Continuamos con el linaje Barrantes, de origen gallego, asentado primariamente en la sede de la Orden de Caballería de Alcántara; y concretamente con Francisco Barrantes (1554 -+junio de 1691). Abandonado el estudio, marchó a Flandes y después a Italia, a los presidios de Palermo, y se salvó de la muerte porque no pudo pasar a Túnez cuando le llamó el capitán Diego Maldonado, su deudo de Ciudad Rodrigo, perdiéndose aquella posesión en 1574.
El virrey de Sicilia mandó al capital Peralta con un grupo escogido, entre los que estaba Francisco Barrantes, para desde Constantinopla ir hasta cerca de Chipre y volver a Sicilia por todo el mar Mediterráneo en búsqueda de los turcos, pero llegaron tarde para socorrer la toma de La Goleta en Túnez, la cual cayó finalmente.
Cinco años estuvo Francisco en los presidios de Sicilia y en las galeras de don Juan de Austria, y con el hermano del rey quiso partir para Flandes, pero su padre le obligó a retornar a Alcántara antes de hacerlo. Desembarcó enfermo en Alicante, y en Albacete se le agravaron los males, y al cabo llegó a Alcántara: “Y vino el Don Franzisco a Alcántara el más apuesto y más gallardo y bizarro soldado, y de más ricos vestidos y aderezos que en la vida de los que eran viuos en Alcántara jamás hauian visto venir otro semejante natural de fuera al pueblo, y como él gentil hombre mui bien dispuesto, hermosso, mui hombre y mui comedido con todos, ganó tanto los corazones de todo el pueblo que no habluan en otra cossa” (fol.74r).
Aprendió lenguas como su hermano mayor Alonso: latín, francés, italiano, árabe y portugués. Casó en Arroyo del Puerco en agosto de 1578 con una rica hija de perulero, renunciando a servir la capellanía, que fundó Inés Fernández Barrantes ‘La delgada’.
Al año moría su padre, quien le dejaba la mejora del quinto de sus bienes, además de las legítimas. De la vida en Arroyo del Puerco queda algún testimonio en su actos legales ante los escribanos. El 9 de febrero de 1579 vendían un huerto a Francisco de la Plata por 30.000 maravedís.
Como herederas de su padre, Alonso García perulero, doña Juana y su hermana doña Isabel, y sus hermanos, otorgaban poder el 21 de mayo de 1580 para cobrar los privilegios situados sobre las alcabalas de Mérida, que repiten el 4 de marzo de 1581.
Meses después, el 25 de octubre, Francisco Barrantes se obliga a pagar 3.818 reales a Hernando de Ovando Ulloa por 88 puercos que le compró. Debió fallecer doña Juana a principios de esta década. El 8 de mayo de 1585 su marido, Francisco Barrantes, era vecino de Alcántara, cuando sus cuñados Pedro Copete Sotomayor e Isabel Domínguez le dan poder para cobrar los juros de las alcabalas de Alcántara.
Un vecino de Arroyo, Diego Sánchez Mingo, se compromete a pagar a Francisco, vecino de Alcántara, 18.750 maravedís por dos bueyes el 18 de enero de 1588.
En el concierto por la partición de bienes de su madre, Isabel Domínguez, su hija homónima, cuñada de Francisco, reclama el 20 de septiembre de 1588 su parte para sí y para sus sobrinas Mariana e Isabel, hijas de la ya difunta doña Juana.
En segunda nupcias contrajo matrimonio con doña Ana de Cuéllar. El 2 de marzo de 1588 se le concedió el título de regidor de Alcántara. Casado de nuevo y viviendo en Alcántara mantuvo sus relaciones comerciales con vecinos de Arroyo y Aliseda, como las 130 cabras que le compraron Aparicio Durán y su mujer Isabel González el 15 de julio de 1589 por 1.560 reales; otras 203 cabras a diferentes vecinos de Aliseda; y 74 más a Antón Sánchez, también de Aliseda, en 1590. Renunció al Regimiento de Alcántara, que pasó el 8 de junio de 1591 a su sobrino don Pedro Barrantes Maldonado.
En torno a esa fecha falleció Francisco Barrantes, el 6 de junio, Jueves de la Ascensión del Señor; se le administró la extremaunción, y el día 8 se producía el traspaso del Regimiento. El 3 de septiembre Rodrigo Flores y María Jiménez, de Arroyo, se obligaban a pagar a doña Ana Ruíz de Cuéllar, ya viuda, 25 ducados por un buey.
