Subsiste en Cañamero la ermita de Santa Ana, construcción popular del siglo XVIII construida con mampostería y ladrillo, materiales constructivos básicos.
Tiene una curiosa planta, estando rematada por una pequeña cúpula. Posee un espacio interno organizado en tres naves separadas por arquerías sobre pilares. Tiene cabecera semicircular, que se parte en dos sectores, rematándose el primero con bóveda de medio cañón y el segundo con aristas. Solo tiene una capilla de planta cuadrada que se abre en el lado izquierdo.
Preside la imagen de Santa Ana, bajo un arco apuntado, decorado con pometeados, característico de finales del siglo XV. Esta talla de bulto de Santa Ana se sitúa en el eje central, de pie, luce toca blanca, propio de las santas casadas, amplio manto verde y rosáceo que cuelga en marcados pliegues hasta el suelo; aparece como ensimismada, con la mirada fija al frente y gesto sereno, apenas expresivo, reflejando una apacible ancianidad muy matizada, la mano derecha se la lleva el pecho y con la izquierda sostiene un libro. En cuanto al Niño, aparece de pie, leyendo un libro. La imagen del niño es moderna y no se corresponde en absoluto con la talla de Santa Ana, fechable en los inicios del siglo XVII. Al lado, un Niño Jesús de Praga, moderno.
Desde la ermita de Santa Ana se pueden iniciar varias excursiones a pie, disfrutando del paisaje por el camino del Risco Gordo o el de los Castillejos. Es interesante mencionar el sendero de Isabel la Católica, que une Cañamero con Guadalupe por un camino señalizado, pasando por la Cruz de Andrade, el Melonar de los Frailes y el castaño, el más viejo ejemplar conocido de Extremadura. Cañamero es punto de partida en esta ruta caminera y guadalupense de dos leguas largas, arte rupestre, un asesinato alevoso, pastores sabios en el camino, el agua corriendo, antiguos cerezales asilvestrados, un castaño milenario con nieto, el pico Villuercas coronando, la fuente la Gaita y la ermita de Santa Catalina como antesala de Guadalupe.