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Música, muerte y eternidad. Grada 148. Pedro Monty

Música, muerte y eternidad. Grada 148. Pedro Monty
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Cuando todos estamos aprendiendo a vivir en esta nueva ‘normalidad de cristal’, con la sensación de inseguridad que produce el saber que en cualquier momento se puede romper, muchos hemos aprendido, recordado y memorizado la lección más importante de la vida: la importancia de vivir el presente y valorar ‘aquellas pequeñas cosas’, que diría Serrat, y ser capaz de ver el valor extraordinario que tiene lo cotidiano. En música diríamos que la vida es el sonido que hay entre dos silencios. Desde esta sensación he vuelto a escuchar a seis grandes compositores que la enfermedad y su muerte prematura nos privó del disfrute de su arte.

Franz Schubert vivió 31 años, hasta que la sífilis acabó con su vida. En tan poco tiempo escribió numerosas óperas. A los 18 años ya había compuesto cinco de ellas, como ‘Rosamunda’. Todos recordamos su ‘Ave María’, su inmortal ‘Serenata’, sus ‘Momentos musicales’…

Wolfgang Amadeus Mozart vivió 35 años. Dos meses antes de morir salió de su talento ‘La flauta mágica’, y según sus biógrafos, el ‘Réquiem’, que no llegó a terminar, lo compuso ya postrado en cama antes del fatal desenlace.

El francés George Bizet perdió la vida con 37 años a causa de un cáncer de garganta y un posterior infarto de corazón. Todos recordamos su famosa ópera ‘Carmen’.

Solo 38 años vivió Félix Mendelssohn, a causa de un derrame cerebral. A los 17 años creó ‘La marcha nupcial’, inicialmente una de las 12 partes de la comedia musical ‘Sueño de una noche de verano’ basada en un libro de Shakespeare.

Una tuberculosis acabó con la vida de Federico Chopin con 39 años. Creó solamente música para piano, pero logró una mezcla inigualable de poesía, belleza y fantasía. Quién no recuerda de Chopin sus polonesas, sus nocturnos, sus mazurcas, sus valses brillantes.

Y he dejado para el final a un compositor español, Juan Crisóstomo de Arriaga, el ‘Mozart español’. La tuberculosis acabó con su vida con 19 años. Entró como alumno con 16 años en el Conservatorio de Paris, y al curso siguiente ya era profesor de composición. Los que me conocen saben que me encanta su obra, especialmente el cuarto movimiento de su única sinfonía para orquesta.

Es triste saber que grandes genios de la música murieran tan jóvenes, pero forma parte de la ley de vida. Lo que no podemos consentir es que los músicos en particular y los artistas en general ‘mueran en vida’ porque no cuentan con el apoyo de las instituciones. Cuando desde la política se ‘mata’ el Arte y la Cultura, hacemos entrar en la UCI a una sociedad, y quién sabe, puede que hasta estemos ‘matando’ a un genio de alguna disciplina artística.

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