En mi ya largo peregrinaje cultural por estos pueblos de las Vegas Bajas continúo topándome con grandes y gratas sorpresas, encarnadas unas veces en brillantes espectáculos y artistas, y otras en personas e instituciones de esos y de esas que hay en todos nuestros pueblos y cuya principal función, interés y empeño es promover la cultura y hacerla llegar al máximo de gente en sus respectivas localidades.
Hace unos días, concretamente el sábado pasado, fue una de esas ocasiones en las que tuve ocasión de encontrarme con unos y otras. De un lado, con Serafín Doblado, concejal del Ayuntamiento de La Garrovilla, entregado las 24 horas de su jornada a la elaboración de una amplia y brillante programación cultural con la que puedan disfrutar los vecinos de esta bonita localidad de nuestra comarca.
Presentaciones de libros, conciertos, teatros, recitales… todo cabe en su programación cultural. Y por eso, allá que me fui a presenciar una obra de teatro que se anunciaba en el cartel como ‘La habitación de Rosa’, interpretada por una bailaora (Fuensanta Blanco, como Rosa), un guitarrista (Manolín García) y un rapsoda (Javier Llanos).
Bueno, pues un cuadro flamenco, pensé. Sabiendo de mi afición flamenco aguantaremos el tipo, me dije.
‘La habitación de Rosa’ es una idea enteramente original, gestada “en los pensamientos, miedos e ilusiones” de esta joven bailaora emeritense, conjugado a la perfección con la maestría del actor Javier Llanos, también emeritense, y culminado con una perfecta ejecución del guitarrista fuentecanteño, Manolín García.
“Libertad, sinceridad, conmigo misma y con el público”, en palabras de su protagonista, son el hilo conductor de este proyecto íntimo al que Javier Llanos se une desde el primer momento y con cuya participación la idea primigenia y original de Fuensanta desemboca en la intimidad de una habitación, la de Rosa, en la que transcurre toda la secuencia y “en la que cada uno hace lo que le apetece y le da la gana”, insiste Fuensanta.
A lo largo de la representación, el actor Javi Llanos va declamando versos y textos de algunos autores españoles de los años 30 con los que logra dar cuerpo a un guion enteramente libre y, al mismo tiempo, acompasar el baile y el espectacular taconeo de nuestra joven bailaora.
Al toque de la guitarra un joven Manolín García, que con su impecable ejecución de los diferentes palos flamencos (peteneras, tarantos, rumbas, bulerías, alegría, música popular española…) con los que tuvimos oportunidad de disfrutar, lejos de ser un mero acompañante y testigo ‘mudo’ en esta habitación, adquiere verdadero protagonismo, y con el son de sus acordes limpiamente tañidos y su mirada fija en el firme y contundente contorneo de Fuensanta logra, sin duda, cautivar al público asistente.
Así es, amigos. La vida está llena de oportunidades, y el sábado, en la Casa de la Cultura de La Garrovilla, tuve una de esas que no se buscan sino que te las encuentras. Y estas son las mejores.
Desde el instante en el que ocupé mi localidad sospeché que algo especial iba a suceder. El sombrero de Javier sobre la platea, los trajes y mantones de la bailaora pendiendo en un perchero en el pasillo, la bailaora acicalándose y peinándose en pleno escenario… Todo muy raro pero muy elocuente. Se avistaba una gran noche de magia y arte sobre el escenario. Y así fue. La trama iba sucediendo tal y como mis presagios me apuntaron.
Gracias a los protagonistas, al teatro, al flamenco, a la poesía, a la música, al público… y, cómo no, a ti, Serafín Doblado, por el empeño y la apuesta permanente que haces por la cultura. Me reafirmo en tus palabras: “Hay que educar a la gente en la cultura y eso se consigue haciendo y trayendo cultura a los pueblos”. ¡Y, gracias por las fotos!
¡Hasta la próxima!