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Julián Quintanilla. La afilada pluma que parió La Chary. Grada 149. Perfil

Julián Quintanilla. La afilada pluma que parió La Chary. Grada 149. Perfil
Foto: La Quinta Página
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Nacido en Badajoz en 1975, Julián Quintanilla es licenciado en Dirección Escénica por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid; en Cine por la Universidad París 8; y en Guion Audiovisual por la Escuela de Guionistas de Francia, siendo el único español admitido en ella.

Uno de sus trabajos más conocidos es el mediometraje ‘El mundo entero’, rodado en el barrio de San Roque de Badajoz, cuyo personaje protagonista es La Chary, apodo con el que era popularmente conocida su madre en dicho barrio, donde nació. Con él ha obtenido numerosos reconocimientos, entre ellos el primer premio del jurado en el Festival de Cleveland, que le cualificó para competir en los Oscar de 2018, y también fue candidato a los Goya de 2018 elegido por la Academia de Cine. Ahora encuentra continuidad con la publicación de la novela ‘La vida entera’, en la que sigue indagando en la fabulosa vida de su madre.

San Roque es uno de los barrios más reconocibles de Badajoz y suele marcar a sus vecinos. ¿Qué memoria guardas de tu infancia?
Mi novela ‘La vida entera’ es, de alguna manera, la memoria emocional de una parte de mi infancia en el barrio pacense de San Roque. Por eso he decidido convertirlo en el decorado cuasi fantástico de mis obras. Quizá solo exista en mi cabeza de esa manera tan mágica y tan onírica. Pero es así como vive en mí, los personajes son fascinantes, teatrales y llenos de gracia. De entre todos, el más tremebundo es, por supuesto, La Chary, la madre que me parió y que tuve la suerte de tener en casa cerquita de mí. Por eso siempre digo que desde muy pequeño tuve la extraña sensación de que me había puesto en la tierra para poder observar de cerca a esa impresionante mujer; para poder escribirla más tarde habiéndola conocido muy bien de primera mano. No solo por haberla querido, sino por haberla admirado. Para mí, más allá de que fuera mi madre, La Chary era la Lina Morgan del barrio pacense de San Roque.

Hemos leído que, ante todo, te consideras escritor. ¿A qué se debe tu interés por los libros y por la creación literaria?
La Chary era una mujer humilde pero tenía una cuantiosa biblioteca en casa que aún conservo. ¡Le encantaba leer! Así que de casta le viene al galgo. Yo siempre lo digo. ¿Cuál es la mejor forma de inculcarle a un hijo la lectura? Que vea a sus padres leyendo. Recuerdo que cuando tenía 6 años llegué llorando a casa porque me había apuntado a una biblioteca y había cogido y devuelto tres libros en un día, tras lo cual la bibliotecaria me riñó a voces porque el máximo era uno al día. Claro, la mujer ya había hecho un esfuerzo dejándome sacar tres, pero para mí era poco. También recuerdo el escándalo que La Chary le montó después a la bibliotecaria en pro de la cultura: “¡El niño que coja los libros que quiera, que son gratis!”. Esa escena la tengo pensada colocar en una de mis novelas o películas. Os vais a reír.

Julián Quintanilla. Foto: La Quinta Página
Julián Quintanilla. Foto: La Quinta Página

¿Qué te llevó a rodar ‘El mundo entero’, inspirada en tu madre y rodada en tu barrio en Badajoz? ¿Esperabas la repercusión que ha tenido?
Un día me cansé de que nadie me hiciera caso y decidí rodar esa película a mi modo de cabo a rabo. Jamás hubiera esperado semejante repercusión porque yo no trabajo para eso. Mi obsesión es la excelencia artística y dejar un legado que haga justicia con los olvidados. Estoy muy feliz de que a fecha de hoy la escena de La Chary gritándole al mundo “Que cada uno se coma lo que quiera” la hayan visto ya casi 100 millones de personas. Y el mediometraje completo, más de un millón. Y lo más bonito de todo es que aquel que conoce a La Chary ya no se olvida de ella nunca más. Así que, al parecer, lo he conseguido, una de esas personas olvidadas es ahora menos olvidada. Y algo curioso, el otro día di una entrevista en televisión donde emitieron el ‘booktrailer’ de mi novela; en él salen las fotos de mi madre conmigo cuando era niño y ella era madre soltera, en una época donde la ponían de puta para arriba por haber tomado esa decisión. Pues bien, yo no sé dónde están todos aquellos que la ponían de vuelta y media, pero la que ha salido en el telediario por cambiar el mundo para mejor, hoy, 40 años después, es La Chary. La Chary, sí, y no sus verdugos. La justicia poética existe.

