Elin Kleopatra Danielson se hizo un hueco en el mundo artístico hace más un siglo junto a la denominada ‘Generación de hermanas pintoras’, grupo que surgió en el contexto de la revuelta del Gran Ducado Finlandés contra la ‘rusificación’ del zar Nicolás II de Rusia. Las producciones artísticas fueron importantes para mostrar el nacionalismo mediante paisajes, escenas de género, etc. Aprovechando esta situación de alzamiento artístico, las mujeres empezaron a recibir más clases de pintura y pudieron dedicarse profesionalmente al arte.
Cuando Elin tenía 11 años su padre se arruinó y se suicidó, lo que forjó su carácter junto a las dificultades que pasó su madre para dar a ella y su hermana una buena educación.
Con 15 años ingresó en la Escuela de Arte Finlandesa de Helsinki. El futuro económico era muy incierto, y para ganarse la vida comenzó a trabajar haciendo diseños para decorar porcelanas. Dos de sus jefes, viendo su talento, la animaron a viajar a París. Gracias a una beca del Senado de Finlandia tomó clases y pudo recorrer Bretaña durante el verano. Se especializó en los retratos y en naturalezas muertas. Allí conoció a Jules Bastien-Lepage, pintor naturalista que le influirá en técnica y en temática.
A su vuelta a Finlandia vivió con sus parientes y trabajó como profesora en varias escuelas de arte.
Con una beca, esta vez para estudiar en Florencia, se instaló en Antignano, una pequeña aldea donde comenzó a dibujar paisajes marinos. Su adaptación fue complicada, viniendo de un país donde el sol es escaso, aunque se acostumbró a vivir en Italia y a los colores ardientes de la luz solar natural del Mediterráneo. Se casó con un pintor de la zona, Gambogi.
Su delicada pintura se enmarca en el Naturalismo, que para ella era más una filosofía que una manera de pintar. Se acercó en varias ocasiones al impresionismo, estilo con el que realizó algunas telas abordando temas domésticos, donde representa rutinas cotidianas protagonizadas casi siempre por mujeres, y en los que resalta un dominio técnico de la luz, con el que conseguía crear atmósferas casi palpables.
Famosa por sus magistrales retratos realistas, perteneció a la generación pionera de mujeres artistas finlandesas que destacaron en la formación académica. Sus magistrales obras gozan actualmente de gran popularidad como impresiones artísticas de alta calidad, y son apreciadas en todo el mundo.
Su trayectoria vital terminó trágicamente en 1919, debido a una grave neumonía, pero su legado artístico perdura. Sus obras, muchas de las cuales se reproducen como grabados artísticos, hablan de su incomparable capacidad para captar el carácter y la emoción en el lienzo. Cada una de sus obras refleja su pasión y habilidad, testimonio de su inquebrantable devoción por el arte.