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Miriam Al Adib Mendiri. La ginecóloga rebelde. Grada 164. Perfil

Miriam Al Adib Mendiri. La ginecóloga rebelde. Grada 164. Perfil
Foto: Julio Fraga
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Afincada en Almendralejo la doctora Miriam Al Adib Mendiri acaba de recibir por segundo año consecutivo el premio ‘Doctoralia Awards’ en la categoría de Ginecología y Obstetricia. Además, como incansable estudiosa y divulgadora, su mediático blog es una ventana abierta al conocimiento al alcance de cualquier persona.

Miriam ha sabido conectar con el público joven gracias a su excelente manejo de las redes sociales y acaba de publicar su poemario ‘Rojo negro blanco’ tras haber escrito varios libros de divulgación médica.

Se define como una ginecóloga comprometida con la salud de las pacientes; de su padre heredó la pasión por ayudar a las personas que transitan por procesos de enfermedad, y sus pacientes alaban su trato cercano y personalizado, basado en el máximo respeto a su intimidad y la confianza mutua como señas de identidad.

También destaca como empresaria, con clínicas en Almendralejo, Mérida y Zafra; acaba de inaugurar otra consulta en Madrid y tiene en proyecto una más en Marbella, y en todos los casos, según asegura, realiza un exhaustivo proceso de selección de sus colaboradoras, buscando a quienes comparten su concepto de atención a la mujer desde una perspectiva cercana, plural y realista.

Foto: Julio Fraga
Foto: Julio Fraga

De madre española y padre sirio ¿Cómo influyó en su personalidad esa mezcla de culturas?
Hacia una apertura que no hubiera tenido sin haber convivido de una forma estrecha con dos culturas tan diferentes. En ocasiones tenía la sensación de no encajar en ningún sitio, aquí te llaman “la mora”, allí tampoco eres de la zona, no eres de ningún sitio. Tienes esa sensación cuando eres pequeña, pero cuando eres mayor te das cuenta de todos los beneficios que supone, sobre todo para ver la realidad desde un prisma mucho más amplio. Te das cuenta de que según donde hayas nacido tienes una cosmovisión, una manera diferente de ver el mundo y eso también te hace ser más respetuosa con otras formas de ver el mundo.

¿Cuándo empezó su interés por los temas relacionados con la salud?
Mi padre era médico y eso me mantenía en contacto con esta profesión porque mi padre no hacía separación entre la vida personal y la profesional, sobre todo viviendo en un pueblo, en Villafranca de los Barros. Mi padre estaba disponible para todo el mundo en cualquier momento. Era una gran persona, a pesar de ser emigrante siempre fue muy querido en esta tierra.

Miriam con su madre y sus hermanas. Foto: Cedida
Miriam con su madre y sus hermanas. Foto: Cedida

¿Tenía claro en qué se iba a especializar cuando decidió estudiar Medicina?
No; de hecho lo que me gustaba era la Psiquiatría, porque siempre me ha apasionado todo lo relacionado con la mente humana. De hecho, de forma transversal, me interesa mucho la salud mental materna y del bebé, cómo afecta en la salud física y mental de las personas las primeras etapas de la vida. El vínculo madre-bebé, el estilo de crianza es muy importante para la salud de ambos.

Ahora hemos descubierto la Epigenética, algo que no se enseña en Ginecología pero que llevo muchos años estudiando y me gusta divulgarla; el ambiente que nos rodea durante el embarazo, los hábitos, incluso las formas de nacer cambian la expresión de los genes del bebé, repercutiendo en su salud física y mental futura.

Siempre me ha atraído la perspectiva biopsicosocial en la práctica médica, donde integras cuerpo, mente y entorno; aunque finalmente no hice Psiquiatría, de alguna manera sigo en contacto con el apasionante mundo de la mente.

Hemos leído que se define como una ginecóloga rebelde.
Soy un poco peleona, no me conformo con lo que está establecido, con “esto se hace así porque lo dice el protocolo”. Creo que hay que individualizar la atención a las personas. Hay casos en los que las condiciones de una persona requieren ese ejercicio de investigación y no darle la respuesta protocolaria. Es aplicar el concepto de los abogados de “yo lucho por los intereses de mi cliente”; ¿por qué no vamos a luchar los médicos por los intereses de nuestros pacientes dándole opciones y respetando su libre decisión en cuestiones de salud? No me gusta la pérdida del concepto global de salud y ver todo de una forma fragmentada. Hay que entender que no tenemos delante un útero con patas; antes de ser pacientes son personas, y hay que entender su contexto.

