El autismo es un trastorno en el desarrollo del cerebro que comienza en los niños antes de los 3 años de edad y ocasiona alteración cualitativa de la acción social, de la comunicación y patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y estereotipados, según el Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico.
La historia del estudio científico del autismo comienza con la publicación en 1943 del artículo ‘Trastornos autistas del contacto afectivo’, de Leo Kanner; pero sufrirá diversos avatares que retrasarán el avance de la investigación hasta bien entrado el decenio de 1960.
El aislamiento social, los problemas educativos y laborales, la ansiedad, el estrés, el acoso y las autolesiones, son complicaciones de esta enfermedad durante toda la vida, que sufría el 3% de la población mundial en 2020.
En Extremadura padecen autismo entre 500 y 600 personas, según un informe de ese mismo año. Tres asociaciones atienden sus necesidades: la Asociación de padres de niños autistas de Badajoz (Apnaba), la Asociación de personas con trastorno del espectro del autismo de Cáceres, y la Asociación de Síndrome de Asperger de Extremadura, en Badajoz. La Junta de Extremadura atiende esta diversidad en aulas especializadas para alumnado con trastorno del espectro del autismo en numerosos colegios de la Comunidad.
Nos ha impresionado el discurso de Elizabeth Bonker, la mejor estudiante del Rollins College, en Estados Unidos, quien padece autismo sin habla y se comunica escribiendo en una máquina. Sus compañeros la eligieron para que diera el discurso de graduación y ella dio una lección a todos, pidiéndoles que usaran sus voces para ayudar a los demás.
A sus 22 años lleva toda su vida sufriendo esta enfermedad. Sabe mucho de “logros compartidos”, aseguró. “He escrito este discurso usando un dedo y con un compañero que sostiene un teclado. Mis problemas neuromotores también me impiden atarme los zapatos o abotonar una camisa sin ayuda. Rollins nos ha demostrado a todos que compartir da sentido a la vida”.
No se paró ahí Elizabeth. Dijo más: “He luchado toda mi vida sin ser escuchada ni aceptada. Una historia en la portada de nuestro periódico informó cómo el director de mi escuela secundaria le dijo a un miembro del personal: el retardado no puede ser el mejor estudiante. Sin embargo, hoy estoy aquí”, señaló.
Emuló después a Martin Luther King: “Tengo un sueño: comunicación para todos. Hay 31 millones de personas con autismo que no hablan en el mundo, que están encerradas en una jaula silenciosa. Mi vida estará dedicada a aliviarlos del sufrimiento en silencio y a darles voz para elegir su propio camino”.
Bonker utilizó también el humor para instar a sus compañeros a ayudar a su comunidad. “Dios te dio una voz. Úsala. Y no. La ironía de un autista que no habla alentándote a usar tu voz no se me escapa. Porque si puedes ver el valor en mí, entonces puedes ver el valor en todos los que conoces”, concluyó su discurso, desatando así el aplauso de todos sus compañeros.
La jaula silenciosa de las personas autistas. Solo ellos y sus familias conocen esa jaula y sus barrotes a la libertad.