Julio Esteban Ortega
En el número 130 de esta revista hablábamos de un antropónimo indígena muy extendido en Lusitania. Nos referimos concretamente a Cilius, que contaba con una veintena de testimonios epigráficos repartidos por la provincia de Cáceres. Menos numerosos eran los ejemplos en femenino, Cilia, solamente con tres casos.
Se conoce una variante de este nombre también para el femenino, Cilea, que cuenta con una amplia representación en territorio lusitano. Si sumamos las inscripciones romanas en las que se mencionan el antropónimo Cilius y sus variantes llegamos a la conclusión de que era uno de los nombres más comunes entre nuestros antepasados durante la época romana, solo superado en la región por el de Tancinus.
Cilea se reparte por las localidades cacereñas de Alcántara, Arroyo de la Luz, Coria, Santa Cruz de la Sierra, Villamesías, Villamiel, Zarza la Mayor y Zorita; y se repite hasta en ocho ocasiones en la antigua ciudad de los Igaeditanos, en Idanha-a-Velha, en el distrito portugués de Castelo Branco.
En la inscripción de la foto que se acompaña Cilea es una mujer procedente de Caurium (Coria), como se especifica en su epitafio, que encontró la muerte a la edad de 30 años en la zona de Zarza de Granadilla, pues allí apareció la inscripción que señalaba su sepultura. En ella Cilea es homenajeada por su hijo Flavo siguiendo las disposiciones testamentarias de su madre.
Actualmente la inscripción se conserva en una de las salas de la Casa-Museo de Granadilla, que es una preciosa villa amurallada de origen feudal, cubierta parcialmente por el embalse de Gabriel y Galán, perteneciente a la comarca de Tierras de Granadilla. Con motivo de la construcción del citado embalse su población fue desalojada, declarada conjunto histórico-artístico en 1980 e incluida en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados.