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Me corté el pelo en Nueva York. Grada 138. Moda

Léeme en 3 minutos

Patty Gruart

Hace exactamente cinco años, el 30 de septiembre de 2014, me llamó Marta, una amiga que quería cortarse el pelo y donarlo. Me propuso acompañarla para hacer fotos y publicarlo en mi blog explicando en qué consistía la donación. También lo contamos en mi sección de Canal Extremadura Radio y en nuestras redes sociales. Fue mi post más visitado durante años.

En ese momento pensé en cada una de las veces que había estado en una peluquería. Para verme más guapa, para relajarme, o simplemente para poner puntos y apartes en algunos momentos de mi vida, como cuando persigues iniciar un nuevo ciclo.

Y, aunque aparentemente no es algo tan importante para mí, ciertamente el pelo es algo que ha marcado cada una de las etapas que he vivido. En ese momento empaticé con las personas que podían estar necesitando experimentar alguna de esas sensaciones y, como Marta, me propuse donar.

Parecía que nunca llegaría el momento, pero por fin alcancé la medida idónea. Llegó septiembre y con él mis planes viajeros. Y pensé “oye, pues quizás sea divertido ir a una peluquería en Nueva York y tener esa experiencia”. “Que ya ves tú, es Nueva York, no Tanzania. Quizás la experiencia sea de lo más normal y no me aporte nada”, pensé. Pero no sé por qué, algo me decía que sería un momento para recordar.

Y buscando una peluquería a golpe de click descubrí la historia de Javier y Helena. Una pareja de aventureros, naturales de Gandía, que tomó la decisión de buscarse la vida en Nueva York y perseguir el sueño de abrir su propio salón en la Gran Manzana.

No podía creer que una persona como Javier Benavent, de cuarenta y tantos años, sin tener ni idea de inglés, pero con un talento extraordinario en su sector, se propusiera como objetivo brillar en una ciudad tan increíblemente competitiva como Nueva York. Y que ambos, tras cinco años de gran esfuerzo y sacrificio, lo consiguieran.

El artículo de Argemino Barro para El Confidencial narraba detalladamente su historia: ‘La epopeya de montar una peluquería en Nueva York’. Me pareció algo inaudito y sentí el impulso de querer conocerles. Eso y ponerme en sus manos, claro.

Como si la ciudad de Nueva York no ofreciera ya por sí misma la suficiente oferta de ocio y cosas interesantes, voy yo y me presento en el Theather Hair Salon, la peluquería que abrió sus puertas hace apenas tres meses en Amsterdam Street, a dos calles de la icónica 5th Avenue.

Charlamos, reímos, me cortaron el pelo, y nos mostraron su barrio, el Bronx, que, por cierto, está muy lejos de parecer lo que las pelis nos quieren hacer creer. Cenamos, estuvimos con amigos, tomamos el mejor ‘Margarita’ que he probado y nos despedimos hasta la próxima. Porque sin duda volveré.

En definitiva, fue una experiencia muy inspiradora estar allí, escuchar sus anécdotas y comprender su capacidad de sacrificio y constancia. Entendí que son dos personas que no temen trabajar duro a cambio de conseguir sus objetivos, por disparatados que sean, y que con perseverancia todo es posible.

“Solo aquellos que se atreven a tener grandes fracasos terminan consiguiendo grandes éxitos”. Robert F. Kennedy

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