Ahora le das continuidad con tu primera novela, ‘La vida entera’, en la que La Chary cuenta su historia desde el más allá. ¿Cómo ha sido el proceso de escribirla?
Como si me hubiera bebido un vaso de agua. La escribí del tirón es dos meses y, si tengo que decir la verdad, sin colosal esfuerzo. Es como si me hubiera estado preparando toda la vida para ello.

Había escrito un par de años antes el guion del largometraje, para el que no encontré productor. Así que me dije: “esta historia no va a quedarse en un cajón”. Me agarré los machos y me escribí la novela de golpe. Como un vómito. Sobre todo después de haber sido traicionado por gente a la que yo quería y que me dio la espalda al leer el largometraje. Me dijeron que rodar en Badajoz era una catetada, que los Carnavales de Badajoz les parecían una horterada y que se habían cansado de La Chary. “¿Qué los míticos Carnavales de Badajoz son una horterada? ¡Vete a tomar viento fresco!”. Eso le hubiera soltado mi madre a los susodichos. Y, por supuesto, que me dijeran que se habían cansado de La Chary fue una puñalada que ni quise ni pude tolerar. Porque, para mí, a esas personas La Chary les había dado la gloria.

Pero yo, nada; yo fui elegante y me callé. Aunque siempre pensé que lo que tenía que haberme dicho esa gente, después de haberles llevado con mi mediometraje hasta Hollywood, era: “Quintanilla, confío en ti”. Pero no. Me intentaron rebajar y humillar. Incluso intentaron ningunearme diciendo que yo no era director de cine porque solo había dirigido un corto. Hasta me lo gritaron delante de gente en una fiesta: “Uy, claro, es que ahora se cree director de cine por haber ganado 44 premios”. No se me olvidará. Eso me lo dijeron tras no conseguir la nominación, después de estar cualificado a los Oscar y ser candidato al Goya. Antes, su discurso era el contrario. Claro, por si acaso, “no vaya a ser que este gane el Oscar y yo me quede fuera”. El éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano.

Cuando le conté a un amigo mío todo lo que me estaba pasando me dijo: “No hagas ni puñetero caso. Mira cariño, me has hecho sentir más con tus 30 minutos que algunos otros con toda su filmografía”. Y mucha más gente me dijo lo mismo. Eso me curó. No hay obras de arte pequeñas, solo mentes pequeñas. Tardé un par de años en curarme de la traición, pero me curé. Y tras curarme me dio todo igual.

Yo quería que La Chary tuviera su monumento. ¿Que no puede ser un monumento cinematográfico? ¡Pues será literario! Y ahí está. Inmortalizada para siempre. Me encanta pensar en la cara de toda esa gente que quería que esta historia se quedase en un cajón cuando publiqué mi novela y se vendieron de golpe 1.000 ejemplares. Total, ¡no era la primera vez que me pasaba! Lo mismo me habían dicho con el mediometraje y terminé estrenando en Hollywood. En ese sentido me siento igual de fuerte que La Chary, pero siempre me pregunto qué ocurrirá cuando esa gente tóxica le diga las mismas barbaridades a artistas que no sean tan fuertes como yo.

De eso habla también mi novela, cuando me centro en la lucha de una madre soltera en los 80. Porque no todas las mujeres eran tan fuertes como La Chary. Pero todas tenían que pasar por lo mismo que ella. Mi madre resistió y ganó la batalla. ¿Cuántas se habrán quedado en el camino? ¿Cuántos artistas se hunden y tiran la toalla por la envidia de los demás? Por eso he decidido que voy a ser peleón. Por todos los que no pueden. A mí no me da miedo luchar por lo que creo. Al menos ahora no. Ya no. Nunca más. Se acabó el miedo.

