He estado 92 días, todo el estío, alejado de mi querida Plasencia de manera física, que no afectiva. Y, al regresar, he recuperado mi cotidiano horizonte con la presencia de la Torre Lucía.
Y digo bien, distancia física y no afectiva, porque en Ayamonte (Isla Canela) hay muchos referentes placentinos y extremeños, además de ser la localidad por la que desemboca nuestro río autonómico, el río Anas de los romanos, en el que se mira nuestra capital autonómica, Mérida.
Pero antes de compartir estos ciertos hechos y circunstancias de proximidad histórica, voy a referiros cuándo, cómo y por qué tomé contacto con esta localidad hace exactamente 55 años, en agosto de 1967.
Llegué a Ayamonte en tren a las 22 horas y 20 minutos del sábado 12 de agosto de 1967, tras 20 horas y cinco minutos de trayecto con dos transbordos desde Plasencia, donde tomé el tren a las 2.15 horas de esa madrugada. Este viaje hace ya años que no se puede hacer en tren; ahora, el tramo de Ayamonte a Isla Cristina, convertido en vía verde, lo recorro en bicicleta.
Vine a ver a mi novia, que veraneaba en Ayamonte desde varios años atrás y, aunque no tenían playa, iban a Isla Cristina. Pero eso estaba a punto de solucionarse. Fue precisamente en esos días cuando se pudo acceder a la playa de Ayamonte, a Isla Canela, que, como bien indica su nombre, estuvo separada de la ciudad ayamontina hasta que se construyó e inauguró el llamado puente de Canela. Y ese solemne acto tuvo lugar el martes 15 de agosto, con presencia del gobernador de Huelva, el alcalde de Ayamonte, más autoridades y el obispo también de Huelva, que bendijo la nueva instalación y la carretera que llegaba hasta la playa, superando la marisma y los esteros. Allí estuve yo presenciando el acto.
Como siempre, he tratado de ser riguroso en lo que cuento o expreso, por lo que remito al lector a la hemeroteca del ABC de Sevilla (edición de Andalucía) del viernes 18 de agosto de 1967, número 19.953, página 31, donde bajo el título ‘La urbanización de Isla Canela en Ayamonte’ se recoge esta noticia.
Y desde aquel ya lejano 1967 estoy volviendo a esta Costa de la Luz, y he ido dedicando en mis estancias a indagar y conocer la historia de esta localidad, su costa y su territorio.
Pero aún hay que saber por qué la familia de mi novia venía desde la década de los 50 a Ayamonte, si por tierra no se podía acceder a esa playa y tenían que ir a bañarse a Isla Cristina.
Primera circunstancia relacionada con Plasencia: Petra Márquez Sánchez, placentina, aprobó la oposición de matrona y, gustosa de vivir cerca del mar, se encontró con la vacante de Ayamonte, y allí se fue para siempre en 1950. Falleció en 2007 con 97 años, habiendo sido nombrada Hija adoptiva de Ayamonte. Ella fue quien atrajo a su familia placentina a esta localidad marítima, y entre ellos a mi novia Isabel.
Poco a poco y de verano en verano fui pateando sus calles, conociendo sus rincones, subiendo a la Villa, bajando a la Ribera, asistiendo a sus conciertos de música, admirando a sus pintores y sumergiéndome en su Historia.
En 1978 una compañera maestra ayamontina, María Luisa Díaz Santos, publica ‘Ayamonte, Geografía e Historia’, y comienzo a sumergirme en su Historia.
Y me encuentro otros entronques con Plasencia. También Ayamonte tiene una Cantiga de Alfonso X El Sabio, dedicada en esta ocasión a la Virgen de La Luz, la número 273 y Plasencia el Milagro del Toro, la número 144.
Luego, fue Fray Alonso Fernández quien, en su ‘Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia’ (1627), me descubre que “caballeros Placentinos participaron en la reconquista de Ayamonte”.
Y, para colmo de satisfacción y aún más argumentando fehacientemente esa relación entre Plasencia y Ayamonte, tengo que agradecer a la ‘placentinóloga’ profesora doña Gloria Lora Serrano sus magníficas aportaciones con respecto al Marquesado de Ayamonte y los Zúñiga o Stuñigas.
En el listado de señores jurisdiccionales del estado de Ayamonte publicado por el doctor en Historia de la Universidad de Huelva Antonio Sánchez González, en las XVI Jornadas de Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Ayamonte, aparece como primer Conde de Ayamonte Pedro de Zúñiga y Manrique De Lara (1430-1484). El señorío ayamontino fue elevado a condado en 1475, con motivo del matrimonio de Pedro de Zúñiga con Teresa de Guzmán y Guzmán, descendiente de Alonso Pérez de Guzmán ‘El Bueno’. Y en 1521 fue elevado a marquesado por Carlos I, siendo el primer marqués Francisco de Zúñiga y Guzmán, a quien sucedió Teresa de Zúñiga y Manrique De Castro (1502-1565), III Duquesa de Béjar y de Plasencia.
Hasta Joaquin Sorolla eligió a ambas ciudades para representar a España en la colección ‘Visión de España’ que le encargó la Hispanic Society de Nueva York. En Plasencia pintó ‘El mercado’ en 1917 y en Ayamonte ‘La pesca del atún’ en 1919, precisamente el último cuadro de la serie.
Creo que, con estos datos, suficientes para un artículo divulgativo como este, demuestro desde la placentina Torre Lucía el entronque, la relación de estas dos ciudades que comparten además dos títulos reales, los de Muy Noble y Muy Leal, y que una placentina se empeñó en seguir uniéndolas a mediados del siglo XX, y donde muchos placentinos disfrutan de sus bondades playeras y climatológicas en el siglo XXI.
