‘Bambikina’ es el nombre artístico de Esther Méndez, una joven cantante y compositora extremeña que se mueve en diferentes estilos, llegando a ser conocida como ‘La chica del folk en español’.
Sus letras, siempre evocadoras, beben del realismo mágico de Gabo y Cortázar. Entre sus referencias también encontramos el cine de Tarantino y el sonido americano de Bob Dylan, pero todo ello cantado en castellano. Sus canciones son el resultado de su personalísimo universo, donde combina el rock, el indie o el pop.
Ha teloneado a artistas de la talla de Franco Battiato, y ha colaborado con DePedro, Xoel López, o Alberto, de ‘Miss Caffeina’, entre otros. En 2021 recibió el Premio Avuelapluma a la Música, destacando la valentía y originalidad de su último trabajo, ‘Túnel’, un disco conceptual que describe desde dentro la lucha contra los trastornos de ansiedad.
Nacida en Jaraíz de la Vera, ¿qué recuerdo guardas de tu infancia en el norte de Cáceres?
Fui una niña feliz, siempre rodeada de música. Me encantaba rebuscar entre los vinilos de mi hermano y descubrir nuevos ‘viejos’ grupos. Led Zeppelin, Janis Joplin, Jimi Hendrix sonaban en mi habitación cuando estaba en el instituto. También cantautores como Aute y Silvio Rodríguez. La verdad es que no era la banda sonora más habitual para una niña de 11 años.
Era muy estudiosa y responsable. ¡Ahora pienso que demasiado! Pero también disfrutaba muchísimo jugando en la calle hasta la medianoche en verano en el barrio. ¡Qué recuerdos!
¿Cuándo surgió tu interés por la música?
Había una guitarra española por casa. Mi padre es aficionado. También él toca la armónica. Pero nada más. Siempre fui muy ‘farandulera’. Cuando en el cole se hacía algún teatro, era la primera en apuntarme. Lo del escenario me gusta desde siempre.
¿Por qué decidiste marcharte a Madrid para continuar con tus estudios?
Siempre tuve claro que me apetecía ampliar horizontes e irme a estudiar fuera. El pueblo está muy bien (ahora se valora más), pero se queda un poco pequeño para una adolescente de 18 años que tiene muchas ganas de descubrir cosas. Quería estudiar Filosofía o Publicidad en la Complutense. Me decanté finalmente por la segunda.
La verdad es que Madrid me abrió un montón de posibilidades y de ofertas de ocio. Poder asistir al teatro, al cine o ver multitud de conciertos cualquier día de la semana era alucinante para mí.
Desde entonces resides allí. ¿Has pensado regresar a Extremadura con algún proyecto personal o profesional?
Nunca me he marchado del todo. Raro es el mes que no hago una visita a mis padres. Al final nos separan dos horas en coche y me encanta escaparme siempre que puedo.
No me importaría vivir en Extremadura durante todo el año, pero ahora siento que el epicentro de mi proyecto está en Madrid. Mis músicos viven aquí, el estudio lo tenemos aquí… Creo que para que ‘Bambikina’ siga creciendo mi lugar ahora mismo está en Madrid.
¿Cómo surge ‘Bambikina’, y su nombre, y cuál ha sido su camino desde entonces?
¡Cuántas veces me habrán hecho la pregunta del nombre! [Risas]. ‘Bambikina’ nace en la residencia de estudiantes donde vivía cuando vine a Madrid. Allí di mis primeros conciertos, en la calle Ponzano, 66. Luego formé la banda y el resto es historia.
Siempre he tenido que pelear mucho para conseguir subir un nuevo escalón. Pero, con tiempo y paciencia, ahora me siento muy orgullosa de la evolución desde aquellas primeras actuaciones. Para ello fue fundamental conocer a mis actuales músicos. Profesionales de primerísimo nivel que han acompañado a artistas de la talla de Luz Casal, Fito o ‘M-Clan’. Haberles tenido al lado me ha hecho crecer muchísimo.
El nombre de ‘Bambikina’, por cierto, surgió viendo un documental de The Beatles. Al principio de su carrera los de Liverpool tocaban en el ‘Bambi Kino’, un cine erótico en Hamburgo que tenía también una sala de conciertos. Como no tenían dinero para pagarse un hotel, se quedaban a dormir detrás de la pantalla de proyección. Me pareció una historia preciosa, ideal también para mi comienzo. Le hice una especie de cambio de género inventado al nombre y me lo quedé. Además, esa terminación ‘-ina’ lleva el sello tan característico de nuestra tierra cuando usamos diminutivos.
¿Qué va a encontrar quien te escuche por primera vez?
No quiero hacer spoiler [Risas]. Pues mira, encontrarán unas letras muy cuidadas, que siempre cuentan historias, y una atmósfera cálida de guitarras y teclados acompañando mi voz. El toquecito mexicano y fronterizo de vez en cuando lo aporta la trompeta. Lo más bonito de este proyecto es que creo que no se parece a nada. Es muy auténtico y genuino. Te podría dar referencias cinematográficas que me inspiran, como Tarantino; musicales, como Bob Dylan; o literarias, como el realismo de Gabo y Cortázar. Pero etiquetarlo sería limitarlo. Mejor que juzgue cada uno por sí mismo.
¿Quién compone en ‘Bambikina’, y cómo se compone, pensando en el éxito o desde el corazón?
El ‘esqueleto’ de las canciones lo compongo yo. Las letras y melodías nacen con la voz y la guitarra. Luego se encargan de vestirlas mis músicos. El resultado final es un trabajo en equipo.
