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‘Los gatos’, de Natalia Goncharova. Grada 174. Inmaculada González

‘Los gatos’, de Natalia Goncharova. Grada 174. Inmaculada González
Foto: Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York. Artists Rights Society (ARS), New York/ADAGP, Paris
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Les presento a una artista rusa cuya naturaleza inquieta la llevó a explorar diferentes formas del arte y lo hizo muy prolíficamente. Fue una especie de mujer renacentista: pintora, grabadora, escenógrafa, diseñadora de moda y de vestuario.

Su energía ayudó a instalar una reivindicación femenina dentro el arte moderno y permitió desafiar las convenciones sociales y artísticas del momento, volviéndose la primera artista mujer del avant-garde de Rusia.

Su padre era arquitecto y matemático. Natalia creció en el campo, durante la transición de una sociedad agrícola a una era industrial, pero rodeada de artesanías y tradiciones folclóricas que se volverían elementos claves en su obra futura.

Con 11 años su familia se muda a Moscú y comienza su educación formal. En 1901 se une a la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú, donde conoce al artista Mikhail Fedorovich Larionov, quien se convertirá en su compañero de vida. A partir de ese momento trabajan lado a lado y la pareja artística inventa, entre otras cosas, un estilo propio denominado Rayonismo, una forma temprana de arte abstracto caracterizado por la interacción de formas lineales derivadas de la refracción de rayos de luz en donde el artista da vida a obras bajo el impulso de trazos rítmicos y arbitrarios. Gracias a los avances del Futurismo y el Cubismo este nuevo estilo no se preocupó por pintar los objetos, sino por representar los rayos que se reflejaban en los mismos y las intersecciones de estos en el espacio.

En 1913 organiza una performance en las calles de Moscú para anunciar su obra de 800 cuadros, que se volvió un radical gesto que terminó por convertir a Goncharova en la primera modernista rusa. Anteriormente ya había sido acusada de obscenidad, ya había ofendido a la Iglesia y ya se le habían confiscado sus obras. Su pecado era la transgresión, dado que las autoridades consideraban que una mujer no podía pintar desnudos femeninos tan explícitamente.

Con esta famosa exhibición cautivó a la sociedad rusa, incluido al empresario Sergei Diaghilev, fundador de los famosos Ballets Rusos, quien la invita a colaborar en sus producciones. Goncharova se suma a las giras de los ballets por Europa y nunca regresará a Rusia; se establece definitivamente en París, ciudad que pronto se convirtió en el epicentro de otros artistas emigrados que huían de las atrocidades de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución rusa.

Con la muerte de Diaghilev en 1929 pierde al principal patrocinador de sus diseños escénicos experimentales. Trabajó como diseñadora de moda y recibió comisiones de sus obras desde Chicago y Nueva York.

Natalia Goncharova fue una autentica vanguardista, experimentando en varios movimientos y relacionándose con una gran cantidad de artistas del momento, lo que la llevó a madurar su propia visión del arte y crear un estilo original y único.

Crédito de la imagen

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