Suzanne Valadon fue una pintora francesa hija de una lavandera viuda. Creció realizando variedad de trabajos para mantenerse a sí misma y a su familia: camarera, niñera, funebrera, vendedora de verduras, etc. Incluso actuó en el circo durante un año, hasta que se cayó de un trapecio a la edad de 16.
Se estableció con su madre, y más tarde con su hijo, en el barrio de Montmartre, en París, en donde su belleza atrajo a muchos artistas para los que fue modelo y de los que aprendió técnicas pictóricas mientras posaba para ellos. Asidua a los bares de dudosa reputación a donde la burguesía parisina acudía, Toulouse-Lautrec la retrató en su famoso cuadro ‘La bebedora’.
Degas se fijó en las líneas vivas de sus dibujos y la animó a continuar pintando. Conoció el éxito en vida y pudo salir a flote a pesar de las dificultades económicas de su juventud y sacar a su hijo adelante.
Suzanne no se comprometió con ningún estilo de movimiento en particular, sino que eligió un camino independiente basado en varios estilos diferentes. Pintó bodegones, retratos, flores y paisajes, destacándose por su fuerte composición y sus colores brillantes y vibrantes, pero sus temas más famosos son sus desnudos femeninos.
Perfeccionista, se podía pasar años trabajando en sus cuadros antes de exponerlos. Desnudó a los miembros de la clase trabajadora, reconocibles por sus rasgos pesados, sus posturas relajadas y la facilidad mostrada hacia su desnudez. Muchos críticos los interpretaron como fealdad y falta de encanto, y por ello la acusaron de odiar a las mujeres. La forma burda, el color brillante y las pinceladas sueltas de su obra de arte se consideraron un estilo muy ‘masculino’ y los críticos de la época simplemente no sabían cómo categorizarla.
Fue un espíritu libre, y caprichosa hasta la extravagancia. A pesar de ser una prolífica y exitosa contemporánea de artistas famosos es, a menudo, descartada en los libros de Historia del arte, y en las biografías aparece como mera modelo, o la definen como la madre de su hijo artista, Maurice Utrillo. Su arte a menudo ni siquiera se menciona. Aunque su obra era increíble no llegó a vender lienzos a un buen precio. A pesar de esto, la artista vivió libre y sin impedimentos y pudo dedicarse a lo que siempre había querido.
Vivió como una artista hasta el final de sus días. Su vida privada no concluyó en plena felicidad. Compartió su piso con su madre anciana y con un hijo alcohólico, aunque tal vicio no le evitó ser un gran pintor. Tras su muerte, en abril de 1938, permanecen aún hoy vivas sus obras.