Foto: Julio Fraga
Foto: Julio Fraga

¿Cómo ha evolucionado la relación paciente-médico?
Yo creo que la relación paciente-médico está cambiando. Hay quien lo ve como una amenaza, pero yo lo veo como una ventaja. Los pacientes cada vez tienen más información, y además la demandan, así como más respeto a su derecho de autonomía. Todo esto va en contra de lo que yo llamo ‘la dictadura de la salud’, en la que nos dicen todo lo que debemos hacer sin contar con nuestras preferencias y sin tener en cuenta nuestras decisiones libres e informadas. Una sociedad más informada es una sociedad más evolucionada, yo quiero que mis cuatro hijas tengan una mente más abierta, que tengan claro ciertos valores y sean libres y responsables de sus propias decisiones.

También afirma que la persona va por delante del paciente. ¿Cómo aplica esta idea en su consulta diaria?
Con cada paciente lo primero es averiguar qué quiere, cómo quiere enfocar cada aspecto de su salud, si es más partidaria de medicamentos o de otras opciones menos medicalizadoras… Se suele decir que los ginecólogos mandamos anticonceptivos para todo; es cierto que a veces pueden ser necesarios, pero otras veces podemos optar por otras medidas que generalmente precisan el esfuerzo y compromiso de la paciente (hábitos de vida y de alimentación, autocuidados…). A mí me gusta explicar todas las opciones posibles y que cada persona decida qué hacer.

Por ejemplo, cuando hay mala calidad de vida por cosas como el síndrome premenstrual, o por dolor con la regla, yo no puedo saber cuántos ‘kilos de dolor’ tiene una persona, lo sabe ella y es quien debe valorar qué camino quiere escoger, si prefiere tratamiento farmacológico, que es más rápido, o bien otras medidas no farmacológicas, con las que podría ser más lento el proceso de mejoría; en cualquiera de las opciones hemos de ayudar y respetar su camino, tratando de aliviar sus síntomas lo mejor que podamos. Muchas veces se tiende a presuponer qué es lo que quiere la paciente, por eso me gusta preguntar abiertamente e intentar descubrir sus necesidades.

Miriam con su marido y sus cuatro hijas. Foto: Cedida
Miriam con su marido y sus cuatro hijas. Foto: Cedida

¿Se ha ‘normalizado’ el dolor en la mujer?
Sin duda; eso de que el dolor de la regla es normal es un lastre, y es el motivo por el cual casi la mitad de las mujeres con endometriosis, una enfermedad que puede causar un dolor muy invalidante, tarda en ser diagnosticada más de ocho años desde que comienzan los síntomas, precisamente por la normalización del dolor.

Respecto a las relaciones sexuales sigue existiendo esa sombra de tener que aguantar, de no ser un motivo para acudir al médico. No hay que conformarse, la sexualidad es parte importante de la salud y no es algo que deba quedar en un segundo plano; no hay que despedirse de la sexualidad en ningún momento.

¿Llegan a su consulta mujeres bien o mal informadas?
En la consulta te encuentras con mucha frecuencia mujeres mal informadas, pero cada vez son más mujeres las que vienen con mucho deseo de información. Se trata de mejorar la comunicación médico-paciente y enfocar la consulta de una forma más biopsicosocial. La Medicina es una mezcla entre ciencia, arte y humanismo.

Miriam con sus hermanas y sus hijas. Foto: Cedida
Miriam con sus hermanas y sus hijas. Foto: Cedida

¿Sería necesaria una mayor educación sobre sexualidad en el colegio y, en concreto, sobre salud sexual femenina?
Yo creo que sí. Se enseñan conceptos en Biología mucho más complejos que otros que serían mucho más sencillos y prácticos de sexualidad y salud. La educación sexual en la adolescencia es en general demasiado mecanicista; se habla de sexo como si no tuviera nada que ver con la persona, ni con su parte afectiva ni con lo emocional; solo se menciona la parte negativa del sexo, como enfermedades y embarazos no deseados, pero no se habla del respeto, del amor, de los vínculos saludables, o del daño que hacen los estereotipos. Vivimos como si nuestro cuerpo estuviera fuera de nosotras, con un concepto muy mecanicista, y eso se podría cambiar con una correcta educación desde la infancia. Los pocos conocimientos teóricos que tenemos no los aplicamos a nuestro cuerpo, lo entendemos como algo que funciona de forma mecánica totalmente ajena a nosotros mismos.

