Buscar

La mujer y su lucha

La mujer y su lucha
Clara Campoamor. Retrato y explicando a las mujeres su lucha. Ilustración: Antonio del Barrio Estremera

Hoy quiero asomarme a esta ventana con el fin de abanderar junto con las mujeres de todo el mundo la reivindicación histórica de igualdad en derechos y deberes entre hombre y mujer, de la no subordinación de la mujer al hombre, de otorgar a la mujer el respeto y las oportunidades que merece como ser humano.

Nunca estas ‘demandas’ deben nacer de la desigualdad y opresión por parte del hombre hacia el género femenino, o mejor dicho hacia ningún ser humano, sea su condición o su biología la que sea, sino de la capacidad de las personas para competir en igualdad de condiciones desde el respeto y la integración; y, por supuesto, jamás ha de mediar violencia por motivo de género, causa suficiente para castigar y perseguir a quien la ejerza.

Tolerancia ‘cero’ con la violencia (con toda la violencia) y en este caso que nos compete con la violencia de género, pero además cultura en la base, mucha cultura en la base. Sin esa semilla, la tolerancia ‘cero’ jamás se conseguirá, será como sembrar en un terreno baldío. En la agricultura, para que una tierra dé sus frutos, hay que prepararla y abonarla previamente; pues que nos valga este símil, y que el ‘abono’ para nuestra mejor cosecha sea la cultura y los valores, con mayúsculas; si no, el camino será incierto.

Ahí me alineo yo como hombre, pero ante todo como persona, a esa lucha que empezó el filósofo y sacerdote francés Poullain de la Barre en su tratado ‘Sobre la igualdad de los sexos’, en 1673.

Y después, en el siglo XVIII, en plena ‘Ilustración’, cuando algunos autores liberales como Rousseau relegan el papel de la mujer, es Olympe de Gouges (Francia, 1748) quien escribe su ‘Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana’ en 1791, impregnada de la filosofía de la ‘razón’, en contraposición a aquellos que otorgaban a la mujer un papel secundario.

En consonancia con todo ello, algunos hombres avalaron las ideas en favor de la mujer, como el filósofo y matemático Nicolás de Condorcet (Francia, 1743), que defendió ‘sus derechos’ incluyendo en su obra la reforma educativa y el pensamiento feminista.

Sin embargo, el olvido y vacío aparente de la relegada figura de la mujer en el estado liberal, que se prolonga hasta el siglo XX, no va a ser denunciado hasta que la escritora y filósofa Mary Wollstonecraft, nacida en 1759 en Londres, lo hace en su libro ‘Vindicación de los derechos de la mujer’ (1792).

En España el movimiento feminista es algo más tardío; es la periodista Concepción Arenal su precursora. Nacida en Ferrol en 1820, hizo la carrera de Derecho vestida de hombre porque no se permitía a la mujer ocupar dicho ámbito, ejerciendo después dicha profesión en favor de las mujeres.

También la abogada y política Clara Campoamor (Madrid, 1888) consigue que la Constitución de 1931 incluya el derecho al voto femenino, con su defensa a ultranza en las Cortes de aquella época.

Otras feministas españolas, como Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 1851) escritora y sufragista en la lucha, comprometió su vida para que llegasen a la mujer las ciencias y la gramática; o Rosalía de Castro (1837, Santiago de Compostela), escritora, dama culta, pionera del feminismo literario en su propia poesía, su ideario lo resumen tres palabras: libertad, independencia e igualdad para las mujeres.

Hubo muchas más, no cabrían en esta página, que han defendido los derechos de la mujer hasta nuestros días; lo conseguido se debe a todas ellas, yo incluí aquí a las más emblemáticas y precursoras, pero la labor hasta llegar al presente se debe a millones de mujeres en todo el mundo; va mi homenaje para todas ellas con el pensamiento puesto en lo que aún queda por hacer, y en ello debemos estar los hombres también.

Es labor y responsabilidad de todos, no solo de las mujeres, como dijo Homero, en los albores de la Grecia antigua, ‘La unión hace la fuerza’; por contra la ‘desunión’ aminora dicho empuje.

Ahora, desde el respeto, que es el nexo que debe unir a los seres humanos, daré mi opinión, entendiendo que tiene que haber unas reglas que favorezcan la unidad de acción, basadas en la tolerancia y la libertad de expresión, y la forma de ejercerlas siempre ha de tener como norma el respeto a la opinión de los demás, si esta se manifiesta en los cauces debidos, evitando los radicalismos que alejan en lugar de acercar en la conquista de esta batalla.

Desde un punto de vista social y humano, considero respecto del feminismo que debe hacerse converger a la mujer y al hombre en un vértice común, donde no describamos al ‘ser’ por su género, sino que todos los sexos queden unidos y definidos en un solo ámbito, y este no debería ser otro que el concepto ‘persona’, donde los deberes y derechos se deben igualar para todos confluyendo en el mismo punto.

A partir de ahí, la labor de los seres humanos debe convertirse en un observatorio permanente sobre qué derechos y qué deberes se ven mermados más en unos seres que en otros, ya sean hombre o mujer, y establecer un control y un mecanismo conjuntos para equilibrar por el camino de la razón, el sentido común y la justicia, aquellos aspectos que menoscaban las garantías de cada persona para ser iguales en lo sustancial, en las leyes, en el respeto al otro y en el logro de la felicidad.

