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Las alas de Carmen. Grada 156. Primera fila

Las alas de Carmen. Grada 156. Primera fila
Foto: Javier Meléndez
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Anuncia Maján

Hoy les traemos a este rincón de la revista a alguien que hace volar. Ustedes dirán que de qué estamos hablando. Pues verán, hay muchas formas de volar, y una de ellas es sobre un escenario, con la magia y el embrujo que proporciona ese espacio.

Y volar en un escenario tiene más valor aún si cuando lo haces estás lejos de aquellos años en los que una sociedad muy diferente te cercenó tus sueños de artista. Carmen Mora tenía casi 90 años. Falleció el 5 de mayo, mientras escribíamos este artículo.

Accesibilidad promovida por Fundación CB. Locución: Susana Mangut. Sonorización: Daniel López Luna

Cada vez que salía a escena con su hijo Francisco escapaba imaginariamente de las garras del Alzheimer y volaba al son de viejas coplas de hondo sabor popular. Volaba y se sentía viva y feliz, como la bailaora que siempre quiso y nunca pudo ser.

Y ahora podía hacerlo gracias a que su hijo, el bailaor Paco Mora, quiso dar alas al sueño de Carmen y al mismo tiempo visibilizar la enfermedad de Alzheimer. Y nosotros queremos conocer más de cerca a alguien que decidió convertirse en el instrumento para hacer realidad las ilusiones de su madre.

Fotos: Javier Meléndez
Fotos: Javier Meléndez

Paco Mora se define como “un humilde bailaor que entendió cómo comunicar, contagiar y transmitir emociones y cuyo lenguaje principal son el flamenco y sus variantes”. Su cercanía e implicación con el flamenco viene desde muy pequeño: “En casa había mucha afición al flamenco, y con vertientes bastante diferenciadas; en cante, por ejemplo, mi padre era ‘Marchenero’ (de Pepe Marchena) y mi madre ‘Caracolera’ (de Manolo Caracol); en baile seguíamos mucho a Manuela Carrasco y yo me enamoré de Manuela Vargas”.

Tuvo claro que quería ser bailaor desde los 8 años: “A los 12 años conocí a Antonio Gades, me alentó a que siguiera bailando e hice un altar en mi dormitorio y pedí tres deseos: dedicarme al flamenco, tener mi propia compañía y volver a cruzarme con Gades. Los tres se cumplieron”.

Carmen, su madre, fue importante en su decisión de dedicarse al mundo artístico desde la emoción, la pasión y su afición: “Allá donde yo bailaba ella me seguía. Me enseñó a tocar las castañuelas, por eso yo soy zurdo en la ejecución de las castañuelas, un día se sentó frente a mí y empezó a tocarlas, yo le copiaba y por eso, en efecto espejo, ella tocaba la carretilla con la mano derecha y yo la aprendí con la izquierda. Y principalmente porque desde que supo que yo iba a bailar, quisiera ella o no, me apoyaran o no, aceptó que era mejor aliarse a mí que tenerme en contra. Al principio no me lo puso fácil, al final fue mi más fiel seguidora”.

Pero hubo un día, ¡ay qué día!, en que empezó a notar que el comportamiento de su madre estaba cambiando. El mal del Alzhéimer había llegado para quedarse. A Paco Mora le pusieron sobre la pista de la enfermedad: “olvidos constantes, salidas a deshoras a dar un paseo a los perros, gasto continuado y elevado en comprar cualquier cosa, pérdida de llaves, cartera, etc. Yo entonces andaba siempre de gira, con lo que cuando llegaba a Málaga algún vecino me ponía en aviso. Finalmente regresé a Málaga para tenerla más controlada. Aun así, había una vecina que fue como una hija para ella y una segunda madre para mí, que la cuidó como una reina y ella también me iba contando qué iba pasando con mi madre cuando yo no estaba”.

Cuando llegó el diagnóstico Paco no se planteó en principio cambiar nada: “si te soy honesto no me planteé nada. Voy aprendiendo ante las circunstancias. Tuve que decidir entre pagar mi sueldo a quien la cuidara o cuidarla yo y no cobrar nada, y opté por lo segundo. Tenía claro que quería lo mejor para ella. No sé si acerté. Yo hoy no recomendaría a nadie que tomara mi decisión pero, aun así, creo que yo volvería a tomarla”.

Foto: Javier Meléndez
Foto: Javier Meléndez

Paco Mora es una persona especialmente activa en redes sociales, donde se ha mostrado en muchas ocasiones acompañado por su madre. Pero a veces estas intervenciones han sido objeto de críticas por parte de otros usuarios. “Sinceramente, debo aprender mucho aún de las redes sociales, porque en nuestro caso, en un video con 3.000 comentarios, si hay tres negativos, muchos son. Lo malo de esos tres comentarios es que retratan a una parte de la sociedad aún con más deterioro del que tenía mi madre, donde la empatía escasea, y sobre todo demuestra cómo somos de capaces de solucionar la vida de los demás antes que la nuestra. O como dije en un video. ¿Cómo voy yo a criticar cómo tienes tu patio si el mío está lleno de hojas secas sin recoger?”.

Estas intervenciones sirven en muchas ocasiones para reflexionar sobre la enfermedad y sus consecuencias. Pero llega un momento en que toca preguntarse “Y después, ¿qué?”. Y nos dijo: “Sinceramente no lo sé, no sé qué pasará después, voy estudiando posibilidades ante el deterioro final de mi madre. Puedo volver a dejar los escenarios y regresar a la atención sociosanitaria, o seguir en los escenarios con ella de otra manera, no sé si virtual, inspiración o no sé. Creo que hay que darle visibilidad a esta enfermedad tan propia de ser escondida. Consideramos no ético el momento de plasmar la demencia de una persona mayor, porque consideramos que no tienen capacidad de elegir. Mi madre elegía cada día y según ella estuviera había video o no. Otra cosa es que entendiera la repercusión que podía suscitar. Pero, por el contrario, toda esa importancia que le damos a la opinión y parecer de aquellos que son grabados se nos olvida cuando decidimos si llevarlos a un centro de día, a una residencia o contratar a un tercero que los atienda. Criticamos tantas cosas hechas desde el corazón que se nos olvida cuántas carencias de este hay en el mundo. Así que después de su partida, seguirá quedando mucho por hacer, pero lo más importante es que ella fue la estrella que me guio”.

Y para terminar Paco Mora nos deja una reflexión: “no hay barreras para cumplir los sueños, no hay nada que te impida ser quien eres. Lucha, pelea y todo llegará”.

Sirva este artículo como homenaje a Carmen, una gran madre y señora, que ya emprendió su vuelo definitivo. Descanse en paz.

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