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Memorias del Covid (Primera parte)

Memorias del Covid (Primera parte)
Los médicos auxilian a un paciente de Covid. Boceto de Antonio del Barrio Estremera

Hoy abro esta ventana para entrar en el mundo de los recuerdos. A veces los recuerdos son hermosos y al alma le es fácil y gratificante adentrarse en ese túnel del pasado. Pero en esta ocasión no lo es; es duro, es triste dar marcha atrás en el tiempo, pero es necesario, y ahora me daréis la razón.

En mis poemas de hoy quiero hablaros del Covid, porque se cumplen cinco años de aquella dolorosa experiencia para la humanidad, y no es bueno olvidar; al contrario, es conveniente recordar aquellos acontecimientos para que se pueda hacer una reflexión, del cuándo, cómo y por qué, y adoptar por parte de la sociedad y muy especialmente por quien la lidera (ya en el ámbito nacional ya en el internacional) los sistemas de prevención más eficaces.

Se hace imprescindible no poner en riesgo de quiebra el ‘paraguas antimisiles’ para la salud que se llama Sistema Sanitario (permitidme este símil bélico).

Yo hoy, por sensibilidad, no voy a entrar en la crueldad de lo que pasó, por desgracia conocido por todos, pero sí quiero hacer mi análisis de aquellos días y del presente, de lo aprendido y de lo aplicado por ese aprendizaje.

Primeramente agradecer la solidaridad de todos en todos sus órdenes: instituciones, profesionales y sociedad civil (que una vez más demostró su liderazgo cuando hace falta); todos pusieron en peligro hasta sus vidas por salvar la de los demás.

Por desgracia, en muchos casos no fue suficiente todo ese impulso para evitar millones de muertes en todo el mundo, pero a la vez el esfuerzo colectivo salvó muchas más.

Pero sí es necesario reconocer todo ese esfuerzo y además poner énfasis en la comprensión, porque los acontecimientos fueron tan rápidos y dramáticos que muchas veces quedó la impotencia cruel de no poder hacer más. Estoy seguro de que muchas personas implicadas en ese proceso no olvidarán jamás esa frustración, dolorosa de por vida para el alma, pero hemos de entender y valorar que hicieron lo humanamente posible dentro de la catarsis del momento.

A la vista de lo acontecido después de cinco años, tengo la sensación de que no se ha hecho lo suficiente para que ese ‘escudo de misiles’ que debe ser el Sistema Sanitario, ya sea a nivel de país o a nivel mundial, se haya visto fortalecido por la enseñanza de tan cruel experiencia, en el sentido de evitar que pueda quebrar si aconteciera otra epidemia de similares características a la del Covid19.

Y tengo esa percepción porque al sector sanitario se le prometió ‘el Dorado’ durante la pandemia, pero a la fecha de hoy sigue habiendo demandas insatisfechas en dicho ámbito (faltan especialistas, falta personal de apoyo, las jornadas laborales son largas y llenas de burocracia, hay desigualdad en las zonas ricas y pobladas respecto a las zonas más pobres y despobladas, la atención primaria es insuficiente) y en aquellos momentos ellos se entregaron sin reservas sin cortapisas sin escatimar un tanto por ciento de entrega, ni reajustar el presupuesto de su dedicación, siendo admirablemente fieles a su deontología profesional, que les implica desde el corazón entregar hasta su vida por salvar la de otros.

Así lo hicieron, pagando con su vida en cientos de casos los médicos, los profesionales de la enfermería, los farmacéuticos, los celadores, los voluntarios; en fin, todas las personas vinculadas a ese mundo tan necesario para las personas como es la sanidad.

Debiera existir esa deontología profesional en todos los estamentos y liderazgos sociales, pero desgraciadamente si la hay no se cumple en infinidad de ocasiones, y tampoco la sociedad tiene fácil pedir cuentas de ello.

También hay que valorar en su justa medida la labor de los investigadores y de los laboratorios farmacéuticos a nivel mundial, porque aun teniendo en cuenta fallos y efectos secundarios derivados de la premura y la urgencia por tener que buscar vacunas en espacios de tiempo cortos cuando la experiencia dice que se tardan años en encontrar antídotos para estas crisis sanitarias, lo cierto es que hemos de hacernos una ecuación mental en el sentido de que sin las vacunaciones se hubieran triplicado las muertes.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud hubo en el mundo 776 millones de afectados, y más de siete millones de muertes. Solo en Europa murieron 1,6 millones de personas, pero pudieron ser cuatro millones sin las vacunas, luego las vacunas han salvado 2,4 millones de vidas en el continente europeo.

A todas luces, está claro que el beneficio de la vacunación ha sido infinitamente mayor que las posibles muertes y efectos secundarios derivados de ello.

Y, por supuesto, el mismo comportamiento tuvieron otros sectores, también a veces un tanto olvidados, si bien hoy me centraré en el área sanitaria y en un segundo artículo posterior a este haré lo propio con el resto de la sociedad que participó activamente en su lucha contra la pandemia.

Que nadie dude que la naturaleza a veces declara la guerra al ser humano; ya lo hizo en 1918 y lo ha repetido en torno a 100 años después, y para esa guerra, que es mundial, contra unos enemigos invisibles hay que estar preparados.

