el Rif e inmediaciones.
Los primeros combates en los que participó como capitán fueron en 1911. Sus acciones en el río Kert le hacen acreedor a la segunda Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo. En 1912 de nuevo es recompensado con su tercera Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo, por su actuación en los combates de las posiciones de Tumiats y Sammar, el 22 de marzo. En agosto recibe la Cruz de Primera Clase de María Cristina por los méritos contraídos en los combates en el territorio de Beni Sidel, entre el 11 y 15 de mayo.
El 27 de junio de 1913 se le concede licencia para contraer matrimonio con Cristina Vidal Rodríguez, con quien tendrá cinco hijos. En octubre asciende a comandante, y en noviembre es designado jefe del Grupo de Regulares Indígenas de Alhucemas. El 23 de agosto de 1923, con motivo de la liberación de la posición de Tifaruin, se le concede la Medalla Militar Individual.
En 1924 el Grupo de Regulares es trasladado de Melilla a la zona de Tetuán, donde intervendrá en numerosas acciones, entre ellas la liberación de la posición de Kobba Darsa, que comente en mi ‘Desde la Torre Lucía’ del pasado mes de julio.
A partir de octubre, el ya teniente coronel Temprano combatirá a las órdenes del también teniente coronel Franco, mucho más joven que él, pero más antiguo en el rango de teniente coronel por los méritos de guerra.
En los días 17 y 18 de noviembre de 1924 las unidades a las órdenes de Temprano vuelven al combate ante unos rifeños fuertemente armados que hacen abandonar las posiciones de Xeruta a los españoles. El enemigo, cada vez más numeroso, ataca a la columna que abandona la posición, teniendo que ordenar Temprano una carga de caballería, colocándose él mismo al mando del escuadrón. La carga de caballería es fuerte y sangrienta, y con ella se consigue que el enemigo se retire. Pero el teniente coronel Temprano recibió un tiro por encima de la rodilla que le partió la femoral, muriendo el día siguiente, 19 de noviembre de 1924. Fue recogido de su caballo por su capitán ayudante Mizzian, el único oficial del ejército español de origen marroquí, que había sido apadrinado por Alfonso XIII, que llegó a ocupar los puestos de capitán general de Cataluña y Galicia después de la Guerra Civil, donde lucho al lado de Franco, y que, cuando Marruecos consiguió la independencia en 1958, fue ministro de Defensa con Mohammed V.
Temprano fue recompensado con la Medalla Militar Individual y años más tarde con la Cruz Laureada de San Fernando. A pesar de que la ciudad de Melilla ofreció enterrarle en el Panteón de los Héroes, su esposa decidió cumplir los deseos de Claudio y trasladar sus restos a Ceclavín (Cáceres) por ser la tierra de sus antepasados.
El traslado de los restos mortales tuvo gran repercusión en la prensa regional. Llegaron a Cáceres en tren el 26 de noviembre y fueron recibidos con todos los honores. Después la comitiva se trasladó a Alcántara, en cuyo ayuntamiento se instaló la capilla ardiente. En la mañana del 28 se reanudó la marcha por el Tajo en una barcaza que comunicaba Alcántara con Ceclavín. El sábado 29 se ofició un solemne funeral y por la tarde se procedió al entierro en el cementerio.
Con el paso de los años el sepulcro y la lápida de mármol de Macael fue deteriorándose, así como la verja que lo rodeaba; hasta que la Asociación Cultural Amigos del CIR de Cáceres y la Subdelegación de Defensa decidieron restaurarlo en 2020. Y así, el 2 de junio de 2021, se inauguró de nuevo el panteón con los restos del “Caballero Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando Teniente Coronel Claudio Temprano Domingo”.