El pasado mes de septiembre, por fin, se celebró el quincuagésimo aniversario del rallye por excelencia de Extremadura; digo por fin porque, por el Covid, el pasado año no se pudo celebrar.
Tras este parón obligado, dicha prueba se puso en marcha con los prolegómenos para su celebración, empezando por las verificaciones, briefing, etc. Así quedó todo preparado para su celebración el sábado 25 de septiembre, día que arrancaron los motores a las 7.00 horas en el Recinto Ferial de Almendralejo. Este año fueron 95 los participantes, tanto de fuera como de dentro de nuestra región. Contó con un recorrido de 624,740 kilómetros; de ellos fueron 102,640 kilómetros cronometrados, con cuatro secciones y cuatro tramos: Fuentes de León, Cortelazor (Huelva), Culebrín y Tentudía.
Dicha prueba estuvo organizada, como siempre, por el Motor Club Almendralejo, y fue puntuable para el campeonato, copa y trofeos de Extremadura de Rallyes 2021, el campeonato extremeño de escuderías y la Copa FEXA-Recalvi. Todo un espectáculo de prueba que han ganado pilotos como Chus Puras, Miguel Fuster o Carlos Sainz.
Qué decir de este evento, además de que tengo el orgullo de llevar asistiendo al mismo desde sus primeras ediciones, las cuales apenas tenía nada que ver con lo que es ahora, tanto por los sitios por los que pasaba como por otros muchos detalles. Estábamos menos y era más como en familia; por otro lado, deportivamente hablando, eran otras máquinas. Muchos años, muchas anécdotas, casi siempre buenas, aunque también algún recuerdo de personas que se quedaron por el camino.
Lo que más destacaba entonces era su duración y sus horarios. Nos íbamos el sábado a mediodía a Almendralejo; en su plaza se agrupaban todos los coches en un parque cerrado, donde podíamos ver las máquinas que más tarde pasarían a nuestro lado rugiendo con sus motores; a eso de las 7.00 horas ya empezábamos a tirar para Feria, el sitio por excelencia; aquellas curvas con sus propios nombres, como la de ‘La paella’ o ‘El culebrín’, entre otras; cuando llegábamos a la curva que fuera ese año la que habíamos elegido empezaba la fiesta; veíamos anochecer disfrutando de la compañía y unos buenos bocadillos y, cuando menos te lo esperabas llegaba la primera pasada del coche cero, indicando que todo comenzaba.
Así hasta ver amanecer tras pasar toda una noche mágica de motor; por la mañana, ya con el sol calentando, veíamos la última prueba, y de ahí para Almendralejo a ver al ganador y al resto de participantes, y con ello cerrar la fiesta del motor; cuando te dabas cuenta era domingo a mediodía, y llegabas a casa muerta pero satisfecha y emocionada con todo lo vivido. Y, por supuesto, contando los días para que el año pasara rápido y volver de nuevo.