En uno de esos Congresos Nacionales sobre accesibilidad y tecnología celebrado hace unos años se hizo la siguiente reflexión:
“En un mundo monetizado con ausencia de recursos, donde la eficiencia es a cambio de altos costes y la accesibilidad ha de ser considerada. ¿Hay dinero para el cambio? ¿La Administración Electrónica se puede desarrollar sin dinero? ¿Hay suficiente dinero para esto?”
A dicha reflexión se expuso que años atrás se publicó una ley que regulaba la accesibilidad electrónica de los ciudadanos con las administraciones en una época donde existía una mínima deuda y un mínimo paro, como resultado nos encontrábamos con un máximo de ingreso de las administraciones y de un máximo número de cotizantes a la Seguridad Social. Entonces, en aquel momento, el planteamiento era el de un derecho.
Con el tiempo la crisis ha hecho que las Administraciones tengan que ser especialmente sensibles en la reducción de gastos y eso implica el no poder dar servicios a todos los que lo necesitan.
En mi opinión, lo expuesto en el congreso demuestra que las administraciones piensan mucho en si mismas. No existen ni costes ni gastos, sino más bien una inversión, de la que salen beneficiados los usuarios y con ellos la sociedad.
- ‘Coste’ es la cantidad de dinero que cuesta hacer que las personas con discapacidad reciban una formación en igualdad con los demás.
- ‘Gasto’ es que después del coste para hacer accesible la educación, las personas con discapacidad formadas no puedan acceder a su puesto de trabajo porque la sociedad no está adaptada.
- ‘Inversión’ es hacer que una persona con discapacidad pase de ser un sujeto pasivo a ser un sujeto activo en la sociedad que trabaja, consume y paga sus impuestos.
Pensemos que si existen escaleras que impiden a una persona en sillas de ruedas el no poder acudir a su puesto de trabajo ¿Dónde estaría el gasto? En construir una rampa o en pagarle una pensión porque no puede trabajar.
Si se adapta el entorno para que una persona en silla de ruedas pueda ir a trabajar y se eliminan todo tipo de barreras, acudirá a su puesto de trabajo y en su nómina se le retendrá el impuesto correspondiente al salario. En consecuencia no estará siendo un sujeto pasivo que recibe nada más que atenciones, sino que estará aportando. Pero es que además el estado recibirá retornos en forma de impuestos como consumidor activo cuando esta persona disfrute de su tiempo de ocio.
Matías Sánchez.