Me gusta la segunda parte de la pregunta, porque una vez una reconocida compañía quiso ficharnos. Me dijeron que tenía que hacer canciones con más estribillos y, evidentemente, pasé del tema. Compongo con el corazón. Las canciones son 100% yo y mi universo personal. A veces me pregunto si tendría que hacer cosas más comerciales, pero creo que entonces no sería ‘Bambikina’. No podría defender encima del escenario algo en lo que no creyera.
Te hemos oído como telonera de Franco Battiato, en el Womad o en el Festival de cine de Cáceres. ¿En qué formato y tipo de escenario te encuentras más cómoda?
Cada formato es especial. Me encantan los conciertos intimistas, en los que estoy sola ante el peligro con la guitarra y la armónica. Se crean atmósferas súper bonitas con el público, porque las canciones tan desnudas llegan más directas al alma. Pero tocar con la banda en festivales grandes siempre es un subidón. Tenemos un directo muy potente, y la energía es brutal. No hay por qué renunciar a ningún formato, todos molan. Así que adapto la formación dependiendo del lugar, el momento y el caché, por supuesto. [Risas].
Tener el privilegio de telonear a maestros como Franco Battiato es un regalo increíble que a veces te ofrece la música. Igual que poder tocar ante Pedro Almodóvar en el Festival Solidario del Cine Español de Cáceres; los hermanos Rebros son lo más, y ya han contado conmigo en tres ocasiones para actuar en el Festival.
También has compuesto la banda sonora de la película ‘La mesita del comedor’. ¿Cómo fue la experiencia, te encuentras cómoda componiendo para otros proyectos?
Es la primera vez que compongo toda la banda sonora de una película. Ya había hecho música para cortometrajes, pero es la primera vez que también compongo partes instrumentales. Ha sido un viaje nuevo y precioso. Tengo muchísimo ‘feeling’ con Caye Casas, el director. Muchas piezas las compuse antes de ver ninguna imagen, solo con el guion; así que Caye iba montando las escenas sobre pruebas de música que yo le enviaba. Hemos ido construyendo la peli juntos, así que todo tenía mucho sentido.
Lo más curioso es que, a pesar de ser un proyecto al margen de ‘Bambikina’, creo que se reconoce perfectamente mi sonido y mi sello. La música tiene un papel fundamental en la película, es un personaje más. Se ha estrenado recientemente en el Festival de Tallin, uno de los 12 festivales del mundo de categoría A. Estoy muy contenta y con muchas ganas de que la veáis.
Hablemos de Extremadura; ¿cómo la ves desde la distancia?
Sinceramente, aunque sigue tan bonita como siempre, debe seguir prosperando. Me encanta que sigan conservándose zonas casi vírgenes donde bañarte por La Vera, o que cuando visitas Garganta La Olla parezca que se para el tiempo. Pero más allá de su incuestionable belleza, debe ofrecer más oportunidades a la juventud.
Vamos a aventurarnos a decir que tu tierra podría haberte ayudado más. ¿Se le guarda algún tipo de rencor o se sigue amando igual?
El amor por mi tierra es incondicional. Eso no puede cambiarse. Extremadura a mí me ayuda ahora más que antes. Es mi refugio, mi inyección de energía. Cada vez que voy recargo pilas y compongo ahí más que en ningún lugar. Las musas viven en mi habitación de Jaraíz. Las mejores canciones siempre salen de ese habitáculo mágico donde viví mis primeros amores y desamores.
La Junta de Extremadura está apostando también por nuestra música. Que nos dieran la oportunidad de poder actuar en el Teatro Romano de Mérida para celebrar el Día de Extremadura es un ejemplo de ello. Yo me siento profeta en mi tierra y eso es complicado. Aún queda mucha gente que no nos conoce por la zona, y lo estamos empezando a remediar.
¿Qué tipo de música te gusta escuchar?
De aquí y de allá. Voces femeninas y masculinas. En francés, castellano e inglés. Pero siempre buena música.
Dinos un cantante o grupo extremeño que te apasione, que te gustaría que triunfara ‘all around the world’.
Bueno, aparte de los consagrados ‘Extremoduro’ de Robe, que ya lograron casi todo, hay grupos como ‘Los niños de los ojos rojos’, que llevan años de carrera currándose los escenarios con un folk divertido y sin complejos, por ejemplo. Talento sobra por esta tierra.
¿Y a quién te gustaría que te dijeran que te pareces cantando?
Me han comparado muchas veces con cantantes ‘antiguas’ como Mari Trini o Cecilia. Creo que tengo ese punto de cantautora, y es un piropazo. Mi referente por excelencia es Chavela Vargas. Su manera de llorar las canciones y de vaciarse en el escenario era único. Yo también vivo los conciertos como una especie de ritual mágico donde comulgo con el público. Y también me dejo la piel y las vísceras. Hay que hacerlo para lograr emocionar.
Si tuviéramos que ponernos críticos, ¿de qué adolece la industria musical extremeña? ¿Hay soporte en nuestra región para crear una carrera sólida y global en la música?
Creo que ya puedes llegar a cualquier rincón del mundo a través de las redes sociales. Ya sea desde tu habitación en Extremadura o en Nueva York.
¿Qué aconsejarías a alguien que tuviera inquietud por desarrollar su proyecto profesional en la música?
Le diría: “estás a tiempo de hacerte abogado” [Risas]. Vivir de la música es muy complicado (todos lo hemos escuchado alguna vez), y es cierto. Es difícil pagar las facturas y tener un sueldo digno. O eres muy top o te autofinancias, no hay término medio en esto. Aun así, elegiría mil veces esta profesión que tanto me ha dado y que siempre me hace vibrar, en cada ciudad, en cada escenario.
Mi consejo sería: ánimo, paciencia y nunca te compares con otros. Sigue tu propio camino sin mirar hacia los lados.