Si preguntara a los ciudadanos si tienen o no una discapacidad visual, muy pocos o ninguno me diría que sí. Y si les preguntara si alguno usa algún producto de apoyo estoy seguro de que la mayoría ni siquiera sabe de lo que estoy hablando. Sin embargo hay muchas personas, por no decir la mayoría, que diariamente usan productos de apoyo para su visión.

Un producto de apoyo es cualquier instrumento disponible en el mercado para compensar o controlar las limitaciones que una persona tiene para realizar actividades de la vida diaria. Como por ejemplo las gafas.

Estamos tan acostumbrados a ver a personas usando gafas o lentillas que no pensamos en ese tipo de visión como una discapacidad. La mala visión es tan común y tan fácil de corregir con gafas, que olvidamos cuán diferente serían muestras vidas si no fuese por estos productos.

En la historia de la humanidad las gafas han supuesto que millones de personas pudieran disfrutar de buena visión a pesar del déficit visual. Hoy en día lo damos por hecho, pero se necesitaron varios siglos hasta que aparecieron las modernas gafas que conocemos.

El caso es que la palabra miope procede del griego y significa «corto de vista» y las gafas aparecieron a finales del siglo XVIII. Consistían en unas sencillas monturas formada por un alambre que envolvía las lentes y sólo estaban al alcance de la población adinerada. Es en el siglo XIX cuando se hicieron populares.

Esto nos demuestra que desde que apareció la humanidad existían los cortos de vista con dificultades en la realización de actividades de la vida diaria y barreras al interactuar en su entorno, o sea, eran personas con discapacidad hasta que aparecieron las gafas hace relativamente poco.

Hay millones de personas que tienen una visión imperfecta que sin duda sería una discapacidad si no fuera por las gafas.