Hay dos cosas que me encantan del cine como arte: que una película pueda entenderse de mil formas, y que no se olvide pasadas unas horas después de verla. Esta reúne ambas condiciones.

‘Madre!’ Es la última película de Darren Aronofsky, director acostumbrado a no dejarnos indiferentes en sus películas, para bien o para mal. Se trata de una trama de miedo sin espíritus ni sustos fáciles, con un trasfondo complejo, muchas lecturas distintas y una cantidad abrumadora de símbolos.

Está protagonizada por Javier Bardem y la pareja del director, Jennifer Lawrence, en un largometraje donde ninguno de los personajes tiene nombre propio, sin banda sonora y con un uso de los planos, el color y la luz diseñados como parte del mensaje.

El resultado de esta suma es una alegoría a la Biblia, a los personajes que conforman el principio del mundo según nuestra educación religiosa, y al comportamiento social que se ha derivado con el paso de los años, desde el inicio, hasta la actualidad. De esta manera, también es una crítica a estos mismos elementos.

Pero empezamos desde el principio. El punto de partida es una pareja de hombre y mujer, que habita en una casa que ella misma reconstruyó tras un incendio; la trama se desata cuando reciben una primera visita de una persona desconocida, un hombre; después una mujer, sus hijos, y tras muchos sucesos que se siguen sutilmente uno tras otro un final en el que el director se explaya de forma apoteósica, aparentando un descontrol que parece que no vaya a terminar nunca. Parece una locura, y de hecho lo es, pero tiene mucho sentido.

En cuanto a los personajes, son el eje de toda la película, acompañado de unos espacios bien pensados. Él representa a Dios; la última pista la tenemos en los títulos de crédito al final, donde todos los nombres aparecen en minúscula menos el de Él.

Es un escritor frustrado, ególatra, inconformista y que utiliza su entorno de forma desagradable en beneficio de su propia inspiración (recuerda a Javier Gutiérrez, en la película española ‘El autor’, de Manuel Martín Cuenca). Es una persona manipuladora, machista, pero sobre todo que desea ser amada y alagada por encima de todo. Una vulgar representación de Jesucristo si no crees demasiado en él.

Ella representa a la Madre Naturaleza, una mujer enamorada de su marido, inofensiva, frágil, entregada y paciente. La propia casa como ente físico, es un alter-ego de ella misma, que sangra, que sufre y que se reconstruye a medida que se dan determinadas situaciones.

La primera visita al hogar representa a Adán, un hombre mayor y enfermo, que tiene una herida en las costillas, herida que solo se aprecia en un plano pocos segundos justo antes de que aparezca en escena la representación de Eva, una mujer joven y espabilada que quiere tocar un elemento decorativo de la casa presentado escenas antes como prohibido. Y, por último, sus dos hijos, que, por un conflicto referente a la herencia familiar, dinero y envidias, uno acaba matando al otro, como Caín y Abel en la Biblia, el primer asesinato de un ser humano en la Historia, según la religión.

Todo esto, concentrado en los primeros 40 minutos; a partir de ahí comienza una experiencia asfixiante para la actriz, y que repercute de manera directa en el espectador, provocando ansiedad e ira, y unas ganas incontrolables de gritar, al menos por mi parte.

Esta primera lectura de la trama está bastante clara; principio y final se corresponden con el Génesis y el Apocalipsis, primer y último libro de la Biblia respectivamente. Javier Bardem (Él) comenta en una entrevista que siente la película como una historia sobre el nacimiento de las religiones, como se hace desde el amor, con la intención de unirnos, y finalmente acaba separándonos.

Pero no es la única forma de verla, la cantidad de símbolos e interpretaciones son infinitas. Jennifer Lawrence comentaba también en una entrevista que para ella esta película habla de la fama, y de los falsos ídolos; a mí me parece primordial entender la comparación entre este momento y muchos años atrás. Antes buscábamos referentes a quienes seguir, ahora, todos y cada uno de nosotros nos hemos ensalzado como dioses, y todos queremos ser referentes, la palabra ‘influencer’ quizás deje más claro el concepto.

Otra de las perspectivas desde donde verlo, quizás la más básica, es la lucha feminista, la relación entre la pareja sostiene la película en su forma más tóxica, el típico creativo egocéntrico que maltrata a su musa, usada como un objeto para conseguir inspiración pero que se mantiene siempre a la sombra, sin mérito y sin ser conocida por nadie. Una historia repetida infinidad de veces en todas las formas de arte, pero mostrada con una sutilidad que asusta, y muy actual: la tortura psicológica, la manipulación enmascarada de amor, la ‘luz de gas’, y el poder de hablar bien.

Es curioso porque la protagonista de la película era en el momento del rodaje la pareja del director, Creador (en mayúscula), quien comenta en una entrevista para Cinépolis que se ha mantenido alejado de Internet porque quiere que la gente converse y debata sobre ‘Madre!’, porque él solo quiere crear, frase que parece extraída del propio guion. También se le preguntó en otra entrevista para Imagen Noticias que si esta película trataba sobre sí mismo, y fue claro en decir que se identificaba con ella, en todo momento, y no con Él.

Poco después del estreno de su primera obra cinematográfica juntos la pareja se separa ‘amistosamente’. Según algunas revistas, “incapaces de afrontar brechas personales como la edad o el tratamiento que cada uno daba a las apariciones en medios y la fama, él, que siempre quería pasar inadvertido, y ella, siempre rodeada de flashes”. ¿Casualidad?

En lo que refiere a datos, los críticos han sido positivos, aunque con opiniones diferentes; pero por parte de la audiencia, quizás por falta de atención o entendimiento, las puntuaciones en las principales páginas de cinematografía (FilmAffinity, SensaCine, Cinemascore) han estado por debajo de la media para una película de este calibre en cuanto a producción, director y reparto.

Pero el debate generado a partir de la película no da de comer a nadie. Se ha considerado un fracaso en taquilla, con una recaudación solo de 7,5 millones de dólares, convirtiéndose en el peor estreno de la actriz y del director, considerando muchos espectadores y críticos que fue un completo error por parte de Paramount gastar 30 millones de dólares en distribuir la película.

Como es natural, la compañía la ha defendido. Megan Colligan, presidenta de marketing de la distribuidora, hablaba de cómo el público pide sin cesar cine original e innovador, y en el momento en el que se estrena algo con esta oferta todos dan la espalda, buscando películas básicas, entretenidas y con un final cerrado, donde no tengan que pensar demasiado.

Este es el punto que me parece más importante, y al que realmente quería llegar. Y es que de verdad no sabemos lo que queremos, pedimos cine original y nos rendimos ante la comedia más absurda, sin robar ningún mérito al género.

‘Madre!’ es una película difícil, apta para que cada espectador la vea y la sienta de una manera diferente, que invita a la reflexión, al planteamiento de las relaciones, de la religión, de las redes sociales, de la fama, del feminismo y de una infinidad de temas más, en los que, en mi opinión, sí o sí, hay que tomar partido.

Esto es ‘Madre!’, de Aronofsky, una película que cuando termines de ver, cueste mucho olvidar; ¿cuál es el objetivo del arte, si no este?