¿Qué papel tienen las redes sociales en su carrera profesional?
Son una parte importante porque me permiten divulgar información sobre salud sexual femenina sin depender de nadie. Llevo mucho tiempo escribiendo en mi blog y en las redes, entregando mi conocimiento. Sobre todo me gusta contar lo que voy aprendiendo, soy muy inquieta y no paro de estudiar y buscar, y las mismas pacientes me estimulan para seguir buscando respuesta.

Como anécdota, en 2016 una paciente me contó que su endometriosis había mejorado de forma consistente gracias a una dieta. Me sonó muy raro ya que en Medicina nunca se nos ha hablado de la importancia de la nutrición para la endometriosis, y diría que casi para ninguna enfermedad. Indagué en bibliografía científica y descubrí que existe relación entre ciertos alimentos y la mejora de este problema. Como iba publicando toda la información en mi blog se pusieron en contacto conmigo desde EndoMadrid, una asociación madrileña de endometriosis, para pedirme un dosier que pudieran entregar a sus asociadas, y lo hice encantada, porque a pesar de que había echado muchas horas no lo consideraba algo mío, sino información que debía estar al alcance de quien lo necesitase. A raíz de ello participé en varios congresos y llegué a hablar sobre el tema en el Parlamento Europeo; además escribí el libro ‘Entender la endometriosis’, que ha ayudado a muchas mujeres.

Hice lo mismo sobre el síndrome del ovario poliquístico y el alcance fue muy grande, dando lugar a otro libro, ‘Conocer el síndrome de ovarios poliquísticos’. Estoy encantada de regalar toda esa información; además de los libros, la información está gratuitamente en el blog al alcance de todos. Son problemas que tienen millones de mujeres y la información puede ser muy importante.

En el blog también hablo de muchos otros problemas que nos afectan a las mujeres, para que cualquiera pueda llevar mejor las riendas de su salud. Luego vinieron los dos libros que tanto han ayudado a muchas mujeres a conocerse a sí mismas y a entender mejor su salud sexual: ‘Hablemos de vaginas’ y ‘Hablemos de nosotras’, de Anaya, que se pueden adquirir en cualquier librería.

Portada del poemario 'Rojo negro blanco'
Portada del poemario ‘Rojo negro blanco’

Con su último libro, ‘Mosaico rojo negro blanco’, que acaba de publicarse, cambia el registro. ¿Qué nos puede contar de él?
Es un poemario en el que llevaba años trabajando. Es increíble que haya necesitado tanto tiempo para terminar un texto tan pequeño, si lo comparo con ‘Hablemos de vaginas’; pero en la poesía los silencios son tan importantes como las palabras escogidas.

La poesía ha sido el refugio donde me he encontrado con todas las mujeres que fui, las que no fui y las que pude ser. Es el lugar donde he podido conectar con las mujeres que me han marcado a lo largo de mi vida, que son muchas, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Siempre me ha gustado escribir poemas porque es una forma de comunicación diferente, donde se combinan las palabras y los silencios conectándote desde el corazón con las más diversas experiencias humanas. Es como navegar por otras vías, las vías del sentir, sintiendo tanto lo propio como lo ajeno, mirándote en el reflejo de la otredad.

¿Qué mensaje transmitiría a esas chicas que siguen teniendo recelo a acudir a una cita ginecológica?
No hay que tener miedo. Y sobre todo hay que preguntar todo lo que se necesite saber, están preguntando sobre algo que les pertenece, tienen derecho a ello.

Miriam con su marido y sus cuatro hijas. Foto: Cedida
Miriam con su marido y sus cuatro hijas. Foto: Cedida

Imaginamos que una parte muy gratificante de su trabajo será acompañar a las personas en su proceso de embarazo. ¿Cómo se viven esas consultas?
Es de las pocas cosas ilusionantes por las que vas a una consulta médica. Por eso mi especialidad es tan especial, acompañas a muchas pacientes en la alegría de tener a su deseado bebé. Por desgracia no todo es bonito, porque a veces se tuercen las cosas y se pasa fatal, pero es cierto que es una especialidad fantástica.

Acaba de recibir por segundo año consecutivo el premio ‘Doctoralia Awards’ en la categoría de Ginecología y Obstetricia. ¿Qué supone este reconocimiento, teniendo en cuenta que viene de los propios compañeros y pacientes?
Lo vivo con mucho agradecimiento porque es un premio a nivel nacional y te lo dan tus pacientes. Se basan primero en las valoraciones de las personas que acuden a tu consulta, y después votan los colegas de la misma especialidad. Cuando valoran así tu trabajo es muy gratificante, tú trabajas para tus pacientes y es muy bonito que vean de una forma tan positiva tu atención.

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