Cerramos el año del centenario del nacimiento de Manuel Pacheco (2020) y abrimos el año del centenario de la publicación de ‘El miajón de los castúos’ (2021), y, para ello, enlazamos ambas efemérides con estos versos del vate oliventino:
Luis Chamizo golpeó
la encina de la palabra
y en el idioma que labra
el sonido se encendió.
Toda la luz se la abrió
en la llama de ese sueño
y el hablar de lo extremeño
en lo castúo encontró.
Se desgrana su poesía
que al vocablo desentierra
y el diccionario la encierra
en el decir castellano.
El extremeño es más llano
en el sudor de la tierra.
Los críticos criticando
su poesía regional
y Chamizo personal
en sus poemas gritando.
Firme en su labor creaba
un diccionario en sus formas
sin importarle la norma
que el crítico le nombraba.
Al olvido lo quisieron
enterrar y ‘La nacencia’
fue un poema tan humano
en las entrañas del ser
que la fuerza de nacer
hizo el alba con su mano.
En Chamizo está el latir
de la palabra desnuda
y en su poema no duda
que el campesino es hermano
del trabajo que lo suda.
La libertad de escribir
nadie le pudo quitar.
Castúamente gritar
fue su verdad de existir.
Escrito con motivo del I Centenario del nacimiento de Luis Chamizo, en 1994