Hay personas con baja visión que en cada intento por avanzar encuentran nuevas razones o excusas que refuerzan su resistencia al cambio, y suelen regresar una y otra vez al punto de partida. Entran en un ciclo de negación que se refuerza a medida que buscan razones para no enfrentar sus miedos que les impiden avanzar.
Reiteradamente, expresan a familiares y amigos sus crecientes dificultades para ver. Son los que intentan ser un apoyo y tratan de persuadirlos para que salgan de casa, porque ven que el aislamiento solo agrava su situación contribuyendo al deterioro emocional y físico.
El caso es que parecen estar atrapadas en un mar de excusas que los mantiene en su propio círculo de inseguridades: “No puedo salir de casa, no veo por dónde voy”, “Si salgo es fácil que pise mal un bordillo y me haga daño”, “No quiero estar en el supermercado tropezando con todo”, explican mostrando una profunda preocupación.
Cuando los familiares o los amigos sugieren una solución práctica, como el uso de un bastón para mayor seguridad y confianza al desplazarse, la reacción suele ser inmediata y defensiva. “No soy ciego, ¡No quiero usar un bastón blanco! La gente pensará que lo soy. Menuda vergüenza pasaría”, responden, evidenciando el estigma social asociado al uso del bastón de movilidad de color blanco.
En un intento por reducir la resistencia, se menciona la existencia de bastones verdes, específicos para personas con baja visión y, no son lo mismo que un bastón blanco. Sin embargo, esto genera nuevas dudas: “Nunca los he visto”. “No creo que los vendan en ningún sitio”.
Finalmente, los familiares o amigos explican que los bastones verdes están disponibles en ópticas especializadas. A pesar de ello, el ciclo vuelve a comenzar. “Ya te dije que salir me da miedo. Me preocupa tropezar y hacerme daño antes de llegar”, insisten, enfrentándose de nuevo a la barrera mental que los mantiene en su zona de confort, aunque esta limite su autonomía y bienestar.
El ciclo de negación se refuerza a medida que se busca razones para no enfrentar los miedos, manteniéndose en una espiral que le impide avanzar.