Marc Vidal bromeaba hace unos días acerca del porqué de una asignación de fondos de recuperación a España tan generosa como la que se produjo en 2020 por parte de la Unión Europea. “Están convencidos de que no seremos capaces de gestionarlos y nos tocará devolver una buena parte”, comentaba con mucha sorna en su canal de YouTube.
Al escucharle recordé la conversación que mantuve en octubre pasado con una de las personas que redactaron el Plan con el que nuestro Gobierno convenció a Bruselas para que nos concediera esa ingente cantidad de dinero.
Ella no bromeaba al reconocer que la Administración estaba superada por la tarea de, precisamente, gestionar dichos fondos. Ya entonces se acumulaba retraso en la definición de líneas estratégicas y en el lanzamiento de convocatorias. A día de hoy, esa demora roza el colapso.
En rigor, si se respetan los plazos administrativos establecidos por Europa, ya es imposible asignar y ejecutar en tiempo y forma todo el dinero recibido.
La CEOE presentó, el pasado 27 de abril, su ‘Informe de seguimiento de los fondos Next Generation en España’. Su lectura es tan recomendable como desasosegante. De veras, recomiendo dedicarle la hora que requerirá hojearlo con detalle. Después ya podrá uno huir donde considere.
Entre los numerosos puntos clave que recoge, hay tres que llaman poderosamente mi atención. En primer lugar, señala que el 65% de las pymes de nuestro país no espera recibir ayudas ligadas a los fondos europeos. Siendo más precisos, solo el 17% de las empresas españolas tiene interés en acudir a convocatorias relacionadas con los fondos de recuperación, según el Banco de España.
Por otro lado, el informe señala la vacuidad actual de muchos de los nueve Perte aprobados hasta el momento y, al mismo tiempo, la casi insuperable complejidad que requiere concurrir a algunas de las convocatorias ya lanzadas (como las del Perte VEC).
En relación con los Perte, el documento insiste especialmente en la falta de uno específico para el Turismo. Conociéndose que está en preparación, parece inconcebible que aún no se haya lanzado un plan estratégico que revolucione un sector que pasó de aportar el 12,4% al PIB español en 2019 a tan solo un 5,5% en 2020. ¿A qué se está esperando?
Por último, aunque en el informe es de los primeros datos que aparecen, los autores estiman que tan “solo 1 de cada 4 euros procedentes de Bruselas ha llegado a las empresas, lo que limita el impacto de los fondos europeos para la recuperación económica”. Uno de cada cuatro. A esto se puede añadir que el grueso de los hitos y objetivos de los fondos Next Generation está vinculado a reformas (86% en 2020 y 2021) y no a inversiones (14% en ese periodo), si bien esta situación parece equilibrarse algo en 2022 (61% frente a 39%).
Además de los aspectos ya mencionados, el informe contiene análisis, recomendaciones y comparativas de la situación de España con respecto a otros países comunitarios que, insisto, invitan a una cuidadosa lectura. Estamos perdiendo un tren.
Abundan las convocatorias hipertrofiadas con estos dineros que no suponen un proceso transformador de nuestro tejido productivo. En algunos casos, la inclusión de partidas ‘digitalizadoras’ parece ser más una forma de forzar la financiación con esos recursos que la búsqueda de una verdadera metamorfosis de los sectores implicados.
Si añadimos a esta incoherencia el conjunto de circunstancias económicas y sociales que se suceden a nivel global, el resultado no puede ser otro que el que mencionaba más arriba. Dan ganas de salir corriendo.