En el capítulo 15 de la novela La Chary canta un fandanguito, compuesto por ti y al que pone voz Falete. ¿Cómo surgió esa colaboración?
Conocí a Falete gracias a José María Cámara, el productor mítico de Mecano. Habíamos hecho buenas migas al desarrollar un proyecto de espectáculo teatral. Cuando terminé la novela quise grabar la canción y le llamé. Me dijo: “contigo al fin del mundo, Quintanilla”. Me emocionó mucho que la voz flamenca más grande de España confiara en mí. Nunca lo olvidaré. Grabamos el fandanguito en tres horas en el estudio del mítico Jesús Bola, donde se gestó buena parte de la discografía de Camarón y Rocío Jurado. Falete me dice siempre que tuvo la mística sensación de que La Chary había estado con él mientras le ponía voz. Y yo le creo. Fue todo tan mágico que cada vez que lo comentamos nos da escalofríos. Fue muy fácil trabajar con Falete. Es un genio de siete cerebros. Y su voz es poderosa. El ‘Fandanguito de La Chary’ quedará para la posteridad. Si no me creen, escúchenlo.

Portada de la novela 'La vida entera'
Portada de la novela ‘La vida entera’

También tienes un amplio bagaje en el teatro. De hecho, tu obra ‘Mi abuela, la loca’, basada en la novela homónima de José Ignacio Valenzuela, se estrenará en Argentina en 2021, protagonizada por Norma Aleandro y Óscar Martínez. ¿Qué supondrá para tu trayectoria como autor teatral?
Norma Aleandro es la actriz más importante de la historia del cine y el teatro en lengua hispana. Una leyenda viviente. Que haya elegido mi obra teatral es un gran honor. El día que me comunicaron que iba a protagonizarla me dio un desmayo y me tuvieron que socorrer. La escenografía está montada en un teatro de Buenos Aires esperando que el Covid nos deje estrenar. Iba a ser en mayo. Ahora será en 2021.

No sé lo que supondrá para mi carrera, pero personalmente es un sueño impensable que de pronto se ha hecho realidad. De momento, la importante agencia internacional de autores teatrales de Marta Fluvia me ha elegido para representarme mundialmente. Y la mítica agencia internacional escandinava Dramaten me ha incluido entre sus autores para representarme en sus cinco países: Suecia, Noruega, Islandia, Finlandia y Dinamarca. Como me digan algún día que mi obra se va a estrenar en finlandés me dará otro desmayo y me tendréis que socorrer de nuevo. Y para más inri, Norma Aleandro ha escrito el prólogo de la obra para la publicación del texto. Todo lo que me está pasando supera con creces los sueños de aquel chiquillo de Badajoz que salió de su tierra para crecer como persona y como artista. Ya me puedo morir tranquilo.

¿Qué proyectos tienes en mente?
Quiero rodar la película en la que está basada mi novela. Es un proyecto a fuego lento, porque quiero hacerlo a mi manera. Así que no sé cuánto tardaré. Estoy buscando a una actriz que me interprete a La Chary como yo quiero y por el momento no la encuentro. Pero aparecerá. Mientras eso ocurre, estoy escribiendo. Mi próximo texto va a ser muy peleón. Tengo la pluma muy afilada últimamente. Es casi un arma, sí, pero llena de bondad.

Julián Quintanilla. Foto: La Quinta Página
Julián Quintanilla. Foto: La Quinta Página

Afincado en París, ¿estás al tanto del panorama artístico extremeño? ¿Qué futuro le auguras al sector en nuestra región?
En Extremadura nunca te van a tomar en serio como artista si te quedas ahí. Si eres un chico joven y me estás leyendo, hazme caso: vete y fórmate en las mejores escuelas. Vuela como el viento. Conoce el mundo. Y, sobre todo, no esperes nada de ninguna institución extremeña, porque no te apoyarán, a no ser que seas el hijo de un poderoso o un enchufado de los caciques de turno. Y casi mejor. Siempre he creído que aquel artista que consiente en prostituir su don, el universo se lo retira.

¿Tenéis los creadores una función social, crees en la misión transformadora del arte para mejorar la sociedad?
Absolutamente. Si el universo te da un don solo puede ser para cambiar el mundo. ¿De qué vale callarse ante las injusticias? ¿De qué vale hacer un silencio y colaborar pasivamente con el fascismo? De nada. De eso habla toda mi obra. Del poder de alzar la voz. Porque los poderosos tienen muchas frases inventadas para tenernos bien calladitos. Y saben que atreverse a hablar es un gran poder. Por eso me he propuesto no callarme nunca más. El artista tiene que darse a sí mismo la misión de ser mago. De erigirse representante de todos aquellos que no tienen tanta voz ni tanta fuerza para transformar las cosas. Un artista que no quiere cambiar el mundo ni es artista ni es nada.

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