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Elisa Martín. La pasión por comunicar. Grada 169. Primera fila

Elisa Martín. La pasión por comunicar. Grada 169. Primera fila
Anuncia Maján y Elisa Martín. Foto: Javier Meléndez
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Anuncia Maján

En este rincón de contar cosas nos acompaña una persona que simboliza la ilusión por comunicar, y por comunicar bien. Por enseñar a aprovechar cada acto comunicacional para transmitir adecuadamente mensajes en positivo, por ayudar a los demás a expresar públicamente ideas, sensaciones, vivencias, necesidades, etc.

Saber comunicar es saber proyectar una imagen correcta de uno mismo, y abrir a los demás una realidad diferente a la suya. Elisa Martín Crespo es una profesional del periodismo y la comunicación de larga trayectoria radiofónica en Extremadura, donde ha desarrollado toda su carrera profesional y desde donde ahora, en una nueva etapa de su vida profesional, vuelca toda su experiencia y conocimientos en enseñar a todas las personas a comunicar correctamente, valiéndose de las nuevas tecnologías que permiten universalizar la enseñanza y la comunicación.

Elisa Martín se define como “una persona a la que le gusta mucho la comunicación, que descubrió hace muchos años la pasión de comunicarse con los demás en todas las circunstancias, en las buenas y en las malas”. “Incluso los conflictos me resultan curiosos de analizar, de tratar de superar. Tengo muchísima curiosidad por saber qué hay detrás de cada persona. Me defino como alguien con curiosidad a la que le gusta descubrir todos los valores que hay en las personas que tengo enfrente”, incide.

Su trayectoria se define porque ese afán por conocer que posee le llevó a estudiar periodismo, algo desconocido en su familia: “Tuve la suerte de tener unos padres que siempre decían que había que seguir la pasión. Enseguida marché a estudiar periodismo y acerté. El ejercicio del periodismo me ha gustado mucho. Encontré trabajo en la radio nada más acabar la carrera y desde el principio he desarrollado un trabajo muy satisfactorio que me permitía conocer a muchas personas de distintos ámbitos que siempre tenían algo que decir”.

“Los periodistas nos acercamos a quien tiene en ese momento algo que contar. Eso es algo que durante todo mi ejercicio del periodismo he apreciado mucho. Mi trabajo es bonito, es abrir una caja de Pandora cuando hablas con alguien y ayudarle a contar todo lo que tiene que contar al mundo en este momento. Durante muchos años ejercí ese trabajo por cuenta ajena, aunque tenía la inquietud de montar algo propio, más creativo, que no tenía cabida en mi trabajo. También me planteé la posibilidad de cambiar. Llevaba años haciendo lo mismo y quería dar un giro a mi actividad”, añade.

A lo largo de su trayectoria ha realizado miles de entrevistas, pero se queda con “aquellas que aportaban valor a los oyentes”. “Algunas entrevistas eran de puro trámite, pero otras me llenaban el corazón. Esas entrevistas profundas, auténticas, en las que el entrevistado se entregaba, esas me gustaban mucho. Ahí ejercía yo mi labor de mediadora entre la persona entrevistada y los oyentes”, remarca.

“Eso me dio la pista de por donde podía ir mi segunda etapa profesional. Cuando oí hablar del coaching me pareció que eso podría ser la llave que abriese la nueva etapa. De hecho, cuando llegué a casa y conté qué era el coaching me contestó mi hija que eso era exactamente lo que yo llevaba haciendo toda la vida. A partir de ahí me fui formando y emprendí una actividad paralela a la radio hasta que di el cambio”.

“Llevo siete años con esta actividad y me parece que llevo toda una vida. Han sido muy intensos, y me han permitido conocer a mucha gente de manera diferente, descubrir muchos caminos. Es una etapa muy creativa en la que yo me permito pensar en un producto, elaborarlo, ejecutarlo y eso me gusta mucho. Me considero una persona muy creativa y ahora esta etapa me está permitiendo desarrollar esa parte”.

Participantes en el curso para mujeres con discapacidad celebrado en Zafra. Foto: Cedida
Participantes en el curso para mujeres con discapacidad celebrado en Zafra. Foto: Cedida

“En mi nuevo ejercicio profesional hay varios caminos, como es la enseñanza en grupo, para la cual me es muy útil la experiencia radiofónica. Haber moderado muchos debates me permite el control del tiempo, de las intervenciones de cada persona. Cada día utilizo herramientas de la radio. Otro camino es la enseñanza individual, en la que ayudo a las personas a sacar lo mejor de sí mismas, sobre todo en relación con la comunicación. Estoy muy contenta con mi vida profesional”.

