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Usos y abusos del arte urbano. Grada 149. Lanzarte

Usos y abusos del arte urbano. Grada 149. Lanzarte
Foto: Cedida
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Recientemente ha salido a la palestra otro de esos casos por los que, desgraciadamente, gran parte de público accede al arte contemporáneo, obviando cualquier otra cuestión que pueda tener relación con este. En este caso concreto, al arte urbano. A nadie se le escapa ya lo ocurrido en un antiguo faro de Cantabria, o en una reconocida arquitectura polideportiva de Getafe.

No vamos a entrar aquí a valorar la falta de tino de este tipo de intervenciones en momentos puntuales, suficientemente ‘beligeradas’ ya por primeros espadas de las polémicas artísticas. Todo lo contrario, queremos aprovechar la tesitura para intentar arrojar algo de luz sobre cómo consideramos se deben hacer las cosas en esto del muralismo, siempre desde nuestra perspectiva personal e intransferible.

Conscientes de que la burbuja del arte urbano debería haber explotado hace ya tiempo, también defendemos el derecho a pintar en paredes públicas con intenciones artísticas de forma profesional, como cualquier otra disciplina, donde el hecho de hacer las cosas bien, como mínimo, debe ser respetado.

Y como no podemos hablar de lo que desconocemos, ponemos como ejemplo el último mural realizado para el programa ‘Murales con Objetivos’, el cual hemos estado reseñando a lo largo de este verano, y que llega ahora a su fin.

El catalán colectivo Reskate terminó su pieza en el barrio de Aldea Moret, en Cáceres, tras un trabajo que comenzó en febrero del presente año, con la detección de barrios susceptibles de participar en un proceso de transformación de su espacio público y social.

Un transcurso truncado por el confinamiento, que la nueva normalidad recoge, convirtiendo en virtuales conversaciones, reuniones y trabajo de campo que tendrían que haberse realizados in situ, con agentes culturales y sociales del barrio y la ciudad.

Mismo proceso realizado con el resto de los artistas vinculados a este proyecto, como son Doa Oa, Ironeva, Daniel Muñoz, Ben Tocha y Digo Diego, en otros tres barrios de la ciudad a lo largo de todo el verano.

Desde la selección del muro, contrastada previamente con los residentes del edificio, vecinos del barrio y responsables del Ayuntamiento; hasta la temática, que no el bocetaje, tomada del análisis de la situación del distrito mediante cuestionarios y opiniones de todos estos colectivos, junto con otras actividades de intervención socio comunitaria relacionada, son procesos fundamentales que deben construirse con el público receptor, ya no para lograr éxito, o no, sino sobre todo para cumplir con la responsabilidad inherente desde esta parte del contrato social.

Por tanto, aun compartiendo el objetivo de estas polémicas y sus azuzadores de sacar a la luz el abuso de un desgastado arte urbano, defendemos también el derecho al trabajo de muralistas que sí hacen sus deberes, tomando conciencia de su responsabilidad como transformadores del espacio público.

Más información: #MCO20
#MuralesConObjetivos20

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