Los 27 de noviembre se celebra el Día del maestro, al estar relacionada esa fecha con el santo y pedagogo español José de Calasanz, que el 27 de noviembre de 1597 ideó la fundación de la que se puede considerar la primera escuela pública gratuita en Europa.
Recuerdo con bastante cariño las primeras celebraciones de esta festividad en mis primeros años de maestro rural, allá por la década de los 60 del siglo pasado.
Con estos pensamientos me encontraba paseando en lo alto de la Torre, en una mañana gris y húmeda del esperado otoño, cuando al dirigir mi mirada en sentido nordeste, entre la bruma vislumbré la localidad de Tornavacas, que cierra el Valle en su vértice. Tornavacas, precisamente la cuna de un buen amigo, que lleva un tiempo insistiendo concienzudamente en conseguir que una calle del pueblo lleve el nombre de sus padres, maestros con más de 40 años de docencia en ella.
La historia de los padres de mi amigo se podría repetir por cientos en la geografía rural de Extremadura. Pero quiero poner a esta historia nombres, y ellos son don Tomás y doña Dolores. Y ese hijo es Tomás Calvo Buezas, sociólogo y antropólogo, catedrático emérito de Antropología Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, presidente fundador del Centro de Estudios sobre Migraciones y Racismo (Cemira); también ha presidido la Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe, representante de España en la Comisión Europea de la lucha contra el racismo del Consejo de Europa.
Ostenta el Premio Nacional sobre Bienestar Social 1998, el Premio ‘Hidalgo’ con Gunter Grass en 1992, el Premio Culturas de Extremadura 2000 y la Medalla de Extremadura en 2013, entre otros. Es autor de más de 20 publicaciones entre 1981 y el presente.
Y lo que pretende es que se reconozca públicamente la tarea llevada a cabo por sus padres durante más de 40 años en Tornavacas, donde educaron e instruyeron a tantos alumnos; a los padres, a los hijos e incluso a los nietos, sin olvidar a sus propios hijos, cuyas trayectorias profesionales dan lustre a tan ejemplares padres.
Esos hijos han sido: Tomás, del que ya he referido su currículo. José Luis, catedrático de Filosofía en Oviedo. María Dolores, profesora de Lenguas Clásicas en Salamanca. Y Jerónimo, economista, Intendente de Hacienda, jefe de la Delegación de Hacienda de Salamanca e Inspector Especial en la Junta de Castilla y León.
Y termino con lo que me transmitió mi amigo Tomás en uno de los últimos emails que me ha enviado: “Don Tomás Calvo Fuentes, de Plasencia, y Doña Dolores Buezas García, de Jerte, fueron maestros en Tornavacas por más de 40 años, y a ellos se deben nuestros éxitos, como el de otros muchos que fueron sus discípulos. En aquellos años de ‘sequía cultural’ los maestros constituían en los pueblos un oasis fecundo de desarrollo integral humano”.
¡Una calle en Tornavacas para don Tomás y doña Dolores, maestros!
P.D. El pasado 1 de diciembre, ya enviado este artículo, el Ayuntamiento de Tornavacas decidió no dedicar una calle a los maestros don Tomás y doña Dolores.