Pensar que si seguía con la misma tarea obtendría el mismo resultado, y las ganas de tener su propio negocio, “algo que no quería quedarme sin hacer” fueron el impulso definitivo para dar el cambio a su vida profesional. “Luego llegó la pandemia del Covid19 y en ese momento me alegró haber tomado esa decisión y haber vivido esto en los últimos años. Hay veces que hay que atreverse a hacer cosas, y no arrepentirse de lo que no se ha hecho”.

Elisa Martín afrontó dos cambios en su vida profesional: del periodismo al coaching, o entrenamiento comunicacional; y de la atención presencial a la atención en línea. La adaptación a la nueva etapa fue relativamente sencilla, viniendo del mundo de la radio donde la gran mayoría de las entrevistas eran vía telefónica: “cuando me di cuenta de que debía cambiar todo a trabajo en línea hice una cuenta de videoconferencia profesional y volqué todos los cursos a la vía telemática, con la suerte de que estas nuevas plataformas de trabajo permiten interactuar con los alumnos. Aunque no es la misma relación que en un curso presencial, las plataformas de teletrabajo son una gran oportunidad de continuar trabajando y debemos dar gracias a su implantación. He dado curso con personas de cualquier parte de España, lo que antes no hubiera pasado. Soy optimista por naturaleza, más que problemas veía posibilidades. Antes le hablé a un micrófono durante 20 años, ahora le hablo a una pantalla de ordenador donde veo personas que me responden e interactúan conmigo, a veces hasta más de 40 personas en un curso. ¡Bendita tecnología! Ahora ya volvemos a combinar cursos presenciales y en línea”, explica.

Elisa Martín considera que es importante aprender a comunicar bien en público: “todos tenemos cosas importantes que decir, todos tenemos historias valiosas; cuando trabajo con mis clientes de uno en uno me planteo por qué no se conocen más sus historias de superación, tan importantes. Esa persona no se da validez a sí mismo ni a sus hechos. Hay que romper la barrera de la vergüenza, de la timidez de mostrarse en público. Hay que mostrar ante los demás lo que tenemos de valor. Ojalá más personas buenas se atreviesen a sacar todo lo que de valor tienen. Seguro que el mundo cambiaría. En este caso, yo me considero como la llave que permite abrir ese valor al mundo”.

“Saber hablar y comunicar es importante porque tenemos que saber decir lo que queremos decir. Y muchas veces, cuando queremos decir una cosa, si no hemos trabajado el mensaje, decimos otra. Y nos encontramos con que la reacción de los demás no es la esperada. Por ejemplo, si esperas que alguien tenga un cambio por una situación que esté viviendo y se lo dices mal, atacando, lo que consigues es que reaccione contra ti; tienes que saber construir un mensaje correcto, acorde y honesto con lo que quieres decir. Debemos evitar hablar de más o de menos. Saber construir un mensaje correcto es un arte y hace la vida más fácil. Eres más feliz porque acabas con un importante equilibrio en la comunicación con los demás. Es importante inculcarle esto también a los niños, la necesidad de comunicar bien”, concluye.

Elisa Martín también ha colaborado en actuaciones de formación para mujeres con discapacidad, a través del Cermi. Considera que esta colaboración “ha sido un tesoro, impresionante. Todo comenzó con una llamada de Cermi España para que diese unos cursos de empoderamiento en la mujer porque esa ha sido una de mis líneas de trabajo en estos años. Iban dirigidos a mujeres con discapacidad en Extremadura. Se trataba de impartir esos cursos en las siete principales ciudades de la región, abiertos a mujeres con todo tipo de discapacidades. Dije que sí, porque en este camino nuevo que llevo acepto todos los retos. Se trataba de trabajar con un nuevo colectivo con sus características determinadas”.

“Empezamos a hacer los cursos en febrero y principios de marzo de 2020, hicimos un curso en Mérida, en el que sinceramente no sabía qué me iba a encontrar. Yo había hecho mis adaptaciones con el material recibido, pero el concepto ‘mujeres con discapacidad’ es muy amplio. La mayor parte de las alumnas tenían discapacidad intelectual. Lo primero que descubrí es que estaban encantadas, no tuve ningún problema para hacerles llegar los mensajes. Me busqué mis herramientas para hacerme entender y conseguí que todas me entendieran y participasen. Parto de la base que quien ha de hacerse entender es el profesor”.