Francisco fue acusado de intentar matar al cura de Herreruela Francisco Hernández Morgado, enviando seis hombres tiznados cuando el clérigo se dirigía a una huerta de la encomienda de Piedrabuena para confesar a un enfermo. La victima refiere que el hecho era una venganza de Francisco Barrantes porque le había reprendido por jugar a los naipes en el cementerio de Herreruela. Mientras se dirimía el pleito falleció de repente Francisco, y pretendió el clérigo que los albaceas del difunto le pagasen los gastos que había tenido en los juicios y ciertos daños hechos a sus ganados. Ante la actitud del cura, doña Ana de Cuéllar, viuda de Francisco Barrantes, y su cuñada doña Constanza Barrantes se presentaron en casa del sacerdote el 17 de agosto de 1593. Tras una discusión, Constanza le asestó un palo en la cabeza y en el cuerpo, llamándole “bellaco, ladrón, borracho”. Tuvo que intervenir en su socorro la madre del cura, Isabel Flores, mujer de Lorenzo Hernández, momento en que doña Ana de Cuéllar le propinó a esta un arañazo junto al ojo. Consiguientemente, el hermano mayor del difunto Francisco, Alonso Barrantes Maldonado, denunció a Isabel Flores por lo que él entendía como declaración injusta contra su hermana Constanza y su cuñada doña Ana de Cuéllar, y la mandó prender.
No fue esta la única vez que Alonso Barrantes Maldonado tuve que defender el honor de su difunto hermano Francisco. Hernando Alonso, morador en Herreruela, propagó que Francisco había muerto sin confesar y sin resignar el Regimiento que poseía en su hermano Alonso, y que ambos hermanos quisieron matar a un tal Pedro Caldera, portugués, vecino de Alcántara, por unos dineros que había dado este a su padre, Pedro Barrantes Maldonado (el suceso se verá en lo dedicado al capitán Alonso Barrantes). Alonso asegura que Frey Nicolás Barrantes confesó a su hermano Francisco el día de la Ascensión de Nuestro Señor de 1591, y que el arcipreste le dio la extremaunción; y que renunció al Regimiento en Pedro Barrantes, hijo de Alonso y sobrino de Francisco.
En junio de 1595, la viuda doña Ana Ruíz de Cuéllar, que vivía en Herreruela, demandaba a Miguel de Aguilar, hijo y heredero de Francisco de Aguilar, el oficio de procurador del lugar que había poseído su difunto esposo para que lo gozasen sus hijos don Pedro Barrantes y doña Ana de Cuéllar, y por ser menores lo administrase Juan de Robles, como así se le concedió por sentencia de 7 de septiembre de 1595.
Con motivo de la averiguación de rentas de 1597 se alcanza a saber que sus herederos habían liquidado los tratos comerciales de ganado que le habían convertido en un hombre muy rico: “Hera un honbre muy rico e que tenía muchos tratos de ovexas, carneros, puercos, chivos en mucha cantidad. Murió e sus herederos de deshiçieron del trato y enpleado muchos dineros en renta de que no deven alcavala”.
Ana Ruiz de Cuéllar hizo testamento en 1623.
3.1.1.1.9.6.10 Un hijo natural, fraile en la provincia de San José, llamado Fray Diego de Alcántara: “Otro hijo tuuo Pedro Barrantes Maldonado natural, que es yo frayle franzisco en el monasterio y prouincia donde están su hermanos Fray Pedro y Fray Diego, de manera que ressumiendo los hijos que tiene Pedro Barrantes Maldonado y doña Mariana son: un hijo cassado, una hija cassada, un hijo Alférez, otro hijo en el zielo, zinco hijos religiossos descalzos de San Franzisco y otro muchacho que dessea ser clérigo por tener de todos estados para servizio y gloria de Dios” (fol. 46v).
Fuentes:
López de Zuazo y Algar, José María; Martín Nieto, Dionisio A.; Martín Nieto, Serafín; Miranda Díaz, José María. ‘Noticias de Alcántara. La Villa de Alcántara en tiempos de Pedro Barrantes Maldonado’. ISBN: 9788492473670. Editorial: Institución Cultural El Brocense. 2010. Cáceres.