Porque vencer en ella es la continuidad de la especie, y murieron más de siete millones de personas en el mundo (según la Organización Mundial de la Salud), pero pudieron ser más, muchas más; no dista mucho de cualquier conflicto bélico internacional, con la diferencia de que el enemigo en ellos está ubicado y es conocido, y en la guerra de los virus no.

Quiero decir con esto que, si bien es importante dotar a la sociedad de medios bélicos para prevenir y defenderse de los ataques no deseados, no lo es menos invertir en sanidad, aunque haya que redistribuir la financiación pública de otro modo (la que deriva de nuestros impuestos) para que en la guerra del enemigo invisible haya garantías de victoria, y la gente no muera por la quiebra y el desgaste del sistema sanitario.

Esa es la conclusión que el mundo debería haber sacado del Covid19; es una lección que tendría que quedar grabada con letras de sangre, y sería inadmisible que no se pusieran los remedios que se deducen de esta página tan dramática para que podamos afrontarla con fortaleza si vuelve a ocurrir.

A la postre, el sector sanitario es el ejército de los seres humanos, de su cuerpo, de su capacidad física y mental, y dotarle de la mejor infraestructura en medios técnicos y humanos, compensando profesionalmente a sus gentes para que no tengan que emigrar a entornos externos de mayor reconocimiento profesional, es la mejor garantía de que estaremos protegidos ante otra guerra biológica que no es impensable que pueda volver a repetirse.

Ya sea por motivos determinados por la propia naturaleza o por motivos de supuestos personalismos egocéntricos de las superpotencias, la amenaza debe de pasar de ser una entelequia a ser algo cierto; digamos que hay, en este contexto, una guerra fría permanente de exposición a peligros biológicos.

Dicho todo esto paso a comentaros que en esos días expresé mi sentimiento e impotencia escribiendo poemas con la esperanza de que todo acabase pronto; no fue así, por desgracia, pero en esos primeros momentos de la pandemia dibujé a través de la poesía lo que me salía del corazón: esperanza y agradecimiento.

Lo podréis leer en dos fases: ‘Poemas sobre el Covid I’, donde pongo el énfasis en el sector sanitario; y en una segunda entrega, ‘Poemas sobre el Covid II’, con el segundo artículo que mencioné anteriormente, en el que mi corazón estará con el resto de la sociedad implicada en la pandemia y su lucha.

Incluyo a pie de cada poema mi reflexión ‘in situ’ en el momento histórico en que ocurrían los acontecimientos dramáticos para que sirva como documento emocional de mi estado de ánimo, compartido estoy seguro por millones de personas en España y en el mundo.

Por ello, el poema está incompleto si no se tiene en cuenta esa reflexión escrita bajo sus líneas; ella le da el sentido real de lo que estaba sucediendo dentro de mí en esos momentos.

Espero que os llegue dentro del alma y sirva para que la memoria colectiva no olvide jamás esta tragedia y con ello contribuya a poner los medios necesarios para evitarla en el futuro si vuelve a suceder. Un abrazo a todos y mi solidaridad y condolencias para con todas la victimas de esta catástrofe.

Santa Fe de la Esperanza

En estos momentos
donde hay ‘corona’, la del ‘virus’
cuando el tormento
es perder la vida en un suspiro
estoy seguro del ‘talento’
de esos ‘dioses’ de hospital
que nos llegan muy adentro
y que luchan contra el mal.

Hoy cuando nace abril
unidas todas las gentes
de esta España, ahora ‘febril’
se nota que esta ‘presente’
la esperanza de vivir.

Conquistemos ‘Santa Fe’
la fortaleza del alma
que no se pierda la calma
vencerá el ‘Resistiré’.

¡¡Ánimo!!, aquel ‘mañana’
en que vamos a vencer
llegará con la ‘corona’
no la del ‘virus’ de ayer
sino la de ‘la Reina del cielo’
porque vamos a poder
con la muerte y su desvelo
no ha de pasar un mes.

¡Que las almas, con prudencia!
conquistemos otra vez
de las calles, nuestra ausencia
y después
cuando meses pasen diez
volveremos a vivir
como hacíamos ayer.

Lo escribo a 1 de abril de 2020, ya toca la esperanza (primer mes del Covid). Esa noche quise hacer un canto a la esperanza, porque estoy seguro de que llegará el día en que podamos volver a vivir y a ser felices como antes, espero que sirva para tener fe y esperanza.

 

A los médicos y sanitarios

¡Qué difícil cada día
amanece, son más víctimas!
las ‘ucis’ no se vacían
los doctores y enfermeras
no dan crédito a su vista.

Trabajan los sanitarios
sin descanso en agonías
protegidos o sin bridas
entregan hasta el aliento
y se nos clava el tormento
mientras nos salvan la vida.

Cómo luchan por la gente
por los que llevan el ‘virus’
y por tantos ‘encerrados’
que viven este presente
y lo quieren terminado.

El dolor es muy profundo
pero gracias a vosotros
resistimos todo el mundo
porque el corazón nos dais
para no dejarnos solos
¡y hasta la vida entregáis!

¡Gracias os damos todos
y no olvido a los demás!
Aquellos que estáis ahí
y con vuestro trabajo fiel
nos ayudáis a vivir
¡¡Os juro voy a escribir
para vosotros también!!

19.04.2020. A los sanitarios, mi humilde homenaje.

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