Logo revista Grada
Buscar

Ermita de la Soledad de Casar de Cáceres

Ermita de la Soledad de Casar de Cáceres
Foto: Cedida

Se trata de un edificio con cabecera de testero plano y nave rectangular distribuida en tres tramos, íntegramente construido en mampostería.

La puerta de ingreso, en arco de medio punto, se hace a los pies, y a ambos lados hay dos azulejos talaveranos modernos con las representaciones de Nuestra Señora de la Soledad y Jesús Nazareno.

En el interior, la única nave existente se cubre con bóveda de aristas y la capilla mayor con bóveda de cuarto de esfera, que en su exterior está decorada con esgrafiados con motivos figurativos, grifos y vegetales entrelazados que rodea la parte superior del cerramiento del ábside en el exterior. Sobre la nave se levantó una elemental espadaña de mampostería. El conjunto es una obra popular del siglo XVII.

En el presbiterio hay una verja de hierro separándolo de la nave; carece de detalles de estilo y de inscripciones, solamente en una cartela la abreviatura ‘SM’ (Santa María). En un retablo moderno ornamentado con los símbolos pasionistas se venera a la imagen de la Virgen de la Soledad, del siglo XVII.

Ermita de la Soledad de Casar de Cáceres
Foto: Cedida

Los actos previos a la Semana Santa comienzan cada año con el traslado de las imágenes a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Tal es el caso de la Virgen de La Soledad, que sale de su ermita, acompañada de numerosos casareños que cada año están presentes en este tradicional acto. Se celebra una misa y, a su término, los vecinos se aproximan hasta la ermita de la Ronda de La Soledad. Allí acuden los devotos para portar a la imagen hasta la iglesia parroquial. Tras los días festivos la Virgen de la Soledad regresa en la Procesión del Silencio a su ermita, despedida con saetas y el canto La Salve.

Para finalizar el estudio de las ermitas y capillas existentes en el Casar de Cáceres hemos de incluir un pequeño oratorio que hubo en el extinguido Hospital de San Juan de Letrán, actual consultorio de la Seguridad Social construido en el solar del citado Hospital.

En el testamento del arcediano de Lima, don Rodrigo Pérez, firmado el 4 septiembre de 1550, se dice literalmente: “Item mando que en un hospital, que está en dicho pueblo del Casar, se acabe a costa de mis bienes y hacienda, seis cámaras pequeñas y en cada una se ponga una cama, donde si algún pobre del pueblo enfermo que no tenga con qué curarse de su enfermedad se quiera recoger a curar, sea curado y servido hasta que comparezca y se puede ir a su casa. Y que una de dichas cámaras sea para clérigos y frailes, que por allí pasen caminantes y en las tres de ellas se aposenta en los pobres caminantes, faltando enfermos que las ocupen del dicho pueblo. Item mando que de los dichos mis bienes que envié a Roma, lo que fuese necesario para traer las bulas al dicho hospital y se alcancen de Su Santidad y de los cardenales, todas las indulgencias de San Juan de Letrán de Roma. Item mando en el dicho hospital se hará un altar, y se ponga un retablo pequeño de la advocación del señor Sant Juan para que allí se diga misa”.

De lo que se deduce en 1550 ya existía un hospital que venía funcionando y fue ampliado y dotado por don Rodrigo Pérez, donde mandó construir un oratorio con su altar para celebrar misa. En algunos de los libros que existen en el Ayuntamiento se asignan partidas para la asistencia de los enfermos, médicos hipotecarios y el salario que cobraban por atender a los pacientes.

Por último, dan testimonios orales de algunos vecinos. Incluso referencias directas de la última ‘hospitalera’, doña Ascensión Lucas Gómez, gracias a la cual sabemos que existían siete estancias y dos cocinas; una de ellas amplia, que servía también de comedor; la otra más pequeña, con la vivienda del hospitalero, servían a una familia numerosísima de siete hijos; el salón comedor era amplio, y tenía lugar especial para la impedimenta algunos visitantes enfermos, cuyo fin principal era atender a los peregrinos que iban a Santiago, a pie o a caballo.

También están las letrinas para hacer las necesidades corporales, que tenían la inclinación suficiente y el desagüe para que, echando agua por una parte, recogieran la suciedad; un pozo amplísimo, un corral rodeado de poyos de cantería, donde se sentaban los pacientes y peregrinos; y adosadas al edificio principal estaban las cuadras, que tenían acceso por la calle Macorrillas y una comunicación con el patio.

ENTRADAS RELACIONADAS

Hace no mucho descubrí en un grupo de Facebook sobre genealogía extremeña a una persona de origen cubano que decía...
Vamos con otra de esas historias de miedo, del fin del mundo, de “dios mío, ¿Qué me voy a beber,...
Las llamadas al respeto y a la igualdad son continuas en todos los estadios. ‘Respect’ (en castellano, respeto), la canción...
A mediados de marzo subí a la Torre Lucía para dar la bienvenida a la primavera y, de paso, pensar...
Colaboración de Jairo Jiménez con una nueva viñeta de temática social para la revista Grada 188, de abril de 2024....
Ya en la Edad Media se daba gran importancia a la música, no solo como simple entretenimiento y medio para...

LO MÁS LEÍDO