El sentido común me dice que en esta lucha por la igualdad debemos huir de los radicalismos y de la división de géneros, porque lo contrario conduce al enfrentamiento y a la supremacía de un sexo sobre el otro, y eso precisamente es lo que la lucha feminista trata de erradicar, la supremacía del hombre sobre la mujer, pero sin caer en la tentación de convertirlo en supremacía de la mujer sobre el hombre. Se trata de ser iguales ante la ley y la justicia, no de ser superiores por conquistar más parcelas de poder.

Quiero terminar este homenaje a la mujer, cuyo punto culminante es el día 8 de marzo, y en esa dirección lo he escrito, diciendo que va por todas las mujeres del mundo, para que el ‘edificio’, de la igualdad y la libertad y el respeto quede construido con una bandera en lo más alto. ¡Que no diga mujer ni hombre, sino persona!

La mujer y su luchaLa mujer y su lucha

Yo me llamo libertad
y en mi nombre:
¡Tantas y tantas mujeres!
han luchado
por ser iguales al hombre
en derechos y deberes
y en esta difícil tarea
grandes cosas han logrado
que merece que se nombren
y se honre su legado.

Y en mi nombre
doña Concepción Arenal
a mitad del diecinueve
estudió en la facultad
las leyes que da el derecho
¡Vestida como los hombres
ajustándose hasta el pecho!
Porque como mujer que se mueve
¡No la permitían tal hecho!
Aunque ahora nos asombre,
madre del feminismo
escritora de valor
se dio cuenta del abismo
y la gran marginación
que tenía el corazón
de millones de mujeres
olvidadas en un ‘cajón’
luchó por su respeto
y por darles formación
todo le dio poderes
y fuerza para mas retos.

Y en mi nombre
doña clara campoamor
consigue que la mujer
vote, con gran honor
en sufragio universal
y se iguale con el hombre
en tan digno menester
aquel momento oportuno
se aprueba en el siglo pasado
en el año treinta y uno.

Y en mi nombre
doña Emilia Pardo Bazán
escritora de ‘postín’
y sufragista en la ‘proa’
reivindica el feminismo
hasta en ‘Los pazos de Ulloa’
periodista y catedrática
puso lo que hay que poner
para que llegasen a la mujer
las ciencias y la gramática.

Y en mi nombre (*)
doña Rosalía de Castro
dama culta y pionera
del feminismo literario
de poetas, la primera
supo llevar en su ideario
que libertad e independencia
unidas a la igualdad
son de la mujer su esencia
así lo plasmó también
escribiendo ‘La hija del mar’
y en muchas letras después.

Y en nombre de la libertad
tantas y tantas mujeres
dieron sus días y edad
por derechos y deberes
que conlleva la igualdad,
Carmen Burgos, Margarita Nelken,
María Moliner, Victoria Kent
O Federica Montseny
primera mujer ministra
¡Cómo lo hizo de bien!
Estoy hablando de España
Pero hubo en el mundo también.

Ya fuera Marie Curie
Con sus ‘Nobel’ en la ciencia
ya con Virginia Woolf
y su pluma a la conciencia.
Todas ellas precursoras
de igualarnos en derechos
pero en la pugna por tal hecho
vayamos todos unidos
los hombres y las mujeres
sin ‘colores divididos’
pues me dice ‘la razón’
amparada en la justicia
la del sentido común
¡¡Que hay tantos caballeros!!
de esta lucha ‘en su milicia’
y de su brillo el “betún”.
¡Que apartarnos por ser hombres!
es sendero con malicia.

Ya seas hombre o mujer
la igualdad en el respeto
es la moneda a valer
¡No es de ley poner el veto!
¡¡Que el estandarte
de luchar por la mujer!!
¡No es propiedad ‘de unos pocos’!
Nos corresponde mover
¡A todos esa bandera!
y llevarla por doquier
sin dejar a nadie afuera.

Combatamos el machismo
con educación y valores
ya en la infancia,
ya en etapas posteriores
no hagamos de hombres y mujeres
dos ‘vórtices’ y un ‘abismo’.

Realicemos juntos los deberes
seamos ambos uno mismo,
para reprender la vileza
si ‘llegare’ del ser humano
la sinrazón y el oprobio
al mundo de las mujeres
en equipo, seremos fortaleza
¡Que sea el sentido común
casado con la justicia
quien imponga su grandeza!

¡Va por todas las mujeres!

ENTRADAS RELACIONADAS

Hoy os quiero hablar del miedo irracional, una sensación intensa que atenaza, agobia y produce un sudor frío y un...
Una vez más me asomo a esta magnífica ventana que me ofrece la revista Grada, y lo hago con una...
Como os prometí en mi anterior artículo, ‘Memorias del Covid (Primera parte’), dedicado a la labor en la pandemia del...
Hoy abro esta ventana para entrar en el mundo de los recuerdos. A veces los recuerdos son hermosos y al...
De nuevo con vosotros, los lectores de Grada, para hablaros de algo que nos afecta a todos, a unos de...
Hoy estoy aquí para apoyar desde mis letras, desde mis poemas, desde mis palabras a la gente del campo. Si...

LO MÁS LEÍDO