Aquel miércoles 20 de noviembre de 1996 yo me encontraba en Santiago de Chile, o mejor en Santiago del Nuevo Extremo, como expresara Pedro de Valdivia en su carta a Hernando Pizarro del 4 de septiembre de 1545: “y poblé esta cibdad en nombre de Su Majestad y llamela Santiago del Nuevo Extremo, a 23 de febrero de 1541, y a toda la tierra y que demás he descubierto y descubriré, la Nueva Extremadura”.

Era una luminosa mañana de la primavera austral y en esta ocasión ya no estaba Pinochet, como ocurrió en mi primera visita al país andino en 1988. El motivo fue asistir a la Asamblea Internacional de Plena Inclusión, como miembro y en representación de la Federación nacional de asociaciones de personas con discapacidad intelectual, Feaps, hoy Plena Inclusión.

Aprovechando esta visita, y como concejal del Ayuntamiento placentino por aquel entonces, propuse en el pleno de octubre que fuera portador de un saludo especial con miras a un posible hermanamiento entre Plasencia, cuna de Inés de Suárez, y Santiago, su fundación.

Se aprobó y se envió a la municipalidad de Santiago, pidiendo audiencia, y antes de coger el avión para mi salto sobre el Atlántico ya tenía fecha y hora para ser recibido por el primer teniente alcalde, por ausencia del alcalde, doctor Herman Chadwick Piñera.

Así, en tiempo y hora, entré en el despacho y le entregué en primer lugar las Cartas credenciales del Ayuntamiento placentino; y después, como obsequio, el gran libro de las Cartas de Pedro de Valdivia que se editó con motivo del V Centenario del Descubrimiento.

El doctor Chadwick agradeció las credenciales, elogió muchísimo la publicación en facsímil de las Cartas y me regaló un gran libro de fotografías magníficas de la variada geografía chilena desde el desierto de Atacama al norte a Tierras de Fuego en el sur polar.

Recuerdo perfectamente, un cuarto de siglo después, aquella agradable audiencia en la que representé orgullosamente a Plasencia en la ciudad que nació en el Cerro de Santa Lucía, a orillas del río Mapocho, gracias al empuje y coraje de aquella mujer placentina que, junto al extremeño Pedro de Valdivia, dieron vida a un territorio al que pusieron por nombre Nueva Extremadura, hoy Chile.

En el acta correspondiente a la sesión ordinaria celebrada por el Ayuntamiento de Plasencia el día 28 de noviembre de 1996, se lee: “Antes de iniciarse la sesión el portavoz del Grupo Socialista, D. Francisco de Jesús Valverde Luengo, agradece en primer lugar a la Corporación la deferencia en haber pospuesto la celebración de este Pleno Ordinario en segunda convocatoria, permitiendo así su asistencia por hallarse ausente el pasado lunes. Participa a la Corporación que ha presentado a la Municipalidad de Santiago de Chile los escritos de saludo y amistad de este Ayuntamiento, subrayando la buena acogida que ha tenido y los deseos de la Corporación chilena de estrechar los lazos con esta ciudad en la línea de un posible hermanamiento entre ambas, dejando patente el recuerdo vivo de la placentina Inés de Suárez en el pueblo y sus monumentos”.

P.D. Para redactar este artículo he tenido que subir a la Torre Lucía, a mi Archivo de Viajes a Chile, donde he estado en tres ocasiones, en el que además de documentos y folletos guardo fotografías y sobre todo vídeos. Uno de ellos recoge la audiencia con Herman Chadwick, desde mi paseo atravesando la Plaza de Armas, entrando en el palacio de la Municipalidad, mis minutos de espera en la antesala y el saludo y bienvenida ya en el despacho, la entrega de la documentación y del libro, nuestra amigable charla y la amabilidad y exquisita educación con la que fui tratado. Ahí queda como testimonio de un agradable acto que viví hace 25 años y que hoy rememoro con satisfacción.