Hay una luz decisiva
en el ruedo de la feria.
El tomar la alternativa
es ceremonia muy seria.
Hamlet, la gloria de ayer,
encaja el ‘ser o no ser’
al nuevo, flamante espada.
Faltan manos para el trueque
y abrazos. Vuela, alfaneque,
a ser o César o nada.
Gerardo Diego
Si cualquier alternativa es una ceremonia seria más lo será si la antigüedad se adquiere con toros de Miura. No han sido muchos los que fueron doctorados con reses de este hierro, pero en representación de ellos traigo a estas páginas al primero de ellos: Antonio Arana Carmona ‘Jarana’. Había venido al mundo en Sevilla el 9 de abril de 1868 y pronto sustituyó su primer oficio, el de marmolista, por el de torero. No fue un diestro afortunado y su estela se apagó muy pronto. En Bollullos del Condado, el 26 de julio de 1886 ejecutó, por vez primera, la suerte de matar, a cambio de una tremenda cornada, que le produjo heridas graves, de las que tardó dos meses en curar.
En 1888 figuró por primera vez en una cuadrilla de renombre. Fue en Ayamonte y trabajó, ese día, con ‘el Espartero’. La temporada 1889 y parte de la de 1890, en vista de sus cualidades, lo hizo con Fernando Gómez ‘el Gallo’. Con él fue a Cuba y México, cediéndole, de vez en cuando, algún toro para matarlo. Su afición, sus condiciones, y un lícito aspirar a mejorar le llevaron a probar fortuna en el escalafón de los novilleros y, más tarde, a decidirse a tomar la alternativa. Su antiguo jefe de cuadrilla Fernando Gómez ‘el Gallo’, el 12 de octubre de 1890, se la concedió en la plaza de Sevilla. Le cedió la muerte del toro ‘Pascual’, del hierro de la ‘A con asas’ y quedó facultado, desde ese momento, para alternar con otros matadores. No tardó en confirmar su doctorado, pues lo hizo el 26 del mismo mes, toreando mano a mano con Luis Mazzantini, reses del propio torero guipuzcoano.
Las temporadas de 1892 y 1893 figuró en el abono madrileño, pero sería otro de los muchos toreros a los que una cornada cortaría sus alientos de grandeza. Fue en Madrid, el 4 de junio de 1893. Un toro de don Félix Gómez, ‘Distinguido’ de nombre, le volteó ocasionándole dos heridas en el muslo izquierdo y una en el escroto. Calificadas de graves, al decir de muchos, mermaron inconscientemente, y de manera sensible, sus arrestos. Hasta entonces fue un torero que había disfrutado de algún crédito, en espera de que se sedimentasen sus indudables virtudes como estoqueador. Después de la cogida, como he dicho, se hundió. Buscó mejor fortuna en América, sin conseguirlo. El 20 de febrero de 1910, toreando en Montevideo, decidió, después de estar francamente mal, que no volvería a vestir de luces. Únicamente rompió la promesa que se había hecho a sí mismo para torear en beneficio de Antonio Fuentes. Llevaba muchos años retirado, completamente olvidado, cuando murió en su Sevilla natal, el 9 de mayo de 1928.
Después de él se doctoraron ‘Padilla’, ‘Moreno de Alcalá’, ‘Calerito’, Jaime Noaín, ‘Carnicerito de México’, Melchor Delmonte, Antonio ‘Bienvenida’, ‘Gitanillo Chico’ y Fermín Murillo. Espero no haber olvidado a ninguno. Y no debo dejar en el tintero al que pudo ser el primero: José Cineo ‘el Cirineo’. Le doctoró en Sevilla, el 30 de mayo de 1869, ‘el Gordito’. Completo el cartel ‘Bocanegra’. Se jugaron toros de Miura y Benjumea, tres y tres, pero no he podido confirmar si el de la ceremonia perteneció al primero de los ganaderos citados. Fue un año en el que en Sevilla se dieron pocas corridas y no he encontrado información en la prensa para corroborarlo. Dejemos a Jarana como el primer ‘alternativado’ en corrida en la que únicamente se corrieron toros de Miura.