En esta vida no es fácil vivir con quienes somos y lo que tenemos, que generalmente es el resultado de lo poco o mucho que hemos hecho con nuestra vida. Más difícil es aún conformarse con este estatus que hemos creado para nosotros mismos, que casi siempre lo creamos por y para compararnos con los demás.
Es aquí donde llega el estado de frustración en el que viven muchas personas que desean desear, poseer y estar en lo más alto sin apenas esforzarse y sin tener un propósito claro de vida. Conseguir nuestras metas es desarrollar todo el potencial que tenemos y todos aquellos conocimientos y actitudes que hemos aprendido desde niños. A veces, las metas y objetivos que nos proponemos no son operativos o no están a nuestro alcance porque no son coherentes con quienes somos; es decir, si no construyes en un terreno propicio para lo que quieres edificar, no conseguirás los resultados deseados.
Desgraciadamente vivimos en un mundo en el que muchas personas desean demasiadas cosas haciendo demasiado poco, y esto genera frustración y, en definitiva, nos coloca como comunidad que vive del deseo y la expectativa sin esforzarse para conseguir sus propios logros, en la gran mayoría de las ocasiones porque nos dejamos llevar por los logros alcanzados por los demás, casi siempre convertidos en cosas materiales.
Las falsas búsquedas y atropellos de las películas americanas y de aquellos buscadores de oro no son un símbolo de riqueza ni de prosperidad, ya que no podremos encontrar en esta vida más de lo que merezcamos con nuestro esfuerzo; o lo que es lo mismo, si se me permite, cosechamos lo que sembramos.
