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Federico Carrero Plaza. Grada 168. Mayores que triunfan

Federico Carrero Plaza. Grada 168
Foto: Cedida
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Natural de la localidad cacereña de Oliva de Plasencia, Federico Carrero estudia el Bachiller en Plasencia y Magisterio en Cáceres, donde se licencia a los 17 años, y en 1951 aprueba los exámenes de ingreso en la Academia General Militar de Zaragoza, escogiendo la especialidad de Artillería en la de Segovia, con gran aprovechamiento.

Pasa por diversos destinos, donde el esquí y la escalada no le son ajenos. Obtiene después de tres duros años el Diploma de Estado Mayor del Ejército, y en 1983 el de Estados Mayores Conjuntos (Tierra, Mar y Aire).

Paralelamente se involucró con la enseñanza en sus horas libres, durante aquel servicio militar obligatorio de antaño, para que algunos desfavorecidos supieran leer y escribir. También fue profesor de educación física y de educación cívico social y política.

Se licencia en Derecho en 1973, con un expediente en el que brillan los sobresalientes, e imparte clases de Derecho Internacional Público y Privado en la Universidad de Extremadura.

En 1977 es nombrado agregado militar adjunto de la Embajada de España en Roma. Después pasaría por otros cargos en Estados Unidos y Portugal. La capacidad para los idiomas y otros valores lo facilitan; conoce el italiano, inglés, francés, portugués, catalán y gallego, no siéndole ajeno el ruso.

En lo personal hay que añadir su gran humanidad, su predisposición a ayudar y colaborar, además del sentido de la responsabilidad.

Con diversas graduaciones militares pasa por muy importantes destinos, de cuyo mando ha quedado huella, llegando al día grande con la imposición del fajín rojo de general de Brigada en 1989. Además de ser el primer oliveño en llegar a este grado militar, su vida está llena de vivencias, anécdotas y reconocimientos, y de su uniforme penden importantes condecoraciones.

El general Carrero, con el director de su tesis doctoral. Foto: Cedida
El general Carrero, con el director de su tesis doctoral. Foto: Cedida

Lo que nos trae a esta sección es una ilusión aparcada por imperativos profesionales desde su destino a Roma, y por fin defiende su tesis doctoral, ‘Los aspectos territoriales en el dictamen del Tribunal Internacional de Justicia de 16 de octubre de 1975 en el caso del Sahara Occidental’, el 1 de septiembre de 2015, ya cumplidos los 84 años; probablemente sea el doctorando de mayor edad de España.

En 1991 había pasado a la situación de Reserva, o sea, jubilado. Su tesón hizo posible que el Tribunal le otorgara la máxima calificación posible, Sobresaliente cum laude, y luego la universidad le concedió el Premio Extraordinario de Doctorado.

Hoy, a los 91 años, su mente lúcida y ágil es envidiable.

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