‘Limitless’ en América, es una película de ciencia ficción estrenada en 2011, dirigida por Neil Burger (‘Divergente’, ‘El ilusionista’), y basada en una novela de Alan Glynn.
Iba a ser protagonizada por Shia LaBeouf pero tuvo un accidente de coche y tuvo que abandonar el papel, que finalmente fue para Bradley Cooper. A este le acompañan otros conocidos actores como Robert De Niro o Abbie Cornish.
El coste total de la producción fue de 27 millones de dólares, y recaudó más de 161. Ahora, en la misma plataforma de Netflix donde se encuentra la película, también podemos disfrutar de la seria basada en la misma, que cuenta con 22 episodios en su única temporada.
La película dura 105 minutos, donde el protagonista hace de narrador con voz en off relatando su propia historia. En general la trama gira de forma muy contundente alrededor de él, exteriorizando de forma visual su mente, su manera de escuchar o de ver con planos subjetivos, pero no de manera demasiado inmersiva, más como si estuviese a tu lado contándote una historia. Logra que veamos a los personajes secundarios como personalidades muy lejanas, y no profundiza en ninguno de ellos.
Antes de llegar a la propia película ya nos encontramos el efecto visual más llamativo de ella: las imágenes que acompañan a los créditos iniciales. Se trata de un efecto similar a un time lapse llamado ‘hyperzoom’ o ‘flow motion’, que da como resultado una serie de ‘zoom in’ entre planos distintos y visualmente es como si atravesaras una ciudad infinita en línea recta con una cámara. Las claves para editar un efecto así son la correcta posición del plano, el parámetro de opacidad y el movimiento de zoom; en algunas páginas de internet podemos encontrar tutoriales para realizarlo.
Un elemento que cobra mucha importancia en la película es el color y el etalonaje, la estética general tiene un tono grisáceo y la mayoría de colores son muy apagados y poco brillantes, excepto cuando el protagonista consume la droga, donde los tonos se vuelven vivos, tanto que a veces son poco naturales y la imagen siempre está caracterizada por un desenfoque gaussiano o un área de enfoque muy reducida en el centro, se asemeja a la estética de un videojuego.
Por otra parte, cuando aparecen recuerdos, se muestran con una viñeta negra muy ancha y un color muy saturado y sobreexpuesto en el centro del plano.
En la fase de rodaje se utilizan movimientos de cámara con cambios de dirección y sentido muy notables, bruscos o poco suaves, y abundancia de barridos, que actualmente apenas los vemos en cine. Algunos seguimientos son poco estables y tampoco hay demasiados travellings ni movimientos de grúa, y no por bajo presupuesto, sino porque esto es parte del guion.
En relación a los efectos especiales digitales, llama la atención que algunos de ellos sean poco naturales, a pesar de ser ciencia ficción; quedan sin conexión o sin interacción con la escena, esto es más artístico que cinematográfico ya que resta realismo incluso dentro del género. Como ejemplo tenemos las letras que caen del techo sobre la mesa, animaciones sobre el interior del cuerpo humano y el cerebro o las losas que giran con numeraciones. El sentido es muy claro, externaliza el interior de la mente del protagonista, su paranoia y lo que siente, para mostrarlo al público. Concuerda con el estilo de la película, ya que también contamos con un narrador, estos efectos hacen de narrador visual.
Por último, en lo que respecta a trucos y efectos, contamos con los habituales en películas relacionadas con drogas: planos subjetivos poco estables, velocidad acelerada, planos deformados estilo foto panorámica, imágenes del revés (Gaspar Noé lo utiliza muy bien en ‘Irreversible’), elementos que dejan rastro a su paso o movimientos de cámara creados en post producción.
La resolución de la trama de ‘Sin límites’ se queda un poco corta, la idea de la que parte es muy buena, pero el objetivo con ella no es el más original, se le podría sacar mucho más. No deja de ser una película entretenida, con buen reparto y mucho estilo en su forma.