No podemos dejar pasar un caso de discriminación tan claro como el que la Universidad Complutense de Madrid ha realizado hacia una joven por tener baja visión que desea cursar la carrera de bioquímicas en dicha universidad.
Es increíble que se use el discurso capacitista en defensa de la diversidad para ponerse medallas de la inclusión, y que cuando miras puertas adentro imponen límites a estudiantes con baja visión desde el puro desconocimiento demostrando el alto nivel de analfavisión que ostentan.
Es fácil encontrar en internet videos que promocionan el departamento Unidad de Diversidad, donde se explica que en la Universidad Complutense se reúnen personas de numerosas nacionalidades, identidad de género y con diferentes capacidades, creando así una comunidad universitaria diversa. Donde se defiende la diversidad y el respeto a la igualdad en el contexto académico y universitario, ofreciendo atención personalizada, asesoramiento, actividades formativas y de concienciación.
En el Foro social de discapacidad visual celebrado en el Congreso de los Diputados una joven de 18 años contó a los presentes la discriminación a la que se vio sometida. Tras acabar el Bachillerato decidió realizar el Grado de Bioquímicas en la Universidad Complutense. Ella y sus padres se pusieron en contacto con la Oficina para la inclusión de la universidad, donde se encontraron con una actitud muy negativa con duros comentarios del tipo: “tú esta carrera no te la vas a sacar”, “esta carrera no es accesible”, “vas a tirar años de tu vida a la basura”, “no vas a conseguir titular”…
Además, le preguntaron por qué no se había informado sobre las competencias que se pedían en esa carrera. A lo que alegó que contaba con testimonios tanto de su profesora de Biología, que fue profesora de universidad y consideraba que la carrera era perfectamente accesible, como de un estudiante de Bioquímica sin resto visual que había conseguido titularse al igual que el resto de compañeros.
Como el principal inconveniente era el laboratorio solicitaron ponerse en contacto con una profesora. Una catedrática de la Facultad de Ciencias Químicas reiteró que la carrera no era accesible, añadiendo comentarios “yo no voy a dejar pasar a mi laboratorio a una persona con bastón” o “las etiquetas de los frascos no son adaptables, no te las puedo escribir en Braille”. La joven respondió a esas palabras que no usaba bastón y que trabaja en tinta, a lo que la profesora replicó que le daba igual.
El caso es que no deja de ser paradójico e irónico que en el video de promoción digan que apuestan por la creación de materiales de apoyo y tutorías para reforzar el soporte tanto dentro como fuera del aula a personas con diversidad funcional y cuando una persona acude a ellos tenga que escuchar “no voy a dejar pasar a una persona con bastón y no te lo voy a escribir en Braille”.
La reunión concluyó con que le ofrecieron el traslado a la segunda opción que había marcado en la preinscripción, que era el Grado de Ciencias Políticas, añadiendo la coletilla de “a veces en la vida no salen las cosas como queremos”.
En internet también se puede encontrar el video del Departamento de Gestión de la Diversidad de la Complutense, donde dicen “Juntos intentamos construir ese espacio de convivencia que queremos para la universidad, porque para nosotros la inclusión es convivir. Convivir respetando y valorando la diversidad”. Además está el discurso del decano de la Universidad Complutense de Madrid que dice: “La universidad del siglo XXI excelente no puede concebirse sin pensar en una universidad inclusiva diseñada para todas y cada una de las personas. La UCM está plenamente comprometida con los derechos humanos, con la diversidad, con la inclusión, con la sostenibilidad y el bienestar de su personal y sus estudiantes”.
Con todo lo que se está exponiendo se podría finalizar sacando punta a la idea de ironizar con las expresiones usadas en “la universidad excelente en el siglo XXI es inclusiva, diversa y comprometida con el bienestar…“, o con una nueva frase a modo de eslogan: “A veces en la Complutense no salen las cosas como queremos’.
Tal vez el daño causado no sea intencionado. Es fácil que el desconocimiento hacia las personas con discapacidad visual les lleve a actuar sin igualdad ante los derechos ni la equiparación de oportunidades para ejercerlos y gozarlos como se plantea en el modelo social de la discapacidad. Consecuentemente, las personas con baja visión siguen quedando al margen de todos los movimientos de derechos humanos y permanecen en una posición de clara desventaja en la sociedad.