Ayer Extremadura volvió a asumir la representación de la mejor España ante Europa, en un acto de entrega de premios que se consolida como uno de los más importantes a nivel institucional de nuestro país. El premio que otorga la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, que ha distinguido a una personalidad del valor de António Guterres, actual secretario general de Naciones Unidas, un europeísta convencido que da fe con su desempeño en política de sus ideales humanistas.
El acto, brillante y en muchos momentos emotivo, contó con el respaldo activo y rotundo de su majestad el rey Felipe VI, acompañado de relevantes personalidades a nivel europeo y español, además de una amplia representación de la sociedad civil extremeña. El marco monumental y la perfecta organización, donde el protocolo facilita mucho la asistencia, dieron el necesario relieve a un acto en el cual se sucedió un carrusel de emociones, desde el orgullo por el reconocimiento de los logros europeos, al dolor compartido de la ciudadana ucraniana Lana Tryhub, que vive con nosotros, en Extremadura, y relató su vivencia desde aquel maldito 24 de febrero de 2022. Importante también la llamada de atención sobre la necesidad de responder a los nuevos retos de Europa, además de tener en cuenta que nuestra fuerza está en nuestra unidad.
La música, como muestra de la entidad cultural de Europa, estuvo admirablemente presente con los músicos extremeños que dieron una lección de brillantez. El himno de Europa en la voz de la soprano Mar Morán y en la interpretación del cuarteto de cuerda de la Orquesta de Extremadura sonaron sencillamente brillantes.
Una vez más, me cabe la satisfacción de felicitar a la organización, un trabajo perfecto de principio a fin, realizado con amabilidad y una enorme eficiencia.
La representación de la sociedad civil extremeña daba una excelente y justa imagen de la vida y las pulsiones de esta región, además de suponer, a mi manera de ver, una buena muestra de unidad y convivencia en una tierra que necesita ante todo gente que actúe en beneficio de la comunidad. Fue un orgullo acompañar a la representación de la revista Grada y de la Fundación Primera Fila, dos entidades que se han hecho ya un nombre propio y ganado un respeto a base de buen trabajo. Poner ‘cara’ a todas esas personalidades que la mayoría solo conocemos por los medios de comunicación supone entender en muchas ocasiones el valor de la persona, cuando puedes ver que realmente se muestran tal y como son. En este caso, tuve ocasión de departir brevemente con personalidades de la talla de Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, un hombre de habla pausada e ideas claras en defensa de una Europa fuerte y unida; el presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, y el primer ministro de la República de Portugal, Antonio Costa, personalidades de relevancia amigos de España y de exquisita amabilidad; el propio señor Guterres, que transmite la bonhomía que predica; los monjes del monasterio, amabilísimos y acogedores; o los políticos regionales, a los que siempre les agradeceré que no olvidan que su cargo no les debe alejar de su pueblo.
Podría destacar a infinidad de representantes de la sociedad civil, pero me quedo con un sector para mí muy especial, que son los niños que acudieron a saludar a su majestad el rey. Ellos, con su espontaneidad, pusieron un punto de desenfado y nos hicieron ver a todos los presentes un futuro cargado de esperanza e ilusión. Recibieron los saludos amables y sinceros de su majestad, un hombre que a mi juicio se gana cada día el respeto de sus conciudadanos, tal y como demostró, tanto en el acto de entrega del premio como en el cóctel posterior que compartimos con él. No tuvo inconveniente en departir amigablemente con quien se lo pidió, como este que escribe. A mi pregunta de si no se cansaba por tantos viajes, su respuesta absolutamente desenfadada fue “hay que aprovechar las oportunidades”, al tiempo que nos comentó a los presentes que su presencia en Londres en la ceremonia de coronación del rey Carlos III le resultó entretenida y para nada aburrida. Su majestad no tuvo inconveniente en dejarse fotografiar con quien se lo pidió, y para todos tuvo unas palabras amables, haciendo gala de gran calidad humana y de su compromiso sincero con una idea de Europa grande y próspera. La presencia y apoyo incondicional del rey supone un espaldarazo al trabajo desarrollado en y desde Extremadura en favor del humanismo europeo, de la Europa unida y de progreso.
Y como a todos nos gusta el buen yantar, he de concluir diciendo que el cóctel espléndidamente servido después, suficiente y variado, pero no excesivo, mostraba un surtido de excelentes productos extremeños que demostraron una vez más la calidad y riqueza de nuestra gastronomía.
Y todo ello en un entorno como el Monasterio de Yuste, que une historia, patrimonio natural y una enorme riqueza humana. Un tesoro que tenemos bien cerca, aquí, en nuestra Extremadura y para todo el mundo.
Javier Meléndez Teodoro
