Estrofas finales:
…Los tejaos abarrotaos;
y gritando y ajuyendo;
y agarraos a las farolas
contra’l agua y contra’l viento;
y la vos se queaba ronca
dándole voces al cielo
buscando argún Dios que viera
lo que allí estaba ocurriendo.
Naide se podía explicá
de cómo’n tan poco tiempo,
cómo’n un rato na más
s’habían enterrao’n el cieno
toa una via de trebajo,
d’ilusiones y d’anhelos,
por una bravuconá
de riachuelos de na y menos.
Y endispués, tras la riá,
en argún corto silencio,
doló, amargura y pena
era’l nombre d’aquel Cerro,
entre ruíos de sirenas
y manos en aspaviento.
A la mañana siguiente
arguien dijo: “¡Esto es un sueño!”
Pero al dispertá lloró,
naide había visto a su agüelo,
el río se lo tragó
sin ningún remordimiento;
y como él muchos más
que ya estarán en el cielo.
Sólo quea recordá
la respuesta d’un gran pueblo
que demostró qu’hay qu’está
pa lo malo y pa lo güeno.
Hay que da gracias a España,
dispués de ricriminá’l cielo,
gracias por su generosidá,
por sentí en sus adrentos
esa solidaridá
con toa la gente del Cerro,
que sabe qu’a naide engaña
iciendo con sentimiento
qu’el día de la riá
to’l mundo palró extremeño.
Del libro ‘De la corteza de la encina’
Poema completo