Las graníticas paredes de la Torre Lucía están que arden. Llevamos ya un mes del caluroso verano y la temperatura es asfixiante. No creo que sea buena idea subir a la Torre a reflexionar sobre las bebidas frías, porque solamente con pensarlo se calientan.

En esta ocasión me voy a orillas del Jerte, concretamente a su orilla izquierda, enfrente de la Isla, al lado de lo que hoy son los restos arruinados del llamado Colegio Del Río, la huerta de don Fabián de Carvajal y Monroy, arcediano de Plasencia, donde Luis de Toro va a escenificar el “Discurso sobre el enfriar en forma de colloquio” entre el Doctor Águila y el Licenciado Sylva, en presencia del Caballero Claudio, allá por 1569.

A Luis de Toro le conocemos gracias al doctor Sayans Castaños, don Marceliano, desde 1961, cuando publicó ‘La obra de Luis de Toro, físico y médico de Plasencia del siglo XVI’, su tesis doctoral leída en la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca el 25 de febrero de 1961, y que fue calificada con Sobresaliente Cum Laude. La obra tiene por título ‘De febris epidemicae et… vulgo tavardillo” y fue publicada en 1574.

También, y como consecuencia de este estudio, don Marceliano nos deleitó con otra obra del médico placentino que había visto la luz en 1573, ‘Placentiae urbis et eiusdem episcopatus, descriptio’, que contiene el primer plano alzado de Plasencia, ya descrito en mi ‘Desde la Torre Lucía’ de marzo.

Pero antes, en 1569, dejó escrito pero no publicado y en castellano el tratado que nos trae aquí, un manuscrito de 84 hojas de papel con una longitud de 195 mm y una anchura de 121 mm, con una caja de escritura de 170 mm por 110 mm, encuadernadas a principios del siglo XIX en pasta española, en cuyo ‘Argumento’, expuesto al principio, leemos:

“El Doctor Águila y el Licenciado Sylva, médicos, se salen a espaciar hacia la huerta de Don Fabián de Carvajal y Monroy, Arcediano de Plazencia. Encuentran a un caballero llamado Don Claudio. Mueven una question, si sea o no se provechoso enfriar con nieve la bebida. Pasan con el barco a la huerta. Sientanse cabe la fuente de La Serena. El Doctor Águila defiende la parte afirmativa y prueba ser cosa muy antigua y saludable la nieve. El licenciado Sylva sustenta lo contrario y, en suma, tractan la conclusión de la materia. Y con ciertos respectos y consideraciones concluyen el negocio del bever frio, mostrando quienes y quales personas y quando y como pueden y no pueden enfriar. Y en el intermedio desde discurso se tocan algunas antigüedades y problemas ansi médicos como physicos muy curiosos y apazibles.”

De la amena e interesante obra manuscrita, sacaremos algunos fragmentos que no dejan de ser curiosos y contradictorios, según quien los defienda. Ahí van:

“La sed no es otra cosa que un apetito de frialdad y humidad”.

“La bebida caliente enflaquece y relaja las carnes y las hace effeminadas, debilita los nervios, acarrea desmayos y flujos de sangre.” “Y no Seneca solo, empero con él todos los más de los antiguos tienen el uso de enfriar por dañoso y nocivo”. “Lo frío es enemigo de los nervios, de los dientes, de los huesos del espinazo”. “No solo los muy viejos que llaman decrépitos, pero aún los que llaman floridos que son desde cincuenta hasta sesenta, no devén bever frío con nieve, pero de ninguna manera frio, esto encuanto a la edad que tienen fría”.

Así seguiríamos entresacando frases y dichos de este curiosísimo tratado. Solamente añadir el interés de Toro en todas sus obras por dar a conocer la importancia de la ciudad de Plasencia, en este caso, por el Huerto del Arcediano, al que dedica grandilocuentes elogios en los primeros diálogos entre los tres actores.

Bibliografía:
‘Discursos y consideraciones…’, por Luis de Toro. Edición y estudio al cuidado de Jacobo Sanz Hermida. Universidad de Salamanca. 1991. (BITAEX Nº 4.209).