En cada una de nuestras actividades hablamos siempre del origen de la lengua extremeña. Es muy necesario e importante explicarlo, porque nos ayuda a entender que el extremeño no es un castellano corrompido, deformado, arcaico o vulgar, sino una lengua propia que está emparentada con el resto de las lenguas romances y, en particular, con las lenguas de la familia asturleonesa.
Precisamente esta familia asturleonesa se ha reunido recientemente en Oporto. En un evento organizado por Wikimedia Portugal, Wikimedia Italia y Wikimedia España, hemos coincidido, y puesto en común experiencias, representantes de varias lenguas de esta familia, como el asturiano, el mirandés y el extremeño. También asistieron al evento representantes de la lengua gallega, el catalán y el vasco y, por supuesto, como anfitriones, del portugués.
Por eso queremos detenernos en la cuestión de las familias lingüísticas. Todos sabemos que, salvo el vasco y las lenguas celtas, todo lo que se habla en la Europa occidental son lenguas romances, es decir, lenguas que descienden del latín. Entre ellas podemos encontrar el italiano, el francés o el rumano, pero también muchas otras lenguas minorizadas, como el sardo, el siciliano, el occitano o el véneto.
Pero volvamos ahora a las lenguas romances peninsulares, es decir, todas las que se hablan en la península ibérica. Porque dentro de la península tenemos diversas familias lingüísticas que es necesario que conozcamos.
De este a oeste tenemos la familia del catalán, con el valenciano y el balear como dialectos; la del occitano, que está presente en España en el valle de Arán, donde se conoce como aranés; la del aragonés, que extiende su influencia hasta Murcia; la del castellano, que es la preponderante como lengua oficial en toda España; la asturleonesa, de la que forma parte el extremeño; y, por último, la galaicoportuguesa, de la que forman parte el gallego y el portugués, pero también la fala de Xálima y el portugués que se habla en Extremadura.
Queremos aprovechar para desear un feliz verano a todos los lectores de la revista Grada. ¡Nos leemos en septiembre!