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‘Virginia P. Bacon’, de Anders Zorn

‘Virginia P. Bacon’, de Anders Zorn
Foto: Wikimedia Commons
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El pintor sueco Anders Zorn se encuentra enmarcado en el movimiento artístico del nacionalismo romántico nórdico de finales del siglo XIX. Se había formado artísticamente en la Academia de Estocolmo y fue el artista que más viajó de su grupo y el que mayor éxito internacional obtuvo. Vivió en París y fue eminentemente retratista, aunque se aproximó al paisaje pictórico.

Anders Zorn se crio en la granja de sus abuelos. El profesor de la escuela descubrió su gran talento en los bocetos y xilografías. Con 15 años aprendió a pintar con acuarelas. Por aquel entonces los detalles de sus cuadros convencen por los contrastes claros y oscuros y la rica paleta de colores, así como por los estudios de carácter diferenciado.

El motivo de su éxito fue la energía vital de sus retratos, lograda por su pincelada suelta y vibrante; pincelada que nace de su admiración por Velázquez y que es una gran característica de los luministas, el grupo de pintores en el que podría ser encuadrado.

En los paisajes su intención fue reflejar el regionalismo campesino, la labor cotidiana de sus gentes, las atmósferas idílicas o los tipos locales, todo ello con una mirada conmovedora hacia el aspecto gentil y armonioso de una naturaleza sin contaminar, portadora de la única verdad.

La plena confianza en el mundo sensible y el descubrimiento de la inmediatez de los fenómenos constituyeron el mayor atractivo para aquel joven nórdico que aspiraba a regenerar el arte de su país sobre la base de las ideas de los grandes maestros franceses.

El propio Sorolla, amigo de Zorn, explica su técnica con admiración: “Parece que dibuja de dentro a afuera, que no busca nunca el contorno o la silueta”.

Anders Zorn consigue llegar a tan potente interpretación del natural arrancando de su paleta la nota más delicada, con gran pasta la coloca en su cuadro y jamás vuelve sobre ella ni emplea los frotes o veladuras.

Después de realizar viajes a Inglaterra, Francia y Estados Unidos se trasladó a su ciudad natal, Mora, en el centro de Suecia, y el paisaje de la campiña en torno al lago Siljan y las escenas folclóricas de Mora se convirtieron en sus motivos pictóricos predilectos.

La manera de afrontar la temática de paisaje por parte de Anders Zorn parece singularmente atractiva como objeto de estudio, ya que a través de este género llega a plasmar la esencia del bosque nórdico como tema característicamente sueco, con una expresión muy directa, de gran rotundidad visual, con una pincelada vigorosa que recoge los matices lumínicos en la naturaleza mediante unas composiciones muy personales; en definitiva, el bosque y la naturaleza representados como símbolos intrínsecos del país con una mirada genuinamente naturalista.

Crédito de la imagen

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