Del libro ‘De la corteza de la encina’
– ¡Cuéntaselo tú a tu madre!
¡Dime hija! ¿qué te pasa?
¿Qué’s eso que a ti t’ajoga
y t’anúa la garganta,
qu’estás como revenía
sin icir ni una palabra
y ni siquiá t’has peinao
y no has jecho ni la cama?
¿Tié acaso esto argo que ve
con el nieto e la Colasa,
ese de la capitá
que vino pa tres semanas
y toas las mozas del pueblo
peripuestas le rondaban?
¿Cuándo se va, po la noche
o en el tren d’esta mañana?
– Pa mí s’ha ío ya pa siempre,
no me anda más po las ramas.
Es mu arto y es mu guapo
y tié mu güenas palabras,
pero no m’ha tenio ley,
no m’han gustao sus mañas
y me da iguá que s’alargue
manque me quée con las ganas.
– ¡Ganas! ¿de qué, güena moza,
si en to’l pueblo hay una cara
más alegre y más graciosa,
ni más limpia, ni más guapa,
ni unos ojos tan bonitos
y negros como chicharras?
¿Quiés icir que ha pretendío
el nieto de la Colasa
por argún raro casuá
que tu jonra se manchara?
– ¡Mi jonra está limpia madre,
las cosas que m’enseñaba
cuando yo entoavía era nueva
no tié que gorvé a esplicalas!
– Pos si es asina, m’alegro
que gente d’esa calaña
s’alarguen ya d’este pueblo.
Y mia tú que la Colasa
es presona mu jormá,
pero’l nieto es d’otra casta,
que su sangre está mesclá
con la sangre d’otra raza… …