“Ese curso me encantó, me supuso una satisfacción tremenda. Estos cursos eran rapidísimos, uno cada 15 días, y yo tenía que encargarme de todo lo relativo a la organización del curso: buscar las alumnas, buscar el lugar de realización, preparar el material, etc. Celebramos los cursos de Mérida, Cáceres y Zafra. Este fue el último celebrado, la semana del 14 de marzo de 2020; el de Badajoz estaba preparado para la semana siguiente y se suspendió. Fue el único curso que no se pudo realizar en línea, a pesar de la buena disposición de las entidades colaboradoras. Cuando toda la formación se había trasladado a la metodología en línea, en este caso no fue posible. La financiación a través de fondos europeos no permitió el cambio de modalidad. El resto de los cursos pendientes se suspendieron. Los fondos europeos se acabaron y a mí me dejó mal sabor. Pienso que se podían haber realizado en línea, y que a estas mujeres se les privó de una oportunidad de formación interesante. Pero quien manda, manda, yo lo propuse, pero no salió”.

“Lo que me queda es que yo aprendí muchísimo del mundo de la discapacidad. me di cuenta de que esas mujeres querían con mucho afán ser escuchadas y aprender. Todas las actividades que hacíamos las aceptaban con gran entusiasmo. Fue muy bonito”, agrega.

Los cursos fueron realizados con adaptaciones metodológicas: “yo recibí unas guías para adaptar el lenguaje para que ellas lo entendiesen. Era preciso ir más despacio, porque la variedad de mujeres con distintas realidades era enorme. Los contenidos eran muy concentrados, muy interesantes y a su ritmo. Pero eso sí, todas tuvieron que hablar en público. Ese fue el mayor éxito. Recuerdo especialmente a mujeres con síndrome de Down, a las que les costaba hablar. Yo les pedía paciencia, y que cada una fuese a su ritmo, que el tiempo no era problema. Todas hablaron, incluso personas con discapacidades que les dificultaban mucho la expresión oral. Todas hablaron ante las demás, con unas pautas individualizadas, y fue esta la actividad que más apreciaron, que más les gustó. Reitero que cuando una persona se siente escuchada su autoestima sube. Además, hablaban sin cortapisas, expresando libremente su opinión, sus reflexiones, tomando el tiempo que querían, y todas tenían muchas cosas que decir y muy interesantes”.

Participantes en el curso para mujeres con discapacidad celebrado en Cáceres. Foto: Cedida
Participantes en el curso para mujeres con discapacidad celebrado en Cáceres. Foto: Cedida

“Fue un curso muy bonito, y ojalá algún día se puedan retomar los sitios que se quedaron atrás, porque esta es una línea abierta con muchas posibilidades. Mis recursos de años de experiencia fueron de gran valor para que funcionase bien la actividad”.

Con este acercamiento al mundo de la discapacidad, Elisa reconoce que adquirió conciencia de la doble discriminación que sufre la mujer con discapacidad: “Desde entonces he dicho siempre a mis alumnos, sean grupos de mujeres, empresarios, etc., que tenemos que acercarnos a las mujeres con discapacidad, están deseando que nos interrelacionemos. Ahí se puede hacer una labor espectacular. Conectábamos muy bien, el ambiente en los cursos era buenísimo”.

A lo largo de su experiencia con el coaching, Elisa Martín ha entendido que “no hay nada que aumente más la autoestima de una persona que poder expresar libremente su pensamiento. El hecho de tener ideas o reflexiones interesantes y no poder expresarlas es muy frustrante”. “La comunicación que se estableció en los distintos grupos de trabajo era muy intensa y bonita. Acabábamos las jornadas muy contentas”, remarca.

Periodista, coaching, su próxima reinvención aún no sabe cuál será: “estoy en un momento muy creativo, y a saber qué saldrá de mi cabeza. Quiero escribir, contar mis experiencias profundizando en ellas y analizándolas. Me gustaría tener la disciplina de sentarme y escribir un rato cada día, para dar a conocer todo lo realizado. Pero creo que habrá más reinvenciones, porque hay que ir adaptándose al mundo que viene, a ver qué requiere. Yo estoy dispuesta. Soy camaleónica, y el mundo ha cambiado en los últimos cien años más que en toda la historia, y con los avances tecnológicos los cambios serán aún más profundos e interesantes. Y hemos de ir montados en ese tren. La tecnología es una gran ventaja para todos”.

Como reflexión final, Elisa piensa que estamos en un momento en el que todos debemos opinar hacia dónde queremos que se dirija el mundo: “No tenemos que dejarnos llevar por las circunstancias, somos muchas las personas buenas y deberíamos levantar la voz y elegir destino. Yo invito a que nos unamos y lo hagamos posible”.

Nosotros compartimos esta reflexión, que es la que da sentido a nuestro trabajo de albergar ‘los otros contenidos’. Siempre es un enorme placer dar voz a personas que ayudan a mejorar la vida